Otra vez, nos tocaba madrugar.
Nos levantamos pronto a la mañana, intentando no molestar al compañero nipón que nos había tocado en el cuarto.
Fuimos a desayunar, y vimos que el equipo de kendo había madrugado aún más que nosotros, ya que estaban desayunando tod@s, con sus vestimentas deportivas y todo. Nos volvieron a dar los buenos días, a lo que intentamos responder con una cara lo menos legañosa posible (íbamos prácticamente en pijama/gayumbero pijamil) y esperando que las marcas de las sábanas en la cara se nos hubieran quitado ya.
Después de un revitalizante desayuno, con tostadas y chocolate caliente, nos pusimos en marcha a la estación de Hiroshima.
Volvimos a parar en Osaka para cambiar de tren, y allí nos encontramos con otros viajeros ingleses que habíamos conocido en el hostal de Kyoto, que precisamente venían de allí, y marchaban para Hiroshima. Nos saludamos y nos deseamos buena suerte para el resto del viaje, y nos montamos en el tren.
He de decir que me encanta viajar en el tren, y esto, en Japón, es disfrutar todas y cada una de las horas que estés dentro del mismo. Comodidad, velocidad, vistas geniales de los cascos urbanos, y ni un frenazo brusco (el tren arrancaba estando tu de pie, y ni te dabas cuenta). Por supuesto, puntualidad total (la media de retrasos anual es de 6 segundos!!).
Por fin, a eso de la 11:00, estábamos de vuelta en Kyoto, para poder ver todo lo que nos habíamos dejado el otro día. Fuimos derechos al hostal (ya nos conocíamos el bus que teníamos que coger etc.) y dejamos los bártulos en la consigna. De paso nos alquilamos 3 bicicletas y nos fuimos en plan verano azul a una de las estaciones de tren cercanas para irnos a la otra punta de la ciudad. Por el camino fuimos callejeando por barrios de las afueras, que gozada! menudas casas más bonitas que tienen montadas esta gente. Aparcamos en un parking de bicis en donde te las almacenaban al lado de la estación, y nos montamos en el tren.
El parking en cuestion:

Cogimos el tren a la central, y de allí fuimos a pata hasta un Lauson (un 24h) para coger algo de comer. Comimos a las puertas del palacio imperial, disfrutando del tiempo y de las vistas (aunque estaba en obras de rehabilitación y estaba tapado, solo se veían las murallas), y de allí cogimos un bus para el templo Kiyomizu-dera.
* Parejita debajo de los cerezos de la entrada del palacio imperial:


Como era domingo, todo el mundo estaba visitándolo, e incluso había chicas que iban vestidas al estilo tradicional, e iban a rezar al templo. Todo el mundo hacia sus oraciones en los distintos sitios, en completo silencio.
Dimos una vuelta por el edificio principal y alrededores, contemplando las vistas de la ciudad que había desde allí.
* Dos chicas locales (y otras dos) con los trajes típicos de por allí:


* Tontuco foráneo dándoselas de pose típica nipona para las fotos:

* Monje a las puertas del templo pidiendo un donativo:

* Un maestro pintor retratando la fachada del templo con la pagoda de fondo, y su joven discípula a su vera dando unos trazos muy "personales":

Fotos del templo



Una vez visto el templo, nos marchamos a ver las puertas Tori de Kyoto, una serie de más de 300 puertas dispuestas en un camino a lo largo del monte. Nos pegamos una buena caminata, pero ha mereció la pena. Es espectacular el entorno, en medio de un bosque, con las puertas indicando el camino a los distintos recodos en donde la gente reza sus oraciones y deja sus ofrendas.
Que camino cogemos...?

Pudimos ver como empezaba a atardecer, lo cual nos hizo sentirnos increíblemente bien, por estar viendo atardecer en un lugar tan espiritual (queda cursi, pero hay que vivirlo).
Atardecer desde la montaña


Después, vuelta a la central de trenes (no sin antes reirnos con la simpatica imagen de dos niñas jugando a Dragon Ball, haciendo Kame Hames a todo el que pasaba, nosotros incluidos por supuesto). Cogimos el tren a la estación del cercanías donde teníamos los bólidos, y en bici al hostal dando otro paseo, esta vez casi de noche, con nuestros dínamos bicicleteros a plena potencia para iluminar el camino.
Son Goku y Son Gohan en acción


Al día siguiente nos tocaba levantarnos a las 6 y coger un par de trenes para ir a Takayama, un pueblecito situado en los “Alpes Japoneses”, un cambio radical de paisaje, pasando del sur, al centro-norte de la isla.
Allí íbamos a ver el festival de primavera de carrozas del pueblo. Ponen todo lleno de banderas y se visten en plan tradicional. Teníamos muchas ganas de ver nuestro nuevo alojamiento, una casa tradicional de una familia (ryokan).
Siguiente etapa: Primer dia en Takayama!!
Aprovecho para avisar a la gente que haya leído algún otro día mis etapas, de que ayer subí nuevas imágenes a las etapas

Saludos!!