En muchos sitio leí que UNAWATUNA ha perdido su encanto por el exceso de turismo y construcciones. Pues bien, tengo que decir que aunque en parte es cierto, y que la playa nada tiene que ver con la de Mirissa (que por otro lado también es turística), a mi UNAWATUNA me gustó. y mucho. Excepto su playa.
Me pareció un sitio encantador, con sus callecitas llenas de tiendas y restaurantes muy cuquis, y con los chiringuitos iluminados en la playa al anochecer.
Nos alojamos en PRIMROSE GUESTHOUSE, modesto pero muy agradable con sus terrazas rodeadas de bambú.
Ese día decidimos visitar JUNGLE BEACH, para lo cual hay que hacer un pequeño trekking pero nada complicado, en un rato estábamos allí. la playa en sí es pequeña pero bonita, con el agua muy clara y sin oleaje (en todas las playas que había visitado antes, el olejae y las corrientes casi siempre eran significativos, aunque puedes bañarte sin problema). eso si, la arena estaba llena de restos de coral, por lo que entrar en el agua era engorroso y había que tener cuidado para no cortarse.
De vuelta a UNAWATUNA nos damos un paseo antes de ir a cenar a un restaurante en la misma playa, donde esta vez, me pido un plato de pad tai.
El segundo día desayunamos en NAUTILUS uno de los mejores rottis que había probado hasta el momento y nos vamos a la playa.
Hoy realizo dos de los mejores descubrimientos del viaje:
SANCTUARY SPA (sublime todo, el masaje, el enclave....) y el restaurante SHIFTING SANDS (espectáculo de comida y de personal, regentado por unos chicos jóvenes y entusiastas que no podían ser más agradables) Poco más que aportar, mejor experimentarlo!
Y ya nos despedimos de UNAWATUNA, mañana volvemos a encontrarnos con Piluca y David para visitar Galle y volver a España