Una nueva ruta en época de confinamiento obtenida (como la mayor parte de las que estoy poniendo últimamente en este diario) de la página web de la Comunidad sobre Sendas de Madrid, sendasdemadrid.es/ . En este caso, se trata de una pequeña ruta de senderismo que incluye también la visita al núcleo histórico de Nuevo Baztán. Esta corta excursión nos fue muy útil para un día de invierno en el que, pasada la niebla de primera hora, no se preveía lluvia por la mañana pero sí por tarde en esa zona, al sureste de la provincia, ya que en la sierra seguía haciendo mal tiempo. Así pudimos aprovechar la jornada y estirar las piernas un rato, aunque el día no fue demasiado luminoso.


SITUACIÓN DE LA RUTA EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.




ITINERARIO DESDE MADRID.
Desde Madrid capital el recorrido es de unos 53 kilómetros, lo que supone (sin problemas de tráfico) en torno a cincuenta minutos en el coche Se puede evitar fácilmente el peaje de la R-3, al que posiblemente se empeñe en conduciros el navegador. La carretera de referencia es la A-3 (autovía de Levante o de Valencia) y luego la M-209 y la M-219. También hay otras opciones que aparecen en la siguiente captura de Google Maps.

DATOS DE LA RUTA.
Longitud: 5,6 kilómetros
Tipo de ruta: circular
Duración: entre dos horas y dos horas y media.
Grado de dificultad: Media (según el panel informativo, supongo que se debe a que puede haber bastante barro en época de lluvias, como fue nuestro caso).
Señalización: sí, con balizas y flechas.
Inicio de la ruta: Travesía de José Churriguera (N-204), saliendo de Nuevo Baztán, junto al panel informativo.
Inicio y fin de la ruta en Google Maps.


NUESTRA RUTA.
Al ser día laborable apenas había visitantes y no tuvimos ningún problema en dejar el coche frente al cartel del inicio de la ruta, que parte al lado de un chalet, dejando la verja a la derecha. En momentos de mayor afluencia, se aconseja aparcar en el núcleo urbano, en los lugares habilitados. La Senda de Valmores es circular e incluye el paso por el núcleo histórico de Nuevo Baztán; así que dejamos la visita de la localidad para el final, como está aconsejado

Otro cartel, en las inmediaciones, detalla varias rutas en bicicleta en torno a lo que se denomina la “Alcarria de Alcalá” o la Alcarria de Madrid.

Comenzamos a andar por una pista de tierra, que recorre el Camino de Pedezuela de las Torres, entre campos de cultivo de cereales de secano. Enseguida empezamos a ver grandes charcos en la pista, consecuencia del terreno arcilloso que no logra absorber el agua de la lluvia, abundante durante los días anteriores. El consiguiente barro iba a hacer un pelo más complicada la caminata.



No tardamos en llegar a una zona de encinares (tomando el camino de la derecha en la bifurcación) que ponían su agradable contrapunto a los campos de labor.


Al cabo de un rato, alcanzamos un tramo en el que aparecieron otras especies como pino, romero, tomillo, espinas de aulaga… Un nuevo giro a la derecha nos llevó por una pista que picaba hacia abajo, algo embarrada por las aguas superficiales recibidas en el páramo. A la derecha quedaba el arroyo del Reguerón, bordeado por vegetación de ribera. Y también pudimos contemplar unos restos grisáceos desprovistos de vegetación, herencia de las cenizas de un antiguo horno de cocción de cal, cuyo elevado PH provocó puntos de deforestación todavía sin mitigar.




Y ya nos metimos de lleno en uno de los bosques de quejigos (especie de roble carrasqueño o valenciano, propia del Mediterráneo) mejor conservados de la Comunidad de Madrid. También pudimos divisar varias panorámicas hacia el Valle del Arroyo de la Vega, hacia donde nos encaminábamos, comprobando de paso el efecto erosivo del agua retenida en el terreno. También pasamos cerca de los llamados Paredones de San Blas, donde solo quedan los muros correspondientes a un edificio que debió dedicarse al cardado de paños o a su teñido.



Tomamos el sendero, a la izquierda (iniciando lo que en realidad supone un cambio de sentido), que entre pedregales, nos metió de lleno en el bosque de quejigos. Esta es la zona de mayor desnivel (hacia abajo) y donde hay que poner un poco de atención, pero sin mayores problemas. Las zonas encharcadas resultaban fáciles de sortear por los laterales. Entre la vegetación, seguíamos teniendo buenas vistas, como la que nos mostró, a lo lejos, la antigua ermita de Valmores, hoy en ruinas. Este tramo resultó muy entretenido.


Ya en el valle, giramos hacia la izquierda para tomar otra pista, a la que recuden varios manantiales y aguas subterráneas. De hecho, había zonas completamente inundadas que tuvimos que sortear metiéndonos de nuevo por la ladera del bosque. Salvo un punto concreto, en que tuvimos que trepar ayudados por las ramas de un árbol, no fue complicado. Según leí, antiguamente había en estas tierras numerosas huertas que ya han desparecido. También quedan algunos ejemplares de los grandes olmos que abundaban antaño por aquí.


La pista nos llevó hasta la carretera M-219, no muy transitada pero que tuvimos que cruzar con todas las precauciones, naturalmente. Después continuamos por una senda en la que se aprecian grandes bloques de yeso y diversa vegetación, desprovista de hojas por el invierno.



Reconozco que me encanta el bosque transparente que componen los árboles desnudos enmarañándolo todo, pero dejándolo todo a la vista a la vez.




Llegamos hasta la antigua fábrica de Paños, de la que solamente quedan algunas paredes en pie recomidas por los matojos.


Desde aquí, la senda gira a la derecha y asciende rápidamente por terrenos erosionados hasta llegar al Mirador del Balconcillo, desde el que contemplamos una vista panorámica del Valle y de la localidad de Olmeda de las Fuentes. Al parecer se utilizó como puesto de vigilancia durante la Guerra Civil. Aprovechamos para hacer una pequeña parada y tomar un bocadillo.




Desde allí nos faltaban apenas 500 metros para retornar al núcleo urbano de Nuevo Baztán, cuyos edificios pudimos contemplar primero desde la parte posterior y luego ya metidos en el propio casco histórico, por donde pasa la ruta antes de finalizar junto al panel informativo de inicio.


NUEVO BAZTÁN.
Esta localidad, situada a 50 kilómetros de Madrid, cuenta con un interesante casco histórico que tiene su origen en torno a 1709, cuando se desgajó de la vecina Olmeda de Fuentes (por entonces Olmeda de la Cebolla, nombre que mantuvo hasta 1953). En torno a un bosque de acebos, surgió como residencia para los obreros de una importante fábrica de vidrio fundada por Juan de Goyeneche y Gastón, seguidor del racionalismo francés. Su nombre proviene del Valle de Baztán en Navarra, de donde era originario Goyeneche, que fue amigo del rey Carlos II y tesorero de Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V. Del proyecto de los edificios se encargó el arquitecto José Benito de Churriguera. A mediados del siglo XVIII las fábricas quebraron, lo que produjo también la emigración de quienes trabajaban allí y el abandono del poblado. En 1941 el conjunto de edificios de declaró Monumento Histórico-Artístico, y en 2006, el palacio y la iglesia pasaron a convertirse en Bien de Interés Cultural. En la actualidad, hay varias urbanizaciones en la zona que le han dado nueva vida a una localidad en la que en 2020 estaban empadronados casi 6.500 habitantes.
Plano descargable de la web de la Oficina de Turismo de Nuevo Baztán.



La Oficina de Turismo está ubicada en la planta baja del Palacio Goyeneche y proporciona información y planos que facilitan la visita de un núcleo histórico interesante pero muy pequeño, pues se reduce a dos calles largas longitudinales, cuatro o cinco transversales cortitas y cuatro plazas. Existe un Centro de Interpretación frente a uno de los laterales del palacio.

Nuevo Baztán se divide en tres núcleos principales en los que la calidad de las edificaciones va decreciendo conforme se alejan del palacio y, por tanto, de lo que eran entonces la residencia de las clases dominantes.
. palacio, iglesia y plaza cuadrangular
. viviendas de los trabajadores
. fábricas, talleres, almacenes y pósitos

El Palacio fue construido como residencia de su fundador y tiene dos plantas. Aunque de estilo barroco, presenta una arquitectura bastante sobria.

La Iglesia, adyacente al palacio, está consagrada a San Francisco Javier, es de estilo barroco y el retablo interior, de mármol rojo, es obra de José de Churriguera.

El conjunto de plazas está formado por la Plaza de la Iglesia (frente al Palacio y a la Iglesia), la Plaza del Secreto, la Plaza de Fiestas (en el interior del Palacio) y la Plaza de la Cebada.
Plaza de la Iglesia


Plaza del Secreto


Plaza de Fiestas


Plaza de la Cebada



Plaza del Secreto



Plaza de Fiestas


Plaza de la Cebada

Como llegamos al núcleo urbano sobre las tres de la tarde, la Oficina de Turismo estaba cerrada. Ya habíamos tomado un bocadillo, así que nos sentamos en la Plaza de la Iglesia, en una terraza del restaurante Mesón del Conde, donde tomamos unas raciones y encargamos comida para llevar. Tanto la iglesia como el palacio estaban cerrados, ignoro si se pueden ver los interiores en otro horario o incluso mediante visitas guiadas.


Antes de marcharnos, vimos un gran olmo, catalogado como árbol singular de la Comunidad de Madrid, cuya edad se calcula en casi 300 años. Es uno de los pocos supervivientes de los que se plantaron en el siglo XVIII en torno al palacio, como era típico en muchas plazas madrileñas de la época. Sin embargo, estos árboles fueron muriendo como consecuencia de una enfermedad llamada grafiosis y que se introdujo desde Asia.


OLMEDA DE LAS FUENTES.
Para finalizar la excursión, fuimos con el coche hasta la vecina población de Olmeda de las Fuentes, donde dimos un paseo por sus solitarias calles. Encaramada a un cerro, está pequeña localidad de 345 habitantes nos recordó a algunos pueblos andaluces por sus casas blancas y su disposición en forma de terrazas en la ladera del monte.
Itinerario desde Nuevo Baztán hasta Olmeda de las Fuentes.






Por empinadas calles, subimos hasta la Iglesia, desde cuyas inmediaciones pudimos contemplar unas vistas excelentes de la vega que habíamos recorrido antes durante nuestra ruta de senderismo. Como curiosidad decir que en este pueblo nació en 1564 Pedro Páez Jaramillo, primer europeo que llegó a las fuentes del Nilo Azul en 1618, siglo y medio antes de que afirmara haberlo hecho el escocés James Bruce.



Como resumen, una ruta corta pero interesante, mezcla de senderismo de naturaleza y visita a un núcleo histórico-artístico. Debe ser mucho más bonita en primavera. Eso sí, hay que prestar atención al barro en las pistas si ha llovido recientemente. Ideal si se completa con una vista a Olmeda de Fuentes.

