El día no empezó bien. Resulta que el tren de Munich a Salzsburgo salía a las 9:15, y el tren que nosotros cogíamos llegaba a las 9:05 a la estación. Eso nos dejaba solo 10 minutos de tiempo.
En la estación de Gauting no pudimos comprar la Bayer Ticket. Por algún motivo la maquina no aceptaba la operación, así que en esos 10 minutos teníamos también que comprarla en alguna máquina de la estación de Munich. El caso es que desde que llegamos a la estación hasta que llegamos al andén tardamos 5 minutos. El problema fue que el tren Gauting.-Munich iba con casi 10 minutos de retraso. Y por mucho que corrimos, el tren se nos escapó. Por segundos, en realidad. Fue como una escena de película: llegamos al andén y el tren estaba saliendo.
Esto nos supuso tener que esperar hora y media, y llegar a Salzsburgo sobre las 12, en lugar de las 10:30 previstas, y un mal rollo impresionante, que nada mas llegar al destino decidimos dejar atrás y aprovechar el día.
Salimos de la estación y sin perdida, gracias a Google Maps en seguida llegamos al casco histórico. Lo primero que nos encontramos fue el magnífico Palacio de Mirabell y sus bellos jardines, llenos de turistas paseando y haciendo fotos . Desde ahí ya se vislumbraba la fortaleza.


Continuamos nuestro camino, cruzando el rio, desde el que también había unas vistas muy bonitas, adentrándonos en las calles mas céntricas. La mas importante: Getreidegasse, llena de comercios y restaurantes. En esa calle encontramos la residencia de Mozart. Y es que esta ciudad es donde nació el genio de la música (os recomiendo ver la peli de Amadeus antes de ir, para entrar en materia) y por todas partes encontrareis referencias y souvenirs del mismo.
Nos gustó mucho la Residenzplatz y su entorno, con los majestuosos edificios de la Residenz y la catedral de Salzsburgo. A continuación, otra plaza, la Kapitelplatz, nada tiene que envidiar a la anterior. Junto a esta, en un pequeño callejón, encontrareis Wasserrad, un antiguo molino muy bonito que no podéis perderos, y muy cerca el cementerio de San Pedro, con un precioso jardín y unas tumbas espectaculares. Un lugar mágico.




Comimos en un restaurante cerca de la Getreidegasse, no recuerdo el nombre. Luego dimos un paseo, tomamos un helado y nos pusimos rumbo de vuelta. Nos faltó subir a la fortaleza, pero debido a nuestro retraso por el tren, no era posible. Si os estáis preguntando si merece la pena dedicar un dia a visitar Salzsburgo, la respuesta es tajantamente SI. Nos gustó mucho a pesar de la brevedad de la visita y de faltarnos tiempo, merece mucho la `pena.
Cogimos el tren sobre las 18 y en un par de horas estábamos en nuestro apartamento. Esa noche teníamos que preparar las maletas, ya que al día siguiente nos marchábamos. Así terminaba nuestro viaje, que tan mal empezó pero que al final nos encantó.
La vuelta fue todo bien, y ya preparando el próximo destino para ese verano: Estocolmo