Nuestro último día en Granada, este día ya nos íbamos, así que recogimos la habitación y dejamos las maletas en la consigna del hotel.
Lo primero que hicimos fue ir a desayunar para coger fuerzas en una cafetería cercana al mercado de San Agustín. Una vez que tuvimos el estómago lleno, nos dirigimos hacía la primera visita del día, el Monasterio de San Jerónimo.
La fundación del Real Monasterio de San Jerónimo se debe a los Reyes Católicos. Se comenzó a construir en 1504 y las obras terminaron en 1547, la mayor parte del conjunto fue proyectado por Diego de Siloé.
Entramos, enseñamos nuestra entrada conjunta que habíamos adquirido el día anterior y compramos por 1 euro un folleto explicativo. Comenzamos la visita por el claustro ajardinado que es impresionante, compuesto por 36 arcos semicirculares con escudos y emblemas de los reyes fundadores, además se encuentran las entradas a las distintas dependencias.
Siguiendo el recorrido señalizado, entramos en las distintas habitaciones del monasterio, como el comedor y numerosas capillas que se encuentran alrededor del claustro. Solo se visita la planta baja y uno de los claustros, el otro es para uso privado de las monjas que viven en el convento.
La estrella del conjunto se visita al final, su iglesia, IMPRESIONANTE, una joya escondida y no tan conocida turísticamente en Granada. En la iglesia destaca el gran retablo manierista situado en la capilla mayor y el altar elevado tras una gran escalinata. En verdad toda la iglesia en sí es una auténtica obra de arte. En ella está enterrado el Gran Capitán y su esposa. Me quedé impresionada, desde fuera no parece tan grande, con techos altos y recargados. Fue uno de esos lugares donde te quedas con la boca abierta porque no te lo esperas.
Merece mucho la visita, la verdad que no lo tenía apuntado en mi viaje, pero al final decidimos visitarlo ya que nos salía gratis la visita y fue una de las sorpresas del viaje. Me sorprendió muchísimo, además estábamos completamente solos, no había nadie visitándolo.
Después de la visita nos dirigimos a nuestro siguiente punto en el mapa, el Monasterio de la Cartuja, está situado cerca de las universidades, así que cogimos un autobús para llegar a él.
Enseñamos nuestro ticket conjunto y pasamos. En este monasterio si había más gente, aunque se podía mantener perfectamente la distancia. Al igual que en los otros monumentos, hay un recorrido fijado y distintos carteles con códigos QR a modo de audioguía, se ve que este Monasterio recibe un mayor número de visitantes.
Este Monasterio representa una de las obras cumbre del barroco español. Se comenzó a construir en 1506 que llegaron a durar 3 siglos sin que se llegase nunca a finalizar el proyecto inicial, desde el s.XVI hasta el s.XIX. En él vivieron monjes cartujos hasta que fueron expulsados en el año 1835. En 1842 su claustro quedó destruido al igual que las celdas de los monjes. En este pequeño conjunto arquitectónico se pueden observar obras del gótico tardío, renacimiento y del barroco español, vamos que la visita es muy completa.
El recorrido comienza en el claustrillo y se van recorriendo las distintas estancias, en cada una de ellas hay algo especial, por lo tanto, creo que se deben de visitar todas y no solo ir a las zonas más impactantes del Monasterio.
Cuando se entra en la iglesia lo primero que se ve es una pequeña antesala separada por una reja que separa del coro y justo enfrente el Altar Mayor, donde se encuentra el Sagrario detrás de un arco triunfal acristalado. La iglesia no tiene forma de cruz latina, si no, que es una nave principal que se divide en otras tres.
Rodeando el altar se llega al Sancta Santorum con un baldaquino en mármol en la zona central. Este espacio es una gran obra barroca, impresionante. La cúpula está pintada por Antonio Palomino el artífice de la obra maestra.
Después de alucinar con el Sagrario pasamos a la Sacristía que es impresionante, te deja sin palabras. Increíble.
Aunque esté alejado, hay que acercarse para ver este increíble monasterio. La verdad que no tenía ninguna expectativa y las ha superado, ambos monasterios fueron la gran sorpresa del viaje.
Una vez realizadas todas las visitas pendientes, cogimos el autobús y volvimos al centro para hacer unas últimas compras y despedirnos de la ciudad. Aprovechando que era la hora de comer, repetimos en la Buena Vida, para comer algo rápido.
Ahora si que sí, ya para el hotel, coger las maletas y ponemos rumbo a nuestra siguiente parada en este viaje, pero antes, como mi acompañante es un gran futbolero, nos desviamos y vamos a visitar el campo de fútbol del Granada, Los Nuevos Cármenes.
Una vez hecha la visita de rigor. Cogemos la autopista y nos dirigimos hacía Consuegra.
Consuegra es un pueblo situado en la provincia de Toledo. Nos pareció una parada perfecta en el camino, ya que nos quedaba de paso y así conocíamos sus famosos molinos de viento.
A las 21:00 de la noche llegamos a nuestro alojamiento la Posada de los Cónsules. La verdad que la oferta hotelera en Consuegra no es muy alta y si a eso le sumamos que cogimos el hotel de la que íbamos de camino, pues era muy reducida. El sitio estaba bien para pasar solo una noche, la verdad que parecía que no había nadie alojado, era un poco raro el lugar. Pagamos 50 euros por una noche en una habitación doble con baño y no era fin de semana. La verdad que nos pareció caro para el tipo de alojamiento. Es verdad que no escuchamos ni un ruido, pero si volviésemos a Consuegra posiblemente no nos alojaríamos ahí.
Una vez instalados, nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo, el hotel estaba algo alejado, pero se llega perfectamente caminando al centro. Cenamos un bocadillo en la plaza central ya que parecía que estaba cerrando todo.
Luego fuimos hasta la zona del río y alucinamos con el ambiente que había. Desde esa zona vimos los molinos a lo alto iluminados. El pueblo es muy bonito, típico castellano. Recomendable no solo parar a ver los molinos, si no dar un paseo por el pueblo.
Ya cansados del día agotador, nos fuimos hacía el hotel y a descansar. Mañana ya último día del viaje y vuelta a casa.