Bien, el segundo día de Takayama al levantarnos nos llevamos el chasco de que estaba lloviendo sin parar, por lo tanto, como por aquí en semana santa, los carros no iban a salir a la calle, y se iban a quedar en sus garajes, con las puertas abiertas.
Aun así madrugamos para intentar ver el ambientillo y más zonas de la parte vieja.
Después de un desayuno occidental (café, tostadas con mantequilla y mermelada, y zumo de naranja), y otro típico japonés para mi otro compañero (más comida verde y con olor a “eau de car”), nos enfundamos nuestros chubasqueros, y salimos a disfrutar del día como si no estuviera lloviendo.
La gente aun estaba montando los puestos de comida y juegos típicos (nos levantamos demasiado pronto por lo visto), así que decidimos ir en autobús a la aldea Hida que esta próxima a Takayama.
Esta aldea tiene un total de 30 casas de más de 200 años de las cuales algunas ya estaban allí, y otras las han ido trasladando de otras zonas de Japón por diversos motivos. Todo el parque está ambientado como si hubiera sido un pueblo real (que al fin y al cabo así fue, pero no con exactamente las mismas casas), tiene su casa del carpintero, almacenes, casa del clérigo, templo para oraciones, lago con molino (y un cisne psicópata que casi le arranca la cara a mi compañero, aparte de mordernos las zapatillas), y en todas ellas se puede entrar, hacer fotos, etc.
El psico-cisne en cuestión intentando dejar cojo a un pobre chaval

Es un sitio que sin duda si se pasa por Takayama hay que visitar, porque se puede ver el estilo de vida que llevaba en plena montaña esta gente, nada que ver con las casas y templos de Kyoto e Hiroshima. Hay casas de todo tipo, desde alguna con un piso y 3 habitaciones, hasta otras con 3 pisos y varias habitaciones comunes y dormitorios. Como siempre, entonces también había clases y clases.
Tal y como estaba el día, le daba un toque especial al sitio, con toda la lluvia y el cielo cubierto, que me imagino es como se pasaran la mayor parte del año por esas latitudes (de nuevo, aquí entra a nuestro “favor” que al ser nosotros del norte, concretamente de Vitoria, estamos más que acostumbrados a convivir con el agua más de la mitad del año).
Fotos de la aldea Hida. La bruma le da un encanto especial.






Tras hacer una exhaustiva visita por todas las casas, mirando todos los recovecos y leyendo todos los paneles informativos, nos intentamos beber en la zona del comedero un chocolate de máquina a unos 93 grados sin perder las papilas gustativas (entre los 3 chocolates casi empañamos los cristales del comedero

La foto en cuestión (ojo con el amigo nipón que estaba fuera


Tras esta visita al pueblo, bajamos a Takayama de nuevo para comer. Comimos en un tugurio de una viejuna que estoy convencido de que era una peluquería donde se servía comida. La comida mala no estaba desde luego, pero si llegamos a ver el estado de los fogones y la cocina antes de entrar, me da que allí no comemos. Digamos que no se si lo que recubría los fogones y las paredes era oxido, o grasa... creo que si no pillamos nada raro en el estomago nos podemos dar con un canto en los dientes, jeje.
Decidme si no parecía una peluquería...

Después nos fuimos a echar una siesta en nuestro tatami tipical japanese made in Nobita.
A la tarde-noche salimos a ver las carrozas en sus garajes y a sacarles unas cuantas fotos, y de paso vimos como iba la gente vestida. Los mayores con trajes de aldeano o noble típicos, y las niñas con traje de sacerdotisa o algo así, mu monas ellas, y las madres todas encantadas de que les sacaras una foto, que hasta las dejaban sin paraguas mojándose para que la foto fuera perfecta...
Carroza en garaje#Hombre con vestimenta típica#chiquilla sacerdotisa



Luego estuvimos cenando en los puestos que habían montado. Tenían puestos de comida (los que más), y otros de juegos sencillos, sin mucha complicación, con premios de todo tipo, pero bastante sencillitos también. Todo muy rural, y muy de andar por casa, pero le daba un toque de película que nos encantó.
Puestos de comida


Para cenar, me columpié de nuevo, y me cogí para cenar una cosa que sabia a ambientador con barbacoa (una especie de soja), y mis compañeros dos tortas rellenas de carne, un punto para ellos.
Como habían salido todos los escolares del instituto, eso estaba hasta arriba de muchachada, y se ve que llevan el mismo rollito que por aquí, uno de ellos hablaba con las tías, y el resto de chavales se callaban y se quedaban un poco apartados todo vergonzosos, jaja.
Parejita de jovenes

Tras varias vueltas por los puestos y picar un par de cosas más, como un plátano pintxado en un palo con chocolate, o un pez de barquillo relleno de crema, nos fuimos al ryokan a sopar, ya que por desgracia no había mucho más que hacer con un día tan lluvioso.
Como veis los días en Takayama no estuvieron mal (sobre todo el primero, que para mí fue de los más relajantes del viaje), pero podrían haber sido mejor si hubiéramos podido disfrutar del festival al 100%... una lástima, pero no podía salirnos todo perfecto (de hecho, esta fue la única falla que tubo nuestro viaje, el resto nos salió según lo planeado, así que tampoco podemos quejarnos).
Al día siguiente, nos tocaba madrugar de nuevo, y coger un tren rumbo a Hakone, otra maravilla natural!!
NOTA: He añadido mi opinión del ryokan en la etapa anterior, y fotos a las etapas de los días de Kyoto y de Hiroshima (etapas 3,4 y 5). Espero que os gusten!!
