A las 5:30 sonaba el despertador y sin perder tiempo, solicité el servicio por Grab para que fuera llegando el taxi mientras nos arreglábamos y recogíamos todo. Hicimos el check-out y llegamos al aeropuerto en 50 minutos y de nuevo por 75 MYR.
Esta vez íbamos a KLIA2, la terminal del aueropuerto de Kuala Lumpur desde la que opera Air Asia y otras low cost. Yo llevaba la mochila de 50 litros y otra típica de colegio casi vacía y mi novio la suya de 5º litros y un neceser, pero nos las hicieron pesar antes de entrar al control. Sabíamos que no podían rebasar los 7kg en total por persona, y como era de esperar, nos pasamos, así que toco redistribuir el peso entre las dos grandes y colgaros encima los impermeables, sudaderas, cáramra y llenar la riñonera hasta los topes… pero pasamos sin coste .
Llevábamos el check in hecho desde casa y sabíamos que nos tocaba sentarnos separados, para ailivio de mi novio porque no me gusta volar y me pongo bastante pesada en los vuelos. Antes de embarcar, compramos una trenza de queso y una napolitana por 9 MYR para desayunar y esperamos en la puerta de embarque gasta que llegó la hora.
El vuelo fue bastante plácido y las vistas, increíbles: Volcanes sobresaliendo de las nubes, islas paradisíacas…
Una vez en Lombok, pasamos el control de inmigración, que fue bastante ligero, cambiamos algo de dinero, e intentamos hacer uso de Grab de nuevo, pero en Indonesia la cosa cambia. No tienen permitido el acceso al aeropuerto… el conductor nos intentó dar señas para que quedáramos fuera pero no nos aclaramos así que tocó tomar un taxi normal. En concreto, un Blue Bird (los de color azul), que tienen fama de ser los más fiables…. Pero no nos lo pareció. El señor dejó a un viajero y nos dijo que le siguiéramos andando fuera del recinto porque los conductores privados les increpaban. Finalmente, subimos y le dimos la dirección del hotel pero en la entrada a Kuta (tras 20 minutos de trayecto) parecía estar bloqueada con unas vallas y un policía. El conductor habló con él el Indonesio y nos explicó que estaba cortado y empezó a pasear el coche para arriba y para abajo, preguntando a unos y a otros …. Y el taxímetro subiendo. Me empecé a cabrear y le dije que parara hasta que tuviera claro por donde ir. Que lo mirara en el mapa o que preguntara a quien fuera. El listillo decía que estaba cortada la entrada y que nos podía dejar justo ahí, que el paseo marítimo estaba muy cerca y todos los hoteles estaban allí. Yo le dije que le habíamos contratado para que nos llevara hasta el hotel y que hasta que no lo hiciera no le iba a pagar. Y menos mal, porque resultó estar justo en la otra zona. De nuevo hablo con el policía y esta vez, como por arte de magia, le dejó pasar a la ciudad y preguntando de nuevo nos dejó en el hotel. Nada contentos, le pagamos, pero entrando al recinto de Kuta Lemon Tree se nos pasó el cabreo. Un pequeño y sencillo oasis nos daba la bienvenida a Indonesia.

El hotel era propiedad un surfero joven de origen francés, su mujer y su adorable bebé. Allí vivian también varios jóvenes indonesios que tenían el recinto como una patena… te saludaban con sonrisas y los pobres no dejaban ni que una hoja de los árboles cayera sobre el camino de piedra.

Nos instalamos en nuestra cabaña y, como ahí mismo alquilaban motos un precio similar al que que yo llevaba apuntado (60.000 R/ día), ni nos lo pensamos y la alquilamos allí. Con nuestra scooter roja, bajamos al pueblo a cambiar más dinero y a comer.
En Lombok me pasó una cosa muy curiosa que luego se fue repitiendo en el resto del viaje. La primera impresión de Kuta no fue buena…” Esto son 4 chozas, no tiene nada”, pensé. Pues como me ocurrió con cada lugar que visitamos, me acabé enamorando de él… Todo empezó cuando paramos a comer en una de esas “chozas”. Pero choza literal: Bancos y mesas de bambú y techo de paja. Era el Earung (restaurante en Indonesio) Nana’s, uno de los que lñevaba apuntado. Estaba vacío perso nos sirvieron con esmero.
Una de las elecciones fue el plato típico de Indonesia, el Nasi Goreng, pero no tenía demasiadas expectativas puestas en él. Al fin y al cabo, ¿qué podía tener de especial un arroz frito? Pues no sé que sería, pero so aseguro que lo tenía. Estaba delicioso… sabía a arroz a banda valenciano, a socarrat, a calamar, lemon grass y a cilantro… maravilloso. Tambien pedimos el famoso mie goreng (fideos flitos) con una salsa riquísima, una cocacola y un batido de pepino, lima y zanahoria. En mis viajes Asia siempre restringía el consumo de zumos y batidos por desconocer la procedencia del agua y del hielo, pero antes del viaje había decidido que en Indonesia iba a soltarme la melena y disfrutar, porque además allí son bastante cuidadosos con el tema del agua potable y los turistas. El banquete nos costó la irrisoria cantidad de 70.000R. Indonesia ya me encantaba. Había leído que era bastante más caro que cualquier otra parte del Sudeste Asiático, pero de momento, ni por asomo.

Antes de seguir la ruta, fumos a un supermercado a comprar una loción antimosquitos de marca local (infinitamente más barata que el Relec en España) que resultó infalible. Ni una picadura.
Y por fin, comenzamos nuestra ruta. Subidas, bajadas y llanuras entre campos verdes de palmeras y arrozales, gente local en bici, niños que te saludaban al pasar, una luz preciosa , una temperatura ideal y cero tráfico. Os aseguro que se podía respirar la libertad. Qué maravilla de sensación y de paisaje.
Llegamos a la primera parada: Mawun beach, tardamos 15 minutos desde el hotel. Pagamos 10.000 por el parking y visitamos esta playa tan salvaje que estaba totalmente vacía. El cielo estaba algo encapotado y no se podían apreciar bien los tonos azules del agua, y las olas estaban un poco asalvajadas…. Aun así, dimos un paseo y disfrutamos del momento.

Conotinuamos hacia la famosa Selong Belanak, cuyos colores no pudimos apreciar mucho tampoco. Pagamos 10.000 R por el parking y paseamos por su extensa arena blanca y fina disfrutando del ambiente y de las piruetas de los surfistas. Esta playa es mucho más animada, hay restaurantes con música chill out y escuelas de surf y de yoga.

Antes de que anocheciera, emprendimos el camino de vuelta y aprovechamos para repostar gasolina en uno de los puestos con botellas que hay en todas las carreteras por….
Llegamos al hotel y nos pegamosun baño en la pisciana mientras conversábamos para después pasar a darnos una ducha en el maravilloso baño exterior de nuestra cabaña. Tras ponernos un poco al día con la familia y redes sociales, bajamos de nuevo al pueblo a cenar a Nugget’s Corner, famoso por sus pasteles.
Es un restaurante vegano con una cocina deliciosa y frecuentado por turistas, que en Lombok no nos parecieron bajo ningún concepto muchos. Cenamos redang con gravy negro (salsa típica), arroz, y tempeh (barritas de soja crujiente) y ensalada de quinoa, garbanzos, dátiles y hierba buena con un aliño cítrico. Se me hace la boca agua al recordarlo. De poste un cheesecake de plátano con base de oreo y nueces y, una de las mayores delicias de mi vida: Cheesecake de mango. La fama en los postres la tienen bien ganada.

El total de la cena fue de 235.000 R, incluyendo bebidas y tasas.
A las 10:30 y más felices que un lagarto al sol, nos fuimos a dormir porque los madrugones y cambios ya nos pesaban.
GASTOS DEL DIA PARA 2 PERSONAS
Taxi KL – Aeropuerto KL: 75 MYR
Taxi Aeropuerto Lombok – Kuta: 105.000 R
Alquiler moto: 60.000 R
Comida: 70.000 R
Gasolina: 20.000R
Cena: 235.000 R
TOTAL: 75 MYR (16€) + 490.000 R (30€) = 46€