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DÍA 9. Kato Koufonisi.
Tras el estupendo desayuno en la zona de piscina del Porte Houses, nos preparamos para nuestra excursión a Kato Koufonisi. Como el barco sale a las 11, nos da tiempo de disfrutar un ratito de la piscina del hotel, ya que por la tarde no va a ser posible y no queremos perder ni un momento de un lugar tan maravilloso.
Vamos paseando al puerto, donde enseguida vemos el pequeño barco de vela, “Ivilato”. Saludamos al capitán, que es muy simpático y habla muy poco inglés. Somos 8 viajeros, siendo el resto todos griegos. La ruta comienza bordeando la isla de Pano Koufonisia en la zona de Loutro. Nos acercamos a Karnagio y su bonito molino, y llegamos hasta la bahía de Parianos, un pequeño puerto con barquitas muy bonito.
De allí nos dirigimos a la costa noroeste de la isla de Kato Koufonisi, y enseguida vemos los trozos de roca dispersos que sobresalen del claro y profundo mar azul. Las rocas que forman este pasaje nos llevan de bahía en bahía y en una de ellas el barco atraca. Es la playa de Kastelli, esa que estaba deseando ver, un lugar único por el color turquesa de su mar que contrasta con las rocas que sobresalen. Estamos deseando lanzarnos al agua y acercarnos a la cueva y a la playa que hay en frente. ¡Y allá vamos! Es una pena no haber podido llevar la cámara al agua para hacer fotos, pues es un lugar muy especial, que sin duda queda grabado en nuestra retina.
Tras la parada en Kastelli y baños varios, el barco continua bordeando la costa de la isla de Kato, hasta llegar al islote de Glaronisi. En esa zona el mar está muy movido pues aún son días de meltemi. Es una pena pues no podemos parar a darnos un baño, pero desde el barco podemos contemplar la isla y los islotes que sobresalen formando cuevas que permiten posarse a las gaviotas. De ahí su nombre, pues Glaronisia significa “isla de gaviotas”. De allí nos dirigimos a la isla de Keros, la tercera isla que forma parte del archipiélago de Koufonisia. El capitán del barco nos explica que se han realizado excavaciones que han permitido encontrar restos de la antigua civilización cicládica del año 2500 a Cristo. Por ello, no se puede atracar en esta isla, siendo una visita rápida, aunque realmente no nos importa pues el mar continua movido y tenemos una pequeña sensación de mareo.
De Keros nos dirigimos de nuevo a Kato Koufonisia y el barco atraca en la playa de Pezoula, una playa resguardada del viento en la que se está de maravilla. Nos lanzamos desde el barco, acercándonos a la playa, que está totalmente vacía; calma total… Regresamos al barco y nos tomamos el bocadillo de tortilla y unos hojaldres de queso que nos han sobrado del buffet del hotel. Comida en un barquito de vela frente a aguas cristalinas. Maravilla… Pasamos dos horas en esta playa entre baños y relax, y a continuación el barco continua bordeando la costa que es preciosa, hasta llegar a una zona de cuevas, en la que hace una nueva parada para darnos otro baño y acercarnos hasta las cuevas.
La última parada es la playa de Nero, una playa de arena y piedras en la que se encuentran algunas personas pues es cerca de allí donde para el barco-taxi que viene de Pano Koufonisia.
Son más de las 17:30 cuando llegamos a Pano Koufonisia, tras pasar un día estupendo y muy aprovechado y completo. Estamos muy contentas de haber hecho esta excursión, ya que nos ha permitido ver y bañarnos en un montón de calitas de esta isla, además de la playa de Kastelli, que era nuestra prioridad, y los islotes de Glaronisia y Keros.
Vamos al hotel a cambiarnos para salir con tiempo, pues hoy mi hija quiere hacer algo especial, como es bañarse en las playas de Loutro viendo la puesta de sol. Vamos decididas a la playa de Spilia, que está totalmente vacía y tiene unas vistas maravillosas del molino y tras él, el sol que ha comenzado a bajar para ocultarse en el mar.
Mi hija se baña y está feliz. Y ahora nos espera nuestra cena, en una mesa en primera línea de la puesta de sol sobre Karnagio.
- Capitán Nikolás: Pimientos rellenos de feta al horno, pulpo con fava e higos, vino y refresco. 24€.
Nos encanta la cena y nos encanta el lugar. Hemos disfrutado muchísimo de la cena hoy, pero como es nuestra última noche en esta isla, queremos despedirnos tomando un cocktail en Mylos, un local precioso en la zona y con muy buen ambiente. El remate para un día maravilloso.
DÍA 10. De Koufonisi a Amorgos: Aegiali y Tholaria.
Nos queda una mañana en la isla de los colores y nos pensamos mucho dónde pasarla. Finalmente decidimos hacerlo sencillo a la vez que bonito, y nos quedamos en una de las playas de la costa sureste de Koufonisia; Hondros Kavos. Es la playa del barquito, una de las primeras del paseo, que está situada a 5 minutos andando de nuestro hotel. Es una suerte, y más lo es llegar allí y estar solas. Cuando llegamos, el barquito pesquero no está, pero a mitad de la mañana llega y atraca allí, siendo de nuevo “la playa del barquito”, “la playa de mi foto”, “la playa de los colores del arco iris”. Nos me canso de mirar ese mar azul en todas sus tonalidades y siento que es una bonita forma de despedirnos de Koufonisia.
Allí comemos nuestro bocadillo de tortilla Porte Houses y nos dirigimos la hotel, pues hemos quedado a las 14:00 para que nos lleven al puerto. Por la mañana hemos dejado nuestras maletas en recepción y cuando llegamos, la hija de Fotini, que es un encanto, nos dice que está comprobando el estado del ferry y va con retraso, así que podemos salir a las 14:30. Nos queda media hora estupenda para pasar en la piscina y despedirnos felizmente de este maravilloso hotel. Se nota que nos ha encantado, ¿verdad?
A las 14:30 el transfer nos lleva al puerto y llegamos con tiempo de sobra hasta la llegada del ferry.
- Bluestar: adulto 6,50€ + niño 3,50€: 10€
Son casi las 16:00 cuando llegamos al puerto de Katapola en la isla de Amorgos. Allí nos espera Christos el dueño de nuestro apartamento para los 3 últimos días, que cuando lo reservé se ofreció a darnos un buen precio de alquiler de coche. Es un chico muy amable que nos lleva al parking donde está aparcado nuestro coche, un Peugeot 205 nuevo que lleva de maravilla, lo que se agradece en esta isla alargada y montañosa en la que los trayectos pueden resultar a veces un poco más largos de lo que estamos acostumbradas, pues venimos de islas muy pequeñas. El coche nos ha costado 120€ por cuatro días.
Nuestra estancia durante las dos primeras noches será en el puerto de Aegiali, al norte de la isla, por lo que nos despedimos de Christos hasta dentro de 2 días, que pasaremos a su apartamento de Katapola. Creemos que ha sido un acierto tomar esta decisión con el alojamiento, pues al estar alojadas en Aegiali será más cómodo movernos a los pueblitos y playas del norte de esta alargada isla.
Llegamos al hotel “Yperia” en Aegiali, un hotel pequeño y sencillo, con una habitación amplia y muy mona, con vistas al jardín y al fondo el mar. La zona de la piscina es encantadora y llegamos tan acaloradas que nos damos un baño estupendo en ese rincón con el mar al fondo. Únicamente se ve una familia francesa con hijos que se están bañando y enseguida se van y nos quedamos solas.
Por la tarde queremos subir a uno de los pueblos de la montaña, pero antes damos un paseo por Aegiali para buscar el sitio donde queremos cenar, un lugar del que tengo un estupendo recuerdo de nuestra estancia hace 7 años. Enseguida encontramos la taberna “To Limani” y hacemos una reserva en la terraza en la azotea para las 20:30. Tenemos una hora para subir a Tholaria, verlo y volver, así que cogemos el coche y en poco más de 5 minutos estamos por carretera sinuosa, estamos arriba. Aparcamos sin problema y paseamos entre sus bonitas callejuelas, también con cuestas y escaleritas, que ofrecen maravillosas vistas de la bahía de Aegiali. Nos encanta la iglesia, con adornos marrones además de su cúpula azul. Buganvillas, paredes empedradas, suelos con dibujos de flores pintadas en blanco y la luz del sol avisa que pronto se esconderá, hacen de este pueblo un lugar lleno de encanto. Disfrutamos mucho de nuestro paseo por este pueblo tan tranquilo, en el que también hay algunas tabernas donde algunas personas comienzan a tomar asiento para cenar.
Bajamos en coche a Aegiali y aparcamos junto al hotel para dirigirnos a cenar, pasando antes por el famoso molino de Aegiali cuya puesta de sol nos ofrece un color naranja precioso.
- To Limani: pastel de pulpo y quesos variados de Amorgos con mermelada de tomate, vino, limonada y sandía de regalo. 18€.
La terraza a tope pero nuestra mesita con vistas al mar y a la cúpula de la iglesia, una maravilla. Y la cena riquísima. Todo un acierto. Damos un paseo por Aegiali y su callejuela con tiendas y nos vamos al hotel a descansar.
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