De ahí fuimos a conocer el Valle de las Reinas, pasamos por el Valle de los artesanos y terminamos el paseo en los Colosos de Menon.
Del Valle de las Reinas lo increíble sin dudas son las policromías conservadas y protegidas de posibles destrucciones con vidrio delante, las vi dos veces en mi vida y sigo asombrada de la perfección, las proporciones, los colores, que aparte de preciosos fueron duraderos, que ha logrado esa civilización.



Continuamos Navegando hasta Esna. Lugar de obligatoria detención de los cruceros porque acá se encuentra la exclusa que salva el desnivel del Nilo. En el viaje anterior nos tocó esperar durante horas por la gran cantidad de barcos que había así que cuando pasamos la exclusa ya era madrugada y no lo vi, pero esta vez si bien era de noche se pudo ver perfectamente todo el mecanismo.
Es usual que mientras el barco está esperando su turno para pasar la exclusa desde falucas que se quedan al costado tiren a lo alto para que caiga en la terraza del crucero distintas mercaderías, pashminas por ejemplo, y si no las quieres las devuelves con el mismo sistema tirándolas hacia la faluca, es increíble que no se les caiga nunca nada al agua, en seguida se dieron cuenta que los cuatro que estábamos mirando el espectáculo hablábamos español, 3 mujeres y 1 hombre, y empezaron a lanzarle cosas a nuestro amigo (sociedad machista la egipcia) gritándole “Antonio para tu señora”, después nos contó el guía que a todos los que hablan español les gritan Antonio porque seguro alguna vez la pegan, a partir de esta anécdota a nuestro amigo que se llama Jorge le decíamos Antonio, sólo para volver a reírnos.
Más allá de la diversión el paso de la exclusa es una maravilla tecnológica digna de verse, la exclusa se va cerrando hasta que se iguala el nivel del agua y pasa la embarcación y se vuelve a cerrar para nivelar el paso en sentido contrario y así sucesivamente.


