Para una jornada de la primavera loca de abril, en la que bien podía hacer sol como caer chuzos de punta según el vaivén de los caprichos meteorológicos, preferimos no arriesgar yendo a la sierra y nos decantamos por esta ruta cortita, de unas dos horas en total, y aparentemente fácil, situada en la localidad de Titulcia, en la zona sureste de nuestra región, donde el pronóstico del tiempo era bastante más favorable. Al igual que en otras ocasiones, tomamos la idea de la página web de la Comunidad de Madrid, sendasdemadrid.es/, de donde también descargamos la correspondiente ficha descriptiva que pongo a continuación, si bien aquí veo que solamente aparece el recorrido ribereño, ya que falta el tramo que se adentra en los cortados.

SITUACIÓN EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.


ITINERARIO DESDE MADRID CAPITAL.
Titulcia se encuentra a poco más de 40 kilómetros del centro de Madrid capital. La mejor forma de llegar dependerá del lugar de partida, si bien las dos opciones principales son tomando la A-4 (hasta salida 29) y luego la M-404, que es la carretera que pasa por el centro de Titulcia; o bien la A-3 (hasta salida 21) y luego las carreteras M-311, M-313 y M-404. Aunque la primera ruta es un poco más corta y algo más rápida, en ambos casos, el tiempo en el coche está en torno a los 50 minutos, siempre que no haya complicaciones de tráfico, naturalmente. Las dos posibilidades están en la siguiente captura de Google Maps.

TITULCIA.
Situada junto a la confluencia de los ríos Jarama y Tajuña, a una altitud de 509 metros sobre el nivel del mar, casi 150 metros menos que la capital, pertenece a la Comarca de Las Vegas, cuenta con cerca de 1.350 habitantes y es una de los términos municipales más pequeños de la Comunidad de Madrid, una parte del cual se halla dentro del Parque Regional del Sureste.

Además de haber estado habitados desde la prehistoria, según cuenta la tradición y de acuerdo con las últimas evidencias y hallazgos arqueológicos, parece ser cierto que en estos parajes se encontraba una de las 18 ciudades carpetanas a las que se refería Ptolomeo; y la Titulcia romana, relacionada en el siglo III en los itinerarios de Antonino. Por ese motivo en 1814 un decreto real cambió el nombre que había mantenido esta localidad desde el siglo XII, Bayona de Tajuña, por el que hacía referencia a su pasado remoto. En cualquier caso, el núcleo urbano fue destruido durante la Guerra Civil, de modo que el caserío que podemos contemplar actualmente corresponde a la reconstrucción llevada a cabo después de la contienda.

LA RUTA.
Aunque algunos paneles informativos acerca de la ruta ponen su inicio y fin en la Plaza Mayor de la localidad, lo mejor es dejar el coche en el aparcamiento habilitado al efecto en el Área Recreativa que se encuentra a orillas del río Jarama. En las inmediaciones, hay bancos, mesas de merendero, una caseta de madera para observatorio de aves y una pista adaptada para personas de movilidad reducida durante el primer tramo de la ruta, con una longitud de 700 metros.

En cuanto a los datos de la caminta, menciono aquí los que pone tanto en el panel informativo como en la ficha de la senda de la Comunidad de Madrid, si bien los 2,8 kilómetros a que se refieren me parecen un tanto escasos y no logro cuadrarlos con la ruta completa circular ni con las dos horas en que estiman su duración. Es decir, el tiempo me cuadra, la distancia, no. En lo que estamos de acuerdo es el bajo grado de dificultad. No obstante, dependiendo de donde se meta cada uno, en la zona de los cortados habrá que vigilar convenientemente a los niños pequeños. En la captura de Google Maps he señalado el aparcamiento del inicio de la ruta con una flecha amarilla.


NUESTRA RUTA.
En esta ocasión, fuimos un poco a nuestro aire porque, aunque los senderos están bien marcados, no nos resultó fácil interpretar la supuesta ruta por los cortados. Así que la hicimos a nuestro aire y el resultado fue el siguiente de acuerdo con la copia local que conservo de wikiloc:


Longitud: 5,86 kilómetros
Duración: 1 hora 50 minutos
Sentido: salió circular con un par de tramos de ida y vuelta.
Grado de dificultad: fácil.
Desnivel: altitud mínima: 499 metros; altitud máxima: 578 metros.

Tras dejar el coche en el aparcamiento, leímos los carteles informativos sobre el Parque Regional del Sureste, un espacio natural protegido por la Comunidad de Madrid en los cursos bajos de los ríos Jarama (afluente del Tajo) y Manzanares, cuyas aguas se vierten el Jarama unos kilómetros antes de aquí, en el término municipal de Rivas-Vaciamadrid. Sus explicaciones versaban sobre los dos aspectos diferenciados de los ecosistemas que nos íbamos a encontrar en esta excursión: la ribera y los cortados. En definitiva, el río modelando el relieve con su actuación erosiva durante millones de años sobre un suelo de yesos y margas yesíferas, que han dado lugar al valle tal como se conoce hoy en día.


Enseguida contemplamos de frente y a nuestra izquierda un bonito paisaje, con el río Jarama flanqueado por una vegetación de ribera no muy extensa, pegada a las orillas y adaptada a las características del terreno, compuesta por álamos blancos, fresnos, carrizales y cañaverales, que llegaban a formar pequeñas islas entre cuya hojarasca podíamos divisar numerosos patos y otras aves.


También sobrevolaban algunas cigüeñas sobre nuestras cabezas (veríamos numerosas parejas en los alrededores, varias en la Plaza Mayor) y tampoco faltó un halcón oteando el horizonte, supuestamente en busca de su almuerzo. Tuvimos el alma en vilo por un par de patitos que parecían haber despertado su interés y a quienes sus padres tenían un tanto descuidados. Por fortuna, los chiquitines supieron camuflarse entre unas cañas y nuestro temor no se consumó.


A nuestra derecha se erguían los cortados, sobre los que se encaramaban algunas casas del pueblo, varias en el mismo borde. No sé, no sé. No estaría yo muy tranquila allí. Y es que el nombre de “cortados” les iba como anillo al dedo a los montículos, pues parecía que un cuchillo los había ido rebanando cuidadosamente. Lo cierto es que daba cierta cosa acercarse a algunos. De hecho, hay carteles avisando de peligro de desprendimientos.


Seguimos por un sendero muy claro, entre el río y los cortados, en algunos de los cuales se habrían cuevas, hasta llegar a un cañón, donde hay que tomar el sendero de la derecha, que se interna ascendiendo entre los cortados. El tramo no es muy largo, pero me ofreció algunas bonitas estampas para las fotografías.



Al final del cañón, el itinerario parecía indicar que seguía hacia la derecha, por una pista. Sin embargo, no nos convenció demasiado el panorama y seguimos por un sendero hacia la izquierda, que nos devolvió a la parte alta de los cortados.






Durante unos minutos avanzamos hacia el río, cuyo cauce volvió a aparecer, deparándonos nuevos panoramas interesantes hacia las Vegas.




Llegó un momento en que el sendero se extinguió al borde del cortado y retrocedimos hasta la boca del pequeño cañón por el que nos habíamos desviado anteriormente, contemplando escenas tan bonitas como las de una cigüeña aposentada en su nido. Además, las flores silvestres colaboraban a embellecer las estampas.




Repetimos durante un tramo la ruta en sentido contrario, hasta que llegamos al camino que lleva hasta el Mirador de Titulcia, que nos ofreció unas amplias panorámicas del río, las Vegas y los cortados, en fin, un resumen de lo que habíamos pateado antes, ahora a vista de pájaro, y también del entorno del Parque del Sureste. Enfrente, vimos una población grande, que por su ubicación podría ser Ciempozuelos. El panel informativo se encuentra un tanto deteriorado, así que no vendría mal su sustitución, teniendo en cuenta que estamos ante una de las sendas catalogadas por la Comunidad de Madrid.


Junto al mirador, vimos un cartel informativo sobre el yacimiento arqueológico allí localizado y que data de la Edad del Hierro. Sin embargo, fuimos incapaces de encontrar ningún resto entre las hierbas y los matojos.



Llevábamos bocadillos, pero como la excursión había sido corta, regresamos al coche y fuimos hasta la Plaza Mayor de Titulcia, donde encontramos el restaurante El Kiosco, con una amplia terraza, así que no investigamos más (al ser día laborable, tampoco vimos mucho ambiente ni otras opciones). Llevamos mucho tiempo evitando comer en interiores, así que allí estuvimos a gusto, nos atendieron estupendamente y quedamos contentos con el menú del día, sobre todo teniendo en cuenta su precio, 10 euros, y que, por ejemplo, los judiones de la casa estaban muy ricos. Tras el almuerzo, echamos un vistazo a la Plaza Mayor, donde se encuentra el Ayuntamiento y la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena.

Para finalizar, fuimos con el coche hasta un aparcamiento que hay al final de la Calle Grande (la de la carretera), junto al campo de fútbol, para ver el Puente de Hierro o Puente de Bayona, por el que solo se puede transitar a pie.

Esta curiosa estructura metálica, formada por múltiples rombos, cruza el río Jarama desde 1891 y tuvo que ser reconstruido hasta en dos ocasiones (1935 y 1947) a causa de sendas riadas. Se trata de uno de los nueve puentes protegidos por la Comunidad de Madrid, obras destacadas de ingeniería y arquitectura con vigas de acero a la vista, que datan de los siglos XIX y XX, ya fuera de servicio y que sirven a fines turísticos y para pasear. Además, tiene algunas curiosidades, como que por él pasaron varios cuadros del Museo del Prado en su viaje hasta Valencia en 1936 o la referencia al mismo que hizo Ernst Hemingway en “Por quién doblan las campanas”, ya que aquí se desarrolló una cruenta batalla durante la Guerra Civil.

Desde el puente, que tiene una longitud de 150 metros, se puede contemplar una bonita panorámica de Titulcia, del río Jarama y del puente nuevo por donde circula el tráfico de la carretera que comunica con Ciempozuelos.


En resumen, un paseo muy fácil e interesante, con posibilidad de llevar bocadillos y tomarlos en alguno de los bancos y mesas del merendero de la zona recreativa. Eso sí, no hay casi sombras, así que mejor evitar los días y las horas de más sol y calor porque la chicharrera puede estar asegurada. Además, en verano el terreno posiblemente estará muy seco y perderá una parte de su atractivo. Es la única pega que encontramos a este bonito lugar de nuestra geografía comunitaria, que desconocíamos hasta ahora.


Por cierto, que Chinchón se encuentra solo a 16 Kilómetros de Titulcia, poco más de un cuarto de hora en coche, con lo cual puede ser una estupenda opción para combinar en una misma jornada.

