Huahine... y un ¡Ay! en el camino ✏️ Diarios de Viajes

Huahine es otra isla volcánica rodeada de un arrecife de coral algo más lejos de Moorea. Está formada por dos "islotes" que se unen entre sí por un estrecho istmo, quedando a ambos lados las preciosas bahías de Maroe y Bourayne.
Ese día únicamente contratamos la excursión de la mañana y nos tomamos la tarde para pasear y explorar la isla. Nos recogió una barca de dos pisos camino a un motu cercano (son pequeñas islas formadas por el coral).

Al llegar a la isla nos bajamos de la barca y muy amablemente uno de nuestros guías me extendió la mano para bajar las escaleras. Pues nuestra coordinación no fue muy buena (soy una patosa nata) pues yo me caí dándome un fuerte golpe en la parte posterior del pie (¡Ayyyyy!). Como todo golpe del que te vas a acordar muy-mucho dejó de molestar por el resto de la jornada. Ya volvería, ya...
Tras mi susto inicial nos dirigimos a enfundarnos nuestro equipo de snorkel y al agua. Ese día las corrientes era un poco fuertes por lo que no nos alejamos mucho y en verdad no fue necesario para descubrir un gran fondo marino.

Terminada la actividad, nos dio la hora de comer por lo que nos dirijimos al "comedor de la isla" En medio del agua, y con cuidado porque todo flota y se va, teníamos nuestro picnic compuesto por mesas y sillas de plástico dentro del agua. Era realmente divertido. Te levantas a por bebida y luego quemas calorías recuperando tu silla mar adentro

Ya con el estómago, lleno los locales realizaron una demostración de cómo colocar correctamente un pareo de todas las formas imaginables (menos mal que lo tengo en vídeo porque yo siempre me lo pongo de una y de ahí no me sacan) y de cómo abrir un coco.
Spoiler: machete. La clave es un buen machete
Turistadas aparte, nos lo pasamos muy bien y emprendimos con tristeza el camino de vuelta a Huahine. Nos apetecía caminar un rato así que recorrimos la isla hasta su famoso istmo. Por el camino se pueden observan incontables plantas frutales, sobre todo plátanos. Yo que cuando estoy encantada con un lugar me atonto y no pienso, acabé hablando con un lugareño que parecía muy simpático pero que me quería vender droga. Mira que el señor lo intentó en todos los idiomas en los que se sabía la palabra porro pero nada, que yo no le entendía. Perdió el tiempo con nosotros, qué se le va a hacer.

Y ¡Ay! al embarcar. Todo iba bien hasta que volví a bajar escalones. En ese momento noté un bulto en mi talón de Aquiles y un fuerte dolor. Así que la última excursión del día fue a la enfermería, donde la persona que me atendió no sabía poner un vendaje ni hacer una exploración correcta. Así que como era halloween, lo hicimos entre nosotros (afortunadamente sabíamos ponerlo) más que nada para que yo me estuviera quieta y no hiciera el burro. Eso y los dos días completos de navegación hasta nuestro siguiente destino hicieron de terapia maravillosamente.