Nos levantamos temprano para desayunar e ir a la terminal de autobuses de Río (Rodoviaria Novo Rio), fuimos en Uber hasta la terminal y compramos los tickets de bus en la empresa Costa Verde, que nos llevaría hasta Angra Dos Reis, el trayecto es de unas 3 horas y cuesta 58 reales (14 euros).
Al bajar en la terminal de Angra cogimos un bus que hace un recorrido circular y nos dejó en el muelle, de donde salen los barcos para Ilha Grande, nosotros queríamos coger el barco público que cuesta unos 17 reales (4 euros), esto es bastante más barato que los turísticos, como era fin de semana el barco salía sobre las 13:30 y hay que estar media hora antes cuando abren la ventanilla para compar los tickets, no son nada puntuales los brasileros, así que salimos un poco mas tarde. El barco es enorme y está bastante bien, tarda 1 hora y media mas o menos hasta Vila do Abraao, aquí es donde se ubican la mayoría de hoteles y restaurantes de la isla.

Llegamos por fin a Ilha grande después de tantos medios de transporte jeje y lo primero que queríamos era comer, fuimos a un restaurante donde comimos muy bien y barato, pagábamos entre 20 y 30 reales, para dos personas y si bien nos habían dicho que la isla era más cara, por el momento no lo parecía.
Fuimos a dejar las mochilas y a ponernos el bikini al hostal, para aprovechar la tarde de playa. El hostal se llama Ilha Grande Mar, nos costó 17 euros por noche para dos personas, tenía un camping delante y al fondo varios apartamentos, nosotros nos quedamos en un apartamento que era para 4 personas y estaba genial, la cocina era comunitaria y estaba por fuera donde podíamos prepararnos el desayuno.
La isla es espectacular, su infraestructura es muy rústica , la mayoría de calles son de tierra, hay un muy buen ambiente y se respira mucha paz, el único transporte para moverte es en barco o caminando hacia las playas que están mas cerca.

Este primer día nos quedamos en una de las playas que están cerca del muelle, no son las más lindas, pero no nos daba tiempo para mucho más y también esa tarde recorrimos toda la zona para buscar información sobre la caminata hacia Lópes Méndes que haríamos al día siguiente y algún tour que nos gustara para el tercer día.

Por la noche salimos a cenar a uno de los restaurantes que están por el paseo marítimo y dimos una vuelta por el pueblo, en realidad es muy pequeño y se recorre en muy poco tiempo. La calle que baja desde la iglesia es la que tiene más movimiento y casi siempre había gente tocando instrumentos y bailando por ahí.