Martes, 15 de Agosto:
Hoy el pronóstico del tiempo era regular, básicamente lluvia todo el día, así que temíamos por nuestros planes. Por la mañana nuestra intención era visitar la zona de la estación de Tokyo, Palacio Imperial, Ginza, etc. Llegamos a la estación, que tiene una clara inspiración europea, al menos por fuera. A mí me recuerda a la estación central de Amsterdam. Antes de salir a la calle buscamos la "Character Street", una calle subterránea dentro de la estación con tiendas sobre distintos personajes de ficción como Pokemon, Tamagotchi, Snoopy, Hello Kitty, Totoro, Snoopy, Ultraman, Doraemon, etc. Está abierta todos los días de 10h a 20:30h. Para llegar es bastante fácil, sólo hay que seguir las indicaciones hacia la salida Yaesu y bajar las escaleras hacia la planta B1F marcada como Tokyo Eki Ichiban Gai y seguir los carteles hacia Tokyo Character Street. Había varias tiendas con personajes manga y otras frikadas por el estilo, pero a mis compañeros de viaje les gustó sobre todo la tienda dedicada en Exclusiva a Shinchan. De hecho, Víctor tiene un pijama de este dibujo animado y fichó varias cosas para comprar en otro momento.
Ya en la calle nos dirigimos primero hacia la zona del Palacio Imperial, residencia oficial de la familia real japonesa. El Palacio Imperial está situado en los terrenos del antiguo castillo de Edo. En 1868 cuando Japón se abrió al mundo y se terminó el shogunato, la residencia imperial se fijó en Tokyo. Se podía acceder a los terrenos interiores del palacio reservando previamente en sankan.kunaicho.go.jp/ ...index.html pero a partir de 2016 han facilitado el acceso y aumentado el número de personas por día. Los jardines Orientales del Palacio Imperial o Kōkyo Higashi Gyoen están abiertos todos los días menos los lunes, viernes y ocasiones especiales, se sitúan en la zona donde antaño se encontraban los antiguos círculos de defensa del castillo de Edo. Hoy en día sólo quedan las puertas de entrada, algunas torres, muros y fosos.
Lamentablemente cuando nosotros llegamos, aparte de llover, estaba todo cerrado y con vallas y guardias de seguridad, no estaba permitido el acceso a ningún punto del palacio, así que nos conformamos con ver lo que pudimos desde fuera. Después nos fuimos andando hacia la zona de Ginza, seguía lloviendo pero era soportable con un paraguas. Fuimos contemplando la zona de rascacielos y el distrito financiero, algo que normalmente no me llama demasiado la atención. Ginza es el barrio del lujo y de la moda. A quien le guste ir de tiendas aquí disfrutará mucho porque están presentes las marcas más conocidas mundialmente, pero la verdad es que no era nuestro caso. Dimos una vuelta por allí y encontramos un restaurante español, pero no entramos ya que para comer teníamos otros planes.
Estuvimos buscando y preguntando por un Kit-Kat Chocolatory que había leído que estaba por la zona, pero no hubo manera de dar con él. Estos establecimientos son boutiques dedicadas en exclusiva a vender Kit-kats, ya dije que en Japón causan furor, pero en modo pijo, algo así como las tiendas de Nespresso. Nos quedamos con las ganas ya que parecía que se lo había tragado la tierra, nadie sabía donde estaba y ni les sonaba. Empecé a pensar que lo habían cerrado o que yo me había equivocado al buscar la información.
Nos dio la hora de la comida y para ese día teníamos un plan especial. Nuestra amiga Isa estudió en Granada y allí conoció a una chica japonesa con la que aún sigue teniendo contacto. Cuando le dijo que íbamos todo el grupo a Japón quiso quedar con nosotros para ver a Isa y conocernos a los demás, así que organizaron la quedada para este día ya que Chíe, que es como se llama, vive en Tokyo. El restaurante que Chíe había elegido estaba muy bien, se encuentra en los sótanos de un edificio y recrea como una especie de ciudad antigua japonesa, con sus calles, sus casas, un puente... y cada una de las casas es como un reservado para un grupo. Cuando llegamos Chíe ya estaba esperando y tras las presentaciones y besos de rigor pedimos la comida. Pasamos un rato muy agradable, ella nos preguntaba por nuestro viaje, qué cosas habíamos visto, etc., y también nos contaba cosas de su vida allí, de su familia, su niña pequeña, etc. Además, Isa nos invitó a todos porque 3 días antes, estando en los 5 lagos, fue su cumpleaños
Cuando salimos de nuevo a la calle no llovía, diluviaba, así que cancelamos los planes que teníamos para esa tarde que eran ver la Torre de Tokyo y alrededores. En vez de eso nos fuimos toda la tropa a buscar alguna cafetería cercana para tomar un café y seguir la sobremesa. ¿Y qué encontramos? ¡¡El Kit-kat Chocolatory!! Estaba prácticamente al lado del restaurante y además de tienda en la planta baja, tenía una cafetería en la primera planta. Pasamos la tarde allí pidiendo cafés y tartas o helados, todo a base de Kit-Kats de diferentes sabores, y yo aparte compré una edición limitada de chocolate negro que me costó la mitad del presupuesto del viaje a Japón
Cuando llegó la hora de que Chíe se tenía que ir nos despedimos de ella pero quedamos en volver a vernos otro día antes de nuestro regreso a España. El resto de la tarde la dedicamos a seguir paseando por el barrio, aprovechando que había dejado de llover, hasta que llegamos al teatro Kabukiza. Este teatro es toda una institución de la cultura japonesa y está reconocido como Patrimonio de la Humanidad. El edificio original fue construido en 1889 por el periodista Fukuchi Gen’ichirō, famoso por ser el autor de varias obras de kabuki pero ha sido destruido y reconstruido en varias ocasiones, y abrió de nuevo en 2013.
En todo Japón hay varios teatros de este estilo, donde se representan obras de corte tradicional en la que sólo los hombres pueden actuar, incluso representando los papeles femeninos. Estas representaciones pueden durar horas y son duras de seguir para los extranjeros ya que representan el japón feudal y todo en japonés íntegramente, así que no son muy populares entre los turistas. Sin embargo, el Kabukiza de Ginza da la oportunidad de comprar entrada para un sólo acto, normalmente el último, que suele durar entre 45 y 60 minutos. Eso fue lo que hicimos nosotros. Como llegábamos a tiempo hicimos la cola pertinente y pudimos entrar en el último acto de la representación de ese día. La verdad es que lo tienen muy bien organizado. La entrada que venden a los extranjeros para este último acto es arriba del todo, en el gallinero, y de pie, pero se ve bien el escenario y nos resultó una experiencia de lo más entretenido. Con la entrada te dan un folio donde se describe en inglés el argumento de los diferentes actos por lo que más o menos puedes seguir la historia. El final fue precioso, con una recreación de la sakura o floración del cerezo en el escenario. Yo lo recomendaría sin ninguna duda como forma de acercarse un poco a la cultura tradicional de Japón, y así sirve de contraste con la parte moderna de Tokyo.
Aquí os dejo un link con un reportaje sobre el teatro y se puede ver parte de alguna obra. No es la que vimos nosotros pero vale para hacerse una idea. Yo siempre creí que estas obras eran dramas, todo mu serio, pero en la que vimos nosotros debía haber parte de comedia y chistes porque el público asistente se reía a ratos