Ya sabemos dónde vamos a ir, cuantos días vamos a estar, por donde entramos y por donde salimos. Con una propuesta de máximos, somos flexibles ante las diferentes cuestiones inesperadas que salen en un viaje. Lo importante es tener opciones para, llegado el momento, tener la capacidad de decidir cuál es nuestra mejor opción. Parecería que lo tenemos enfocado y la parte más complicada de los acuerdos ya se habría superado. Pero parece ser que a ambos nos abordan más inquietudes. Así que en el trayecto de un finde en el que vamos a visitar a los abuel@s maternos, nos sinceramos :
- “Tengo una angustia vital. Tengo la percepción que este es un viaje único y no me quedo tranquil@ como estamos gestionando la situación con nuestros padres. Por un lado, quisiera irnos nosotros solos. Por el otro, pienso que sin nosotros este viaje no lo harían nunca.”
- “Estoy de acuerdo contigo, y te agradezco que lo expongas con tanta sinceridad. Yo también le estaba dando muchas vueltas al asunto. Intuyo que cuando les dijimos que nos íbamos de viaje se quedaron con las ganas de apuntarse. Mi padre, incluso me pregunto al día siguiente cuantas horas de avión eran.”
El nudo gordiano se deshace en un trayecto de poco menos de 50 minutos, y acordamos que se lo vamos a proponer al llegar, y que nos invitamos a comer al día siguiente en casa de los otros padres para hacer la propuesta. También llegamos al acuerdo de que, independientemente de la respuesta (ya se quieran venir o no), no será condicionante para hacer la propuesta a los otros padres. La intuición se hace tangible al exponer el proyecto en la comida y la invitación de sumarse al mismo se consuma entre abrazos y alegrías :#l( . Nos confirman que habían estado hablando del tema y que hacer ese viaje les ilusionaba muchísimo. Tenemos a unos abuel@s confirmados!
Al día siguiente, nos presentamos a comer en casa de los abuel@s paternos con un calcetín muy especial. En nuestro viaje a Tailandia de hace más de seis años dejamos la ropa a lavar en una lavandería, donde los trabajadores marcaban la ropa de los clientes con un hilo de color. Ese hilo lo conservamos en un par de calcetines, en forma de nudo de color rosa intenso. Muchas veces hemos conversado en la sobremesa de lo que supuso ese viaje para todos y nos hemos reído al ver que tanto los abuel@s paternos como nosotros mismos tenemos prendas que guardan ese hilo. Así, y durante la conversación sacamos el calcetín con el hilo y exponemos que ya ha llegado de renovar ese lazo con otros colores, con los colores de EEUU y México. La emoción se desborda, nos abrazamos y sumamos dos elementos más a la expedición .
Somos una pareja afortunada de tener la familia que tenemos . Una familia que se quiere y respeta de extremo a extremo y que permite llevar a cabo este tipo de proyectos. Somos conscientes que tenemos mucho que aprender de este par de abuel@s a nivel de convivencia, cariño y respeto mutuo. Sin lugar a dudas, con otro tipo de relación entre ellos y con nosotros este proyecto hubiera sido bien diferente en muchos sentidos.