Nota: éste es nuestro segundo viaje por la zona, si quieres consultar el primero puedes visitar el anterior diario: www.losviajeros.com/ ...hp?b=16363
6 de septiembre de 2019
No será este un día memorable a incluir entre los mejores de nuestros viajes. Pese a la cercanía con Glacier y pese a las más que identificadas excursiones de impresionante paisaje que tenemos a apenas unos cuantos kilómetros, hoy será una jornada más bien irrelevante. Y lo será porque en un viaje de dos semanas coqueteando con la frontera entre el verano y el otoño, es inevitable que alguna vez la meteorología decida los planes por ti. Y eso ha decidido hacer, con un manto de grises nubes y poca previsión de que se marchen durante todo el día que dificultan mucho sacar todo el jugo a esta joya del estado de Montana.
Sabiendo que no hay ninguna necesidad de salir corriendo de la cabaña, esperamos en el calor de la cama a que amanezca. Cuando lo hace nos incorporamos para, todavía a cubierto, prepararnos el desayuno mientras seguimos batallando con una conexión a Internet que no es todo lo estable que nos gustaría para un día lluvioso. Entre bocado y bocado creemos oir a algo escarbando en la hierba alrededor de la cabaña, pero asomándonos por la ventana no vemos nada fuera de lo habitual y prefiero no exponerme a encontrarme a un ciervo -o algo peor- en pijama y zapatillas.

Ninguna prisa
Cuando el reloj alcanza las 10:00 el manto de nubes, pese a no desaparecer, gana varios metros de altura y parece dar una tregua a la lluvia. Lo consideramos nuestra señal para hacer la única y tranquila salida del día para conducir por esa Going-to-the-sun road que conecta la entrada al parque por Saint Mary con Logan Pass, uno de los centros neurálgicos de Glacier National Park.
No tardamos en superar la garita de entrada al parque, en el que sin apenas detenernos superamos la barrera tras enseñar nuestra entrada para 7 días obtenida el día anterior. Tras media hora en la que lo más vistoso que permite la luz del día es la gran extensión de azul -ahora muy apagado- del Saint Mary Lake, alcanzamos Logan Pass. Pese al aciago día para las excursiones, encontramos el aparcamiento al límite de su capacidad y el interior del amplio centro de visitantes abarrotado. Aquí dentro no contamos ni con conexión a Internet ni, lo que más ilusión me hacía encontrar, pegatinas con el logotipo del National Park Service para poner en el coche. Al parecer hay un problema de derechos por el que no pueden comercializar esa marca. Damos un pequeño rodeo por los alrededores del Visitor Center para confirmar que, miremos hacia donde miremos, la visibilidad es tan pobre que resulta absurdo afrontar ninguna de las numerosas excursiones que nacen aquí. Tendrá que ser mañana.

Ni con mal tiempo está tranquilo el parking

Por ahí se llegaría a Hidden Lake
Emprendemos el camino de vuelta para hacer una parada en el Saint Mary Visitor Center, junto a nuestra entrada. Aquí podemos acceder a Internet durante 30 minutos a cambio de registrar una dirección de correo electrónico. Tras una videollamada, descubrimos en el exterior junto al edificio un pequeño planetario de una sociedad astronómica que organiza jornadas de exploración de las estrellas aprovechando la, seguro, espectacular postal que debe permitir la poca contaminación lumínica de la zona. Algo a tener en cuenta si volvemos por tercera vez dentro de unos años.

El apagado Saint Mary Lake

Los bártulos de la Sociedad Astronómica
Son las 12:00 cuando estamos de nuevo en el complejo de las Glacier Trailhead Cabins. Pese a la lluvia parece que somos los únicos que no planean pasar todo el día fuera, ya que la ausencia de vecinos en toda la finca contradice el cartel de "No Vacancy" de la entrada. Aprovechando esa soledad, pasamos un rato en la cabaña común en la que contamos con más espacio para vaguear y mejor acceso a Internet. Aprovecho para pre-descargar en Netflix un par de capítulos de Élite para que L pueda verlos en nuestra cabaña, y mientras tanto navego por las tentadoras ofertas de juegos indie para Nintendo Switch en la tienda oficial. Cuando ya estamos listos para regresar a nuestro pequeño hogar la lluvia aprieta de tal forma que me sacrifico yendo a buscar el coche a unos 300 metros y regresando en él para evitar que L también quede empapada.
Es la hora de comer y para hoy habíamos coqueteado con la posibilidad de regresar al Johnston's Café, una cafetería y restaurante a escasa distancia de nuestra posición y en la que tres años atrás ya disfrutamos de un decente menu del día. Sin embargo tenemos demasiada comida en nuestra nevera que si no consumimos en breve no quedará más remedio que dejar tras nosotros, así que apelamos al sentido de la responsabilidad y descartamos el plan. La tarde pasa poco a poco con L devorando su nuevo "guilty pleasure" de Netflix y yo agotando la batería de la Switch, bendita videoconsola para días como el de hoy. Cuando la lluvia parece amainar lo suficiente como para que no sea una locura salir al exterior, me doy un paseo por los alrededores del complejo hasta descubrir el solar anexo en el que descansan una decena de autocaravanas que para mí quisiera.

Las vistas desde los alrededores de las cabañas

No vacancy, pero estoy solo...
De nuevo en "casa", descubrimos navegando por Internet que Montana es uno de esos pocos estados en EEUU que no aplica "Sales Tax", el equivalente al IVA español. De haberlo sabido, seguramente hubiéramos aprovechado el día de hoy para desplazarnos a algunas tiendas en busca de algún capricho. De todos modos no tenemos a una distancia prudencia ningún Simon Outlet de esos en los que damos rienda suelta a nuestro consumismo, así que tampoco podríamos aprovechar la ausencia de impuesto de lujo tanto como quisiéramos. Intentaremos de todos modos pararnos en algún Best Buy o Walmart cuando, en futuras fechas, nos dispongamos a abandonar Montana por el oeste antes de adentrarnos en Idaho.
El día termina con un capítulo de Orange Is The New Black acompañado de unos rudimentarios nachos con queso que llevábamos días anticipando. A las 22:00 y en previsión de madrugar mañana, apagamos las luces. Nos espera la última excursión del viaje, y pensar en ciertos tramos de ella provoca que me suden las manos. Cosas de tenerle respeto a las caídas al vacío.