Para visitar Siena, como en casi todas las ciudades de la Toscana, hay que dejar el coche en las afueras, porque sólo los residentes pueden circular por el centro. Nos costó encontrar sitio y rodeamos casi toda la ciudad extramuros, pero tuvimos suerte y aparcamos en un sitio que ni siquiera había que pagar. Tuvimos que caminar un rato hasta el centro, pero resultó un paseo muy agradable por callecitas empedradas y edificios del color que da nombre a la ciudad.
Siena me encantó. Así como Florencia la vi muy llena de turistas, como si realmente no viviera nadie allí, Siena me pareció una ciudad más viva. Fuimos primero a la catedral y la entrada incluye también la visita al Baptisterio, con una cripta muy interesante, y un museo de arte religioso que no recuerdo como se llama. Con la entrada nos dieron un libro de pegatinas para niños, en el que tienen que ir buscando figuras de animales para ir pegando. Es muy buena idea para que los niños presten atención y se vayan fijando, porque los animales estaban en distintos lugares como una pila bautismal, un fresco o el suelo.
La catedral de Siena es espectacular. Por fuera es muy parecida a todas las que ya habíamos visto, pero por dentro es una maravilla, empezando por el suelo.
Como la entrada al museo estaba incluida, lo visitamos y la verdad es que hay obras religiosas muy bonitas y no es muy grande, se puede visitar en menos de una hora sin saturar a los niños. La entrada también incluye lo que llaman Panorama. Es una torre que hay dentro del museo con una vista panorámica de la ciudad. No es tan alta como la famosa torre de la plaza del Campo, pero como no queríamos repetir la paliza de la subida al Duomo del día anterior, fue una subida más cortita y suficiente para hacer unas bonitas fotos panorámicas de la ciudad.
Todo esto nos ocupó toda la mañana y después de comer visitamos la plaza del Campo. Es una plaza ovalada y tiene esa torre tan típica de Siena, pero la verdad es que si no subes a la torre, haces algunas fotos y en 15 minutos está vista.
En Siena encontramos nuestra heladería favorita en la Toscana: Grom. Creo que se trata de una cadena, pero estos helados nos encantaron. Esta heladería tenía como una salita con un sofá, así que nos tomarnos el helado sentados tranquilamente, sin los agobios de pedir entre una multitud ni tomártelo caminando o sentado en el suelo en medio de una plaza. Creo que este es el motivo por el que nos gustó tanto. Los niños suelen ir a lo seguro, pero en esta heladería tienen algunos sabores diferentes y cada mes sacan alguno especial, así que merece la pena probar algo diferente. Yo me pedí el de ‘Cassata Siciliana’, que es de Riccotta con trozos de fruta escarchada y es espectacular.
Este fue uno de los días que volvimos un poco pronto al apartamento, para poder disfrutar de la piscina. Yo iba con la idea de visitar Siena por la mañana y por la tarde tal vez acercarnos a algún otro pueblo, pero se puede pasar un día tranquilamente viendo esta preciosa ciudad.