Hacía ya casi tres años que me apetecía conocer Asia Central, donde nunca había estado. He visitado muchos países asiáticos, ya sea en extremo oriente, el sudeste del continente o el subcontinente indio, pero nunca había estado por esa zona. Es curioso porque Kirguistán es un lugar donde “solo” puedes ir en verano, si quieres ver lo que a mí parecía más interesante (los semi-nómadas) pero en cambio es un mes muy malo para Uzbekistán, por las altas temperaturas. Pero bueno, ahora tenía tiempo y decidí que no quería aplazarlo más. Mi objetivo principal desde hacía años era Uzbekistán, pero buscando qué otros países de la zona podía ve en el mismo viaje di con Kirguistán, y pensé que juntándolos haría un viaje muy completo, como así fue. Combiné ambos países porque así era un viaje variado, con naturaleza en Kirguistán y cultura en Uzbekistán. De haber visitado solo uno de ellos creo que hubiera quedado una ruta algo incompleta. Lo que más motivaba de todo era el hecho de ser dos países de una zona del mundo que no conocía y que eran islámicos y exsoviéticos, con lo que ello comporta de variedad cultural, lingüística, gastronómica y arquitectónica…una combinación que rompe estereotipos y que por ello me parecían dos lugares muy motivadores.
