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Tercer día y amaneció un poco como queriendo llover… Para ese día teníamos preparado ir al Museo Vasa, el más visitado del país. Se trata de un museo dedicado a un barco que se hundió (el Vasa) nada más salir en el siglo XVII.
Se encuentra en la isla de Djurgården, que si bien no está lejos, dependiendo de donde estéis puedes tardar un poco en llegar. Así que aprovechando que teníamos el billete del transporte de 24 horas del día anterior, decidimos usarlo. Porque para llegar hay varias maneras:
- En tranvía, el nº 7. Lo cogimos en Hamngatan, enfrente del restaurante Friday’s y del parque Kungsträdgården. La parada para bajaros es Nordiska Muséet, Vasa Muséet.
- El Bus 69, que era la opción que queríamos coger, pero con el festival y las múltiples obras que hay por la ciudad (porque están en pleno boom del ladrillo, hay por todos lados macro obras) que pasa por la estación Central, pero en nuestro caso nos dijeron que estaba cortado, y que era mejor opción el tranvía.
- Un barco, que te entra dentro del billete de transporte, y se coge en Nybroplan. Es la opción que cogimos para volver ya que sale desde el Parque de Atracciones
Como consejo, os diría que entréis pronto, nosotros lo hicimos a las 10:15h porque lo leímos en un blog y un acierto, cuando salimos la cola era inmensa.
El precio es de 11€ la reducida y 13€ el adulto. Es un museo totalmente recomendable, todo gira en torno al barco que es...espectacular.
El “barquito” lo mandó construir el rey Gustavo Adolfo II Vasa, un lumbreras que combatía contra su primo y decidió hacer un barco más grande que el suyo… tan grande que salió y a los pocos metros volcó y se hundió… y allí, en el mar Báltico estuvo 333 años hasta que lo descubrieron y lo sacaron. Y os aseguro que lo que veis en la foto no hay nada reconstruido, el frío hizo que ningún animal habitara en él y se ha conservado perfectamente. En el museo podéis verlo en varios pisos para contemplarlo de todos los ángulos, además de tener informaciones diversas de todo lo relativo.
En cuanto salimos dos horas o así después, la cola llegaba prácticamente donde nos había dejado el tranvía! En esta isla, también se encuentra el museo al aire libre de Skansen, que ofrece un recorrido por la historia del país, con construcciones típicas, una granja y un zoológico. Leí opiniones de todo tipo diciendo algunos que sí merecía la pena y otros que no. Lo que si decían todos es que llevaba alrededor de 4 horas y el tiempo debía ser lo mejor posible y en nuestro caso amenazaba con lluvia. Por lo tanto, no fuimos así que no os puedo decir si vale la pena o no.
Dimos una vuelta por esta parte de la isla, dirigiéndonos al museo Abba, que queríamos ver por fuera, donde te puedes hacer una foto como si fueras un miembro del grupo. Supongo que para los verdaderos fans debe ser una maravilla, pero no era el caso. Para los amantes de la música, como yo, no sólo está Abba como grupo de referencia, sino que también tienen otros artistas de gran renombre internacional de música Pop como Zara Larsson, Tove Lo, Icona Pop o grandes DJs de la electrónica, como el malogrado Avicci (que permitirme la licencia de alejarme de lo turístico os recomiendo su documental True Stories en Netflix que os ayuda a entender mejor porqué se suicidó), Axwell & Ingrosso, Kygo y un largo etc. Yo siempre busco radios locales para escuchar en el hotel y encontré la radio NRJ que mezcla todo esto que aun hoy sigo escuchando.
Como ya he comentado, decidimos coger el barco para volver, que se coge donde el parque de atracciones. El trayecto entra dentro del billete de transporte, por lo que nos montamos el que iba en dirección a Nybroplan. Dando un paseo, acabamos en Gamla Stan, donde decidimos comer por fin, una comida típica.
Antes, decidimos entrar dentro de la Catedral de Estocolmo, el precio de la entrada son 5€ la reducida y 6€ la normal. Os dejo una imagen para que decidáis si vale la pena o no, la verdad es que está bien.
Con respecto a la comida, había dos cosas que nos había llamado la atención: las albóndigas y Plankstek, que consiste en unos filetes de ternera con una especie de puré de patatas (patatas duquesa) y salsa bearnesa. Después de comparar precios, acabamos en un restaurante italiano, pero que ofrecía ambos platos. Las albóndigas costaban 16.50€ y el Plankstek 18€, todo ello acompañado de agüita del grifo muy sana y barata
. Os dejo foto de ambos platos
El restaurante se llamaba Agaton y está en Västerlånggatan nº 72 y estaba buenisimo la verdad, comida de buena calidad en un ambiente agradable. Allí nos encontramos con un camarero de Alicante, hecho del que nos dimos cuenta al pagar la factura, porque nos escuchó hablar en español entre nosotros, hasta el momento ninguna de las partes había caído.
Una vez que acabamos, seguimos amortizando el billete en el metro, yendo de Gamla Stan a T-Centralen, donde empezaba a las 15 horas el tour por el metro.
Cada estación de metro (unas 90 en total) están decoradas con diferentes motivos, lo que representa obras de artes en cada parada. Lo hicieron así para darle un poco de alegría a las idas y venidas del trabajo, y la verdad es que es espectacular. Desde su consorcio de transportes, organizan dos tours al día, uno en sueco y otro en inglés, por varias de las estaciones. Es totalmente gratuito, salvo contar con un billete de metro, claro. El punto de reunión en la estación central, o T-Centralen, en la esquina donde se encuentra la empresa de SL, que es como se llama. Para que os hagáis una idea de donde es, está muy cerca de la plaza que hay cerca de los grandes almacenes de Åhléns. Ante cualquier duda, como hay bastante personal en la estación, podéis preguntar donde es. Eramos bastantes, la gran mayoría españoles e italianos (que nos preguntaron las guías que hacíamos en este país tan frío) por lo que nos separaron en dos grupos. Nos tocó una guía llamada Margaretta, que se enrollaba más que las persianas, y que se le olvidaban constantemente cosas, pero la mujer lo hizo bien y valió la pena. El recorrido dura una hora, y depende de cuántas estaciones te de tiempo a ver. Nosotros solo nos dió tiempo a:
T-Centralen, representando distintas profesiones.
Kungsträdgården, una autentica cueva, agua incluida, con múltiples alegorías a la naturaleza.
Rådhuset, espectacular con su roca madre.
Aunque no entendáis bien inglés, os lo recomiendo igualmente, o al menos ir por vuestra cuenta a estas tres estaciones, porque son únicas, me quedé con las ganas de ver más.
Ya por la tarde, estaba chispeando (demasiado había durado) así que nos dispusimos a hacer un tour en barco, ya que son techados (saben bien que que haga buen tiempo es más raro que que haga malo). En cuestiones de recorridos en barco, tenéis dos opciones principalmente: el barco por el Archipiélago, que debe ser una pasada. Dura tres horas y, nota negativa, cuesta 64€ por persona. El otro, que fue el que hicimos, fue el Royal Canal Tour, un recorrido de 50 minutos que cuesta 22€.
Estos barcos se cogen enfrente del Grand Hotel, que está cerca del Museo Nacional, al otro lado del agua del Palacio Real. Hay diversos horarios, nosotros cogimos el barco a las 19:30h, cuando decidió pasar del chispeo a la lluvia de verdad (emoticono). Este recorrido, como comentado, es bajo techo y con los típicos auriculares que te van explicando todo lo que vas viendo. A mi me gustó bastante, por lo que os recomiendo hacer al menos, uno de ellos
Para cenar, tiramos de un clásico en nuestros viajes Pizza Hut, en la calle Hamngatan. Como orientación, una pizza pequeña cuesta 13€.
Tras esto, ya nos fuimos al hotel, que al día siguiente, nos íbamos de excursión!
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