Como dice un famoso refrán: "después de la tormenta siempre viene la calma", así que despertamos en el aparcamiento para autocaravanas de Pont L´Abbé y desayunamos cafecito con bollería bretona (todo un lujazo). La noche había sido muy húmeda y dentro de la furgo había un ambiente muy cargado por no poder abrir las ventanas, por lo que dejamos las puertas abiertas mientras desayunábamos. Luego recorrimos un poco el pueblo y en seguida nos marchamos hacia la ciudad de Quimper.




Una ciudad muy parecida a Burgos por sus calles, el canal que la atraviesa, su catedral y el ambiente que se vive en las calles. Nos tomamos otro cafecito (grant no petit) en la misma plaza de la catedral y dimos un paseito por los alrededores disfrutando del frescor de la mañana cuando de repente: hostia, un colega de Logroño jejejeje


Vimos el barrio con las casitas de entramado de madera y las tiendas de la típica porcelana de por aquí, paseamos por los canales y por un par de plazas hasta que se nos pasaba la hora del parkimetro y nos marchamos con una muy grata sensación de esta ciudad.
La próxima parada es Pont du Raz, un cabo sobresaliente de una de las cientos de penínsulas que tiene Francia, que está declarado parque natural. Pasamos a través de un montón de pueblos típicos preciosos, tanto de montaña como costeros, y por otro montón de sitios en los que alojarse (parece que esta zona está muy explotada turísticamente) hasta que por fín llegamos a un parking en la entrada del parque, con mucho sitio para estacionar, muchos turistas tipo guiris de aquí y con varias oficinas de información, centros de interpretación, bares, restaurantes, tiendas de souvenirs...en fin !!!Un negocio!!!. Pagamos 6 euros por aparcar y nos cogimos la ruta señalizada para llegar hasta el faro famoso...la verdad, el sitio en sí (me refiero al faro, a los acantilados, al rompeolas y a las vistas) son dignas de ver pero sobra toda la parafernalia turística que hay montado a su alrededor y además es carísimo.


Cuesta visitarlo más o menos una hora y media o dos, según lo que te entretengas viendo el paisaje y como nosotros aún no teníamos hambre pues otra vez de camino, esta vez hacia Douarnenez. Recuerdo que cruzamos por playas y pueblos que parecían perdidos del mundo (aunque se veía que era un sitio de turismo caro) con acantilados y con unas vistas espectaculares, muy bonita toda la costa si señor. Sin embargo, entramos en Douarnenez y lo atravesamos callejeando con la furgoneta para intentar llegar a la playa. Lo que nos dejó ver de su carácter no nos entusiasmó demasiado, así que llegamos al puerto, sacamos el fuet, el chorizo y el pate y comimos sentados viendo como llegaban algún que otro pescador al muelle.


Cuando terminamos la tarea, nos pusimos de nuevo en carretera para ir a Locronan, pueblo medieval recomendado en este foro por anteriores viajeros.


Todo un acierto el recorrido por este asentamiento medieval, que conserva todo el tipismo en sus construcciones y el ambiente que, si bien era bastante turístico, no llegaba a ser agobiante. Tras recorrer todas sus calles alucinados, entramos a una tienda de licores y compramos seis botellas de sidra para probarla en España jejeje


Eran sobre las cuatro de la tarde cuando salimos de Locronan hacia Dinan y sabíamos que había unas tres horas de separación entre los dos pueblos, pero acortábamos en un día nuestra ruta inicial si las hacíamos. Así que sin vacilar nos montamos en la furgo y rumbo a Dinan. Antes de llegar repostamos gasoil de nuevo y compramos unos refrescos que nos dieron la vida y atravesamos campos interminables sembrados de maiz...
Detrás de una fila de coches,nos adentramos poco a poco en un pueblo de unos 12.000 habitantes que te retrocedía, parecido a Locronan, a la edad media. Como ya era tarde, sobre las 19:30 más o menos, los turistas abandonaban, sin embargo nosotros acabábamos de llegar y gracias a ello conseguimos aparcar en el "ombligo" de Dinan. Mientras nos adentrábamos con el coche por el pueblo nos iba encantando, pero una vez estacionados y paseando por sus calles, estábamos estupefactos... Qué bonito era todo





Después de ver lo más bonito del viaje hasta ahora, pusimos rumbo a Saint Maló para dormir en el Auberge de Jenneuse pero la ciudad estaba hasta la bandera de gente y no conseguimos encontrarlo, ahora bien, la ciudad de los corsarios (llamada así porque desde aquí partían los piratas), impresionante: las murallas, los kilometros de playa, el ambientazo de sus calles, la zona de las marisquerías...muy bonito también.
Desde aquí pusimos en el GPS Cancale, un pueblo muy cercano a Saint Maló que tiene el mejor albergue de juventud en el que me he alojado hasta el momento, un sitio muy recomendable y barato para lo que es. La mala suerte estaba con nosotros y tampoco pudimos alojarnos aquí por el exceso de gente, pero dormimos al lado en la furgoneta con las mismas vistas y tranquilidad

