Costa oeste de EEUU y parques nacionales-2014 ✏️ Blogs de USAUn recorrido de 24 días por la Costa oeste y los principales parques nacionalesAutor: Ctello Fecha creación: ⭐ Puntos: 3.7 (3 Votos) Índice del Diario: Costa oeste de EEUU y parques nacionales-2014
01: 1º DÍA- VIAJE A LOS ÁNGELES
02: 2º DÍA- INICIO DEL TOUR- LOS ÁNGELES-PHOENIX/SCOTTSDALE
03: 3º- PHOENIX/SCOTTSDALE- SEDONA-GRAND CANYON
04: 4º DÍA- GRAND CANYON- MONUMENT VALLEY- CANYONLANDS- MOAB
05: 5º DÍA- MOAB-ARCHES-FLAMING GORGE-ROCK SPRINGS
06: 6º DÍA- ROCK SPRINGS-GRAND TETON-JACKSON HOLE
07: 7º DÍA- JACKSON HOLE-YELLOWSTONE
08: 8º DÍA- YELLOWSTONE- SALT LAKE CITY
09: 9º DÍA- SALT LAKE CITY- BRYCE
10: 10º DÍA- BRYCE- ZION- LAS VEGAS
11: 11º DÍA- LAS VEGAS-DEATH VALLEY- LAS VEGAS
12: 12º DÍA- LAS VEGAS-MAMMOTH LAKES
13: 13º DÍA-MAMMOTH LAKES-YOSEMITE
14: 14º DÍA- YOSEMITE ÁREA (MARIPOSA)- SAN FRANCISCO
15: 15º DÍA- SAN FRANCISCO
16: 16º DÍA- SAN FRANCISCO- MONTEREY- CARMEL- STA. MARÍA
17: 17º DÍA- STA. MARÍA- LOS ÁNGELES
18: 18º DÍA- LOS ÁNGELES
19: 19º DÍA- LOS ÁNGELES- DISNEYLAND
20: 20º DÍA- LOS ÁNGELES
21: 21º DÍA- LOS ÁNGELES
22: 22º DÍA- LOS ÁNGELES - San Diego
23: 23º DÍA- LOS ÁNGELES
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Etapas 1 a 3, total 23
Unos poquitos años después de haber visitado una pequeña parte de la costa este de EEUU tocaba ir a la costa oeste (dejando aparcadas por el momento otras opciones vacacionales como Thailandia y Camboya o Canadá). El viaje lo realizamos en parte por libre y en parte organizado. Después de haber hojeado algunos catálogos y de haber ido varias veces a una agencia al final decidimos comprar por libre los billetes de avión y contratar el circuito directamente con una empresa americana. Nos habíamos enterado que todas las mayoristas que ofrecen en España viajes a EEUU acaban contratando a una empresa de allí llamada Alliedtpro. Resulta que existe la posibilidad no de contactar directamente con ellos pero sí con otra empresa americana llamada Take Tours, que te da los mismos circuitos que vemos en los catálogos en España pero a un precio muy inferior. El coste final del viaje se encareció un poco por el vuelo que escogimos. Al parecer si haces escala en un punto americano (vuelos de precio mucho más bajo) tienes que recoger las maletas y volver a facturarlas por no hablar de pasar el control. Sin embargo, haciéndolo por punto europeo evitas esa circunstancia un tanto engorrosa.
Todo, no obstante, es cuestión de gustos. Una decisión personal al fin y al cabo. El vuelo que nosotros escogimos (con seguros incluidos) superaba en mucho ofertas más económicas como la de Norwegian pero nos daba la seguridad de ir en American Airlines (AA) en dos vuelos operados por Iberia a la ida (vía Londres), por la misma AA de Los Ángeles a Londres a la vuelta y por British airways de Londres a Barcelona, todas ellas de reconocido prestigio. Nunca que he volado con Iberia en este tipo de trayectos largos he tenido problemas. Tampoco los he tenido con British y cuando fuimos a Nueva York con AA todo fue perfecto. En este caso sólo se pueden destacar pequeños detalles de organización. Cuando llegamos al aeropuerto el día de la salida les constaban los billetes hasta Madrid pero “alguien” no los había colgado en el vuelo correspondiente por lo que no se podía hacer la reserva de asientos hasta que no se arreglara. Después de unos minutos todo quedó solucionado y en un pequeño sustillo y pudimos salir a algo antes de las 9 de la mañana, apenas unos minutos después de la hora prevista. Es importante no entretenerse mucho en vuelos con destino a América y llegar pronto a las puertas de embarque (como te recuerdan por megafonía) porque realizan controles aleatorios a los viajeros. Prácticamente de cada dos o tres personas parecía que revisaban a una. Se trata de controles rutinarios aunque algo engorrosos de tu persona y tu equipaje de mano. Por lo menos esta vez podían reunirse luego con sus acompañantes. En mi viaje a Nueva York me obligaron a embarcar sin avisar a nadie. El avión tiene el tamaño de todos los que hacen vuelos transoceánicos y dispone de pantallita de TV personalizada, cosa que se agradece porque distribuyes tu entretenimiento del modo que más te gusta. Salió de Madrid con un retraso considerable y tardó en aterrizar en Los Ángeles 11 horas 50 minutos, tiempo más que suficiente para escuchar música, cerrar algo los ojos (raramente puedo dormir en un avión) y ver cuatro películas (la horripilante Pompeya, El halcón maltés, Ocho apellidos vascos-al fin- y Justin y la espada del valor). Tampoco dejaron de lado nuestra alimentación; nos dieron comida tres veces, ya fuera desayuno, cena o un sándwich. No es cosa de quejarse. Una vez que llegas a Los Ángeles conviene saber de qué modo puedes llegar a tu hotel. Como tuvimos ocasión de ver a lo largo de nuestro viaje, la ciudad tiene un tamaño descomunal y los taxis son de todo menos baratos. Algunos hoteles disponen de servicio de shuttle, en el caso de Hilton LAX que nosotros escogimos gratuito. Los shuttle se cogen a las salidas de las terminales, en el lugar indicado con letreritos rojos. Es importante fijarse bien en los letreros que llevan porque pasan muchos con destinos distintos. El hotel Hilton del aeropuerto es un establecimiento de 4 estrellas que cumple con todas las necesidades del viajero. El único inconveniente (que también es una ventaja) es estar cerca del aeropuerto por lo que personas con oído muy delicado podrán sentirse molestas por el ruido de los aviones. En mi caso no me molestó en absoluto. Efectivamente desde la ventana de mi habitación de veía cómo iban aterrizando pero tenía tanto sueño que caí como un fardo sin que nada me impidiera dormir como un angelito toda la noche (ni siquiera el temido jet lag). Etapas 1 a 3, total 23
Según habíamos concertado a las 7 de la madrugada nos pasarían a recoger por el hotel para empezar el tour que habíamos contratado, 16 días por la costa oeste incluyendo una buena parte de los parques naturales con los que cuenta EEUU. Veinte minutos antes de la hora ya habíamos hecho el check in y esperábamos en el hall del Hilton Lax. Y esperamos y esperamos… hasta que llegadas las 7.30 nos dio la impresión de que algo raro pasaba. Y tanto. La cosa es que según supimos después “alguien” había apuntado mal el lugar de recogida y el guía pasó de largo. Gracias a la inestimable ayuda del conserje del hotel se arreglaron las cosas. Él se encargó de hablar con la sede de la empresa (nada menos que en Nueva York) y todo se solucionó cogiendo un taxi hasta el Downtown, al hotel Hilton Doubletree, el otro lugar de salida, donde nos estaban esperando. La broma costó 60 dólares (70 con la inevitable propina) que, por suerte, pagó la empresa.
Una vez resueltos los problemas que por poco estuvieron por dejarnos más colgados que un chorizo en Los Ángeles empezó al fin el recorrido. El guía hablaba en un perfecto castellano (cosa que es de agradecer) y el grupo tampoco es muy extenso (21 personas, 17 españoles y 4 italianos). Salimos de la enorme ciudad de Los Ángeles por la interestatal 10 e hicimos la primera parada dos horas más tarde en una reserva india, que nos dicen que en California toman el nombre de rancherías. Nos llama la atención saber que los indios, en este caso los cabazon (de los que no había oído hablar nunca, lo mío eran los apaches o los sioux), suelen tener casinos. En la mayoría de estados de EEUU el juego está prohibido (ya sabemos que en Nevada no) pero no pasa lo mismo si el local está dentro de las reservas por lo que los indios se aprovechan. Así que si los blancos antes les quitaron sus tierras y sus modos de subsistencia ahora ellos se lo devuelven quitándoles el dinero que tienen en los bolsillos. En nuestro caso sólo pasamos por al lado del casino, en la localidad (por llamarlo de algún modo ya que allí empezamos a ver que los pueblos y ciudades tienen forma de todo menos de eso) de Cabazon (sí, se llama como la tribu) y sólo paramos un momento en un área de servicio para ir al WC y comprar algo de desayuno. Que nadie vaya pensando, de todos modos, que en esos lugares va a encontrar alcohol. Terminantemente prohibido el alcohol en las reservas ya que, como de todos es sabido, es una de los grandísimos problemas que tradicionalmente han tenido los indios. Por cierto, fue una ley de 1875 promulgada por el General y luego presidente estadounidense Ulysses Grant la que confinó a los indios americanos en reservas. Después de un descanso breve continuamos camino a través del desierto de Mojave, paso obligado en nuestro camino hacia Arizona. Se trata de un extenso terreno cubierto de algunos arbustos, algo que suele chocar si pensamos en un desierto. Gran parte de la vegetación que vemos se conforma por el árbol Joshua, un peculiar arbusto que al parecer sólo crece allí. Vive unos 200 años y sus hojas puntiagudas le ayudan a vivir en un lugar tan extremo ya que las espinas almacenan el agua. Nos contaron que el Joshua tree está emparentado con la yuca. En él encontramos algunos de los atractivos turísticos de la Costa oeste que visitaremos en este viaje, como Las Vegas o el Death Valley. El Ejército también controla una parte del desierto, donde se han establecido instalaciones militares y zonas de prácticas de armamento. El día no dio mucho más de sí en cuanto a las visitas se refiere. Se trataba de unas de esas jornadas de traslado algo sosas en las que poco más tienes que hacer que mirar el paisaje que te rodea. Atravesamos el valle de Yucca, lleno de molinos de energía eólica, y paramos para comer en Blythe, en un área de servicio. Decidimos entrar todos en un establecimiento de Carl’s Jr a comer la típica comida americana (es decir, hamburguesas o pollo rebozado con patatas y el refresco de rigor). Al cabo de una hora proseguimos el viaje y pasamos por el llamado Sun Valley, ya en Arizona, donde vemos un montón de casas nuevas en las que no vivía nadie y que fueron el fruto del boom inmobiliario que acabó estallando. Vamos, como en España. Nos alojamos en el hotel Hampton Inn and suites del Happy Valley de Phoenix, la capital del estado. Se trata de un establecimiento muy agradable que dispone de piscina al aire libre. Aprovechamos que llegamos temprano para darnos un baño y meternos también en el jacuzzi, aunque poco rato porque el agua está ardiendo y hace mucho calor. hamptoninn3.hilton.com/ ...Center.jpg Los que quisimos tuvimos la opción de ir por la noche (extra) a una cena cowboy en un establecimiento al que vi que sólo van americanos y algún turista aislado. Según he tenido ocasión de ver después este sitio, llamado Rustler’s Rooste, se fundó en 1971 y cuenta con una clientela fija que suele acudir allí a celebrar sus acontecimientos más destacados. Seguramente por eso estaba lleno de gente que cumplía años. En las puertas del restaurante te recibe su mascota, un enorme toro (ellos dicen que es un buey de cuerno largo) llamado Horney que pasa bastante de nosotros a pesar de que nos pegamos a las verjas para hacerle fotos. Las paredes del restaurante están forradas en madera y todo se encuentra decorado muy al estilo del viejo oeste. En medio de la enorme sala un grupo de country canta mientras nosotros cenamos. No resultan para nada molestos. Mientras nos preparaban la cena salimos a dar una vuelta por el exterior, también curiosamente decorado con paja, botas, paredes pintadas con fachadas de edificios típicos de los pueblos de las pelis (el salón y demás). La cena es un menú prefijado que consiste en ensalada, pan con mantequilla y un plato que lleva carne (el famoso steak americano bien hecho), mazorca de maíz, verdura y una patata asada que puedes aliñar con queso rallado o con una mezcla que parece de carne a la barbacoa. De postre tuvimos helado (aunque, como uno de los chicos del grupo cumplía años, también tuvimos tarta de chocolate). Ah, y para terminar (lo olvidaba), el sempiterno algodón de azúcar, al que creo que los americanos son adictos. Como nadie del grupo quiso bailar al final decidimos volver al hotel y ponernos a descansar porque a la mañana siguiente tocaba salir a las 7.30. 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Nos despertamos temprano para poder dejar las maletas a las 7 fuera de la habitación (los empleados del hotel las recogían y las llevaban al bus) y salir puntualmente a las 7.30. No hablé del conductor, un americano muy agradable que hacía su trabajo muy bien.
Cogimos la interestatal 17 y nos dirigimos al primer punto de nuestras visitas del día. Durante el camino vemos varios curiosos y enormes cactus que reciben el nombre de saguaro. Tuvimos la suerte de parar para hacernos la foto con algunos de ellos (aunque nosotros ya lo habíamos hecho con uno que se erguía ante la puerta de entrada del hotel). Son los cactus más enormes que he visto nunca. Miden entre 12 y 18 metros de altura (he leído que se ha dado un caso de más de 23) y pueden tener varias ramas que son más altas que yo. El guía, ya de nuevo en el bus, también nos habla un poco de los indios y nos reitera que en las reservas tienen prohibido el alcohol. También nos explica qué es el pan indio, una especie de tortilla mexicana hecha con los frijoles que se extraen del palo verde, arbusto muy típico de la zona que tenemos ocasión de ver y que, como su nombre indica, tiene el tallo completamente verde. También toma el nombre de “Palo verde” una importante central nuclear situada en Wintersburg, estado de Arizona, a unos 80 km al oeste de Phoenix. Se trata de la mayor central nuclear de los EEUU que da energía a unos 4 millones de personas. Siguiendo con los indios, el guía nos cuenta también que fabrican una cerveza con el higo chumbo que suelen beber en una fiesta que se celebra en la ciudad de Flagstaff. Y con estas explicaciones sobre los antiguos pobladores de aquellas tierras llegamos a uno de sus asentamientos, el llamado castillo de Montezuma. Dejamos el bus en el aparcamiento y mientras el guía fue a comprar las entradas entramos al WC y leímos alguna de la información que nos ofrecen en el pequeño centro de visitantes. Después emprendimos un corto camino hacia las ruinas de aquella estructura de ladrillos de adobe de cinco pisos de altura. Se ha datado en el año 1100 y al parecer era la casa donde vivían 8 familias de los indios sinagua, una tribu que aparentemente pertenecía a los anasazis, habitantes del actual estado de Arizona y que ya no existe. La estructura fue abandonada posiblemente por una sequía importante que duró 50 años y fue descubierta en el siglo XIX, durante la Guerra civil americana. A pesar de que lleva el nombre del famoso dirigente azteca no tiene nada qué ver con él. Pero como entonces no se sabía nada de los mencionados sinagua a los que lo encontraron les pareció que tenía un cierto parecido con las construcciones de los viejos habitantes de México. A pesar de llamarse indios sinagua no es posible hacer la broma que su nombre viene dado por la escasez de la misma en el entorno porque el lugar es un vergel, bien protegido por los ranger y a pocos pasos del río Verde. Tampoco faltan los animales (vemos algunas ardillas, un pequeño lagarto y ya saliendo de la zona un correcaminos que pasa a toda prisa por la carretera y que en nada se parece al de los dibujos animados). Retomando nuevamente la interestatal 10 pasamos por el Oak Creek Canyon, un desfiladero formado por un río, el Oak Creek, un afluente del río Verde que ya vimos, y que presenta distintas formaciones de piedra arenisca roja. Una de esas piedras, ya muy cerca de la ciudad de Sedona, es la que recibe el nombre de Bell rock, una enorme formación rocosa roja que, mirada de cerca y desde el punto adecuado, tiene la forma de una campana. Se dice que tiene propiedades relajantes, espirituales, e incluso un aprovechado cobraba 75 dólares en los años 80 por sentarse sobre ella. Personalmente no le encontré a Sedona más atractivos que el propio entorno (espectacularmente hermoso) y algunas esculturas que poblan su centro. Por lo demás es una sucesión de tiendas, restaurantes y galerías de arte, todo de elevado precio. El nombre de Sedona proviene del primer sheriff y fundador de la ciudad, cuya esposa se llama así. Dejamos atrás Sedona después de haber pasado allí un buen rato y continuamos camino hacia uno de los platos fuertes del viaje, el Gran Cañón del Colorado (el Colorado, como muchos habrán supuesto ya, es un río; tenemos ocasión de verlo y no me parece demasiado grande aunque nos cuentan que hace 9 años pierde agua a pasos agigantados). Se dice del Gran cañón que es uno de los fenómenos geológicos más impresionantes del mundo y, desde luego, tal y como pudimos ver, más visitados. Su superficie total es de casi 5000 km2, con una profundidad que casi alcanza los 2000 metros y en algunas zonas los supera. Pensar que las dos riberas, la norte y la sur, están cerca es un error. Distan la una de la otra en 350 km y se necesitarían 5 horas de coche para ir de un lado a otro. Tampoco los visitantes de uno y otro lado son los mismos. Abundan en el sur y son escasos en el lado norte. También es importante decir que bajar por el cañón tampoco es tarea fácil. Es algo sumamente controlado y que requiere de requisitos estrictos. Lo mismo ocurre con la práctica de rafting en el río. Que nadie piense que el Gran cañón es un lugar pelado, casi desértico. A su alrededor se extienden grandes cantidades de árboles, muy densos en muchas zonas y en su mayoría pinos ponderosa, de tronco rojizo, y donde abundan los animales (wapitis –una especie de ciervo- o ardillas en su mayoría). Tampoco ha sido siempre un lugar donde no ha habitado ningún ser humano. Se han encontrado restos de presencia humana del segundo milenio antes de Cristo y que los ya mencionados indios anasazis vivieron allí hacia el año 500 y hasta el siglo XII. Observar el cañón puede hacerse fácilmente de dos maneras: sobrevolándolo en helicóptero o desde alguno de los miradores. El precio del helicóptero es elevado y dura media hora pero al parecer (yo no subí a causa del vértigo) te sumerge de tal modo que puedes verlo en su extensión. Eso sí, sólo puedes llevar contigo la cámara de fotos y tienen que pesarte antes para decidir qué lugar ocuparás en el trasto. Para los que no tengan dinero o ganas, los miradores son la solución idónea. Nosotros estuvimos en la ribera sur y pudimos pasear por ella, alcanzo algunos de los puntos dispuestos para tal fin. Tengo que admitir que me decepcionó un poco, quizás porque estuve demasiadas horas allí (hasta que llegaban los que había subido en helicóptero y luego un buen rato más) y lo acabé aburriendo. Sus formas me parecieron tan semejantes que mirarlas durante cuatro horas no ayudó mucho. Eso sí, hice “amistad” con una preciosa ardillita. Se te acercan sin mucho miedo porque están deseosas que les des algo de comer. Llevaba casualmente pequeños panecillos en una bolsita, de esos crujientes del tamaño de una uña, e intenté darle uno. Ah, amiga, qué rico estaba. Ella no pensaba más que en meterse más y más en los mofletes aunque para cogerlos tuviera que subirse sobre mis piernas e intentar hurgar dentro de mi mochila. Gracias a eso pude tocarla, tan suave y pequeñina, y todos los turistas que había por allí dieron la espalda al cañón y se pusieron a fotografiarnos a ambas. Luego supe que alimentar a los animales está prohibido por los rangers porque no les hace bien comer nuestra comida (demasiado salada para ellas). Bueno, ya estaba hecho. Esa noche nos alojamos en el Canyon Plaza resort, muy cerca del cañón. Se trata de un gran complejo hotelero cuyas habitaciones tienen un salón con sofás, TV, nevera, microondas y dos camas enormes. También tiene piscina pero a esas horas refrescaba y no apetecía bañarse. Se encuentra en la población de Tusayan, cuyo único encanto está en encontrarse a dos millas de la entrada del parque. Eso sí, los precios se elevan por esa circunstancia. Después de dejar las cosas en la habitación, salimos a dar una vuelta y a comprar algo para comer el día siguiente. El guía nos había dicho que si llevábamos bocadillos para comer en el bus nos podía dar una sorpresa adicional. Tusayan tiene un cine IMAX que proyecta una película sobre la historia del cañón producida por National Geographic y que había visto ya en casa en DVD un par de veces. Como no me apetecía verla otra vez decidí dar una vuelta por la tienda, leer algo de información que proporcionan en el mismo edificio sobre la famosa formación e ir a comprar a una de las tiendas del pueblo. Puedo afirmar que es caro. Etapas 1 a 3, total 23
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