El hotel está bien, tiene un gran gimnasio, spa y piscina (necesitas gorro). En el precio está todo incluido. El desayuno muy bueno y las camas grandes. Buena opción si vas en coche, en 15 minutos estás andando, eso si por una calle con muchos edificios abandonados.
Salimos hacia Viana do Castelo y en una hora estábamos allí. Aparcamos en el parking cerca del río Limia. Nos dimos una vuelta por la calles hasta llegar a la Catedral y la preciosa plaza del ayuntamiento.

A las 13:30 estaban todos los restaurante llenos y encontramos hueco en el IN francesinhas. Sitio de francesinhas, pero hay también perritos y hamburguesas. Muy buena atención y sitio para una comida rápida.
Cogimos el coche y en 45 minutos estábamos en Braga. En el centro había alguna calle cortada y tuvimos que improvisar para encontrar un parking sin navegador. Acabamos en un centro comercial cerca de la iglesia de San Marcos. Bonita plaza donde también está la iglesia de la Santa Cruz. Caminamos hacia la catedral, pasando por la Casa dos Coimbras para llegar a la portada de la Catedral. Luego dimos una vuelta alrededor de Braga hasta llegar a la preciosa Casa do Raio. Sin duda lo que más nos gustó de Braga.

Cogimos el coche para ir hasta el parking donde se coge el funicular al santuario del Bom Jesus. Pero la cola era bastante larga, así que decidimos subir en coche. Pagando 1 euro entras en el recinto del Santuario, donde puedes aparcar. Aparte del santuario, hay un parque enorme donde había multitud de familias portuguesas pasando la tarde. Hay un pequeño lago con barcas también. Es muy interesante ver el sistema de contrapesado por agua que utiliza el funicular. De esta manera no necesita energía eléctrica para moverse. Disfrutamos de las vistas y visitamos el Santuario.

Tras más de media hora por carreteras secundarias llegamos al castillo de Guimaraes. Se puede aparcar gratis al pie del castillo. A esas horas ya había cerrado y solo pudimos verlo por fuera.

Dimos un paseo para ver la Iglesia de San Miguel y el Palacio de los Duques de Braganza. Bajamos el coche al parking del hotel y nos fuimos a cenar. Recorrimos la zona intramuros y se notaba que habían acabado las fiestas, no había gente en las calles. Pero en las plazas del Largo do Oliveira si que había muchos turistas cenando. La iluminación nocturna de Guimaraes le da una atmósfera increíble, la visita nocturna no hay que perdérsela.

Cenamos en el Buxa, pero el bacalao no estaba tan rico como el del Café Oriental. De todas formas no había mucho donde elegir porque los pocos sitios abiertos estaban llenos.