Mi intención, como he dicho, era pasar solo dos noches en Samarcanda, y no tenía el tren a Tashkent hasta la tarde, así que esa mañana, de algún modo, “me sobraba”. La hospitalidad de la gente era magnífica, pero el barrio antiguo no tiene mucho encanto, como he dicho, y los monumentos “visitables” ya los había visto un montón de veces…con todo, me había reservado para esa mañana, para llenarla, el mausoleo de Sharizinda. Un lugar muy recomendable, la verdad. Y, además, hay buenas vistas de Bibikhanum, así como un cementerio interesante de ver.
No había billetes en tren rápido a la capital, así que tardé tres horas, y en clase VIP (es decir, en una cama). Llegué aun de día y me fui a dar una vuelta, y realmente ya me hice una idea de la ciudad: típica metrópolis estalinista, de anchas avenidas y edificios mastodónticos…nada que ver con Bishkek.
Me leventé temprano al día siguiente porque solo tenía esa mañana para visitar la capital y, aunque había leído que no había mucho que ver, creo que unas pocas horas es demasiado poco tiempo…era el problema de no haber encontrado billete desde Samarcanda el día antes. Me fui en metro hasta Chorsu Bazar, un mercado realmente impresionante. Por cierto, este sistema de transporte público funciona muy bien, es el típico de la era soviética y, aunque las estaciones no impresionan tanto como algunas de las de Moscú, sí que son interesantes de ver. Aunque no llegué a Kast Imom por falta de tiempo, anduve por sus anchas avenidas, sobre todo la Navoi, hasta pillar el metro para ir a lo que se puede considerar la plaza principal de la ciudad, la de la estatua de Timur (Tamerlán) y el impresionante edificio soviético del Hotel Uzbekistán. No había tiempo para más, tenía que ir al aeropuerto a pillar el avión de vuelta a casa…previo paso de un día en Minsk.

