Aproximadamente a las 16:30 aterrizamos en el aeropuerto de Miami procedentes de Belice. Veníamos de hacer un viaje de 15 días por Guatemala y Belice y elegimos volver por Miami para aprovechar, hacer unas compritas y dar una vuelta por esta ciudad que tanto nos gusta. Miami junto con la República Dominicana, son los dos sitios que más veces hemos estado, nos gustan tanto que no nos importa repetir. Esta vez la estancia iba a ser muy breve, así que teníamos que aprovecharla a tope.
Para empezar, os comento que los ciudadanos europeos no necesitamos tener visado para EE. UU., pero sí el Esta (Electronic System for Travel Authorization), se hace por internet y ¡¡¡OJO!!! No os equivoquéis de web al hacerla porque hay alguna pirata que lo cobra más caro. La web oficial es esta.cbp.dhs.gov/esta/ vale $14 y la suelen aprobar en el momento.
Cuando llegamos a la terminal me sorprendió porque para hacer la inmigración hay puestos automáticos, esto es nuevo, es la primera vez que lo veía, pero solo pueden acceder a ellos los ciudadanos del país, los residentes y los que tengan Esta, o sea, perfecto, nosotros podíamos e imaginé que el trámite sería más corto que los puestos de inmigración tradicionales donde había largas filas. Nos acercamos a uno de ellos tras esperar unos 5 minutos, porque también había una pequeña fila. Pones el pasaporte boca abajo, contestas a unas preguntas, te indica que mires al frente para hacerte la foto y luego que coloques los dedos para tomarte las huellas, lo normal que hacen siempre. Cuando el proceso termina te da un papelito y se supones que ya has hecho el control de pasaporte a menos que el papelito esté cruzado con una raya. Miramos los nuestros y el de mi chico, perfecto, pero el mío tenía la dichosa raya por lo que nos dirigieron al control de inmigración tradicional donde había una fila espantosa. Cuando por fin me tocó, el oficial, que era muy amable, me explicó que a veces la máquina no detecta bien los datos del pasaporte y por eso te sale el papel con la raya. Él volvió a hacer lo mismo, huellas, foto, que, por cierto, comentó en broma que no me preocupase si no salía bien porque no la iba a colgar en Facebook. La verdad es que es muy agradable encontrarte con alguien así, porque tradicionalmente los oficiales de inmigración suelen ser muy serios. El oficial se despidió de nosotros con la famosa frase "Welcome to the United States" "Bienvenidos a los Estados Unidos".

Recogimos el equipaje sin problemas y salimos a buscar un taxi. Habíamos reservado el hotel en pleno centro para no perder el tiempo en traslados.
Enseguida vislumbramos los rascacielos del centro de Miami.
Una vez leí que el nombre procedía de cuando hubo allí asentamientos mayas y que originalmente se escribía Mayami, que significaba río Maya y también era el nombre de una etnia. Estuvo bajo dominio español durante 3 siglos hasta su cesión a Estados Unidos, tal vez por eso y por el gran número de inmigrantes de Hispanoamérica que viven allí, el 70% de su población habla español. De hecho, en los dos días que estuvimos casi no tuvimos que hablar en inglés.
El taxi nos costó $28 y en aproximadamente 20 minutos llegamos al hotel Holiday Inn Port of Miami (117€ 1 noche sin desayuno). Este hotel está muy bien situado, en el Downtown de Miami en Biscayne Blvd, frente al puerto y al centro comercial BaySide. Hacía menos de un mes que había pasado el huracán Irma, pero hasta ese momento no había visto ningún desperfecto, estaba todo bien, se lo comenté al botones que nos ayudó con el equipaje y me dijo que gracias a que en el último momento, el ojo del huracán se había desviado al oeste, Miami no había sufrido grandes desperfectos, solamente algunas inundaciones y algunas palmeras caídas, pero que sin embargo, la zona de Key West sí había resultado muy perjudicada porque por allí pasó de lleno. También nos comentó que él era de Puerto Rico y que los había arrasado el huracán María, el que pasó justo después del Irma y que tenían para varios meses sin electricidad y sin agua. Qué horror, pobrecillos.
Tras la animada charla hicimos el check in y subimos a la habitación, nos duchamos y salimos porque queríamos comprar unas cosas antes de que cerrasen y además teníamos reserva en un restaurante para las 21:00h. Salimos del hotel y fuimos directamente a una tienda que se llama Ross. Es una especie de outlet donde venden de todo, ropa, calzado, bolsos, maletas, etc. de marcas famosas de otras temporadas y está muy bien de precio. Yo buscaba una maleta porque la mía ya estaba viejita y me compré una Samsonite de las más grandes por $89. También un bolso de Kippling por unos 30€ cuando marcaba más de $100, y una cartera. De camino de vuelta al hotel entramos en el Cvs que es una mezcla de supermercado/farmacia/perfumería y compré varios cosméticos que eran más baratos que en España.
Volvimos al hotel, nos arreglamos dispuestos a vivir a tope el “Saturday Night” de Miami y tomamos un taxi ($9) para ir al restaurante “El Cielo”, está en una buena zona del Downtown entre Miami y Brickle Avenue.

El local está en un barrio bonito al borde del río Miami.


En resumen, fue una buena experiencia, aunque no apta para todos los bolsillos. Finalizada la cena nos fuimos caminando hasta Miami Avenue, que estaba muy cerca, donde hay un montón de sitios de copas y había muchísimo ambiente.

