La idea de viajar a USA llegó un poco por sorpresa, ya que el plan original nos debía llevar a Grecia o a Escandinavia, pero como siempre, las cosas sin mucha preparación acaban siendo muy divertidas.
En poco más de dos meses, nos organizamos todo el viaje que hicimos en la segunda quincena de agosto, sin embargo, no es esa la causa por la que alguien pueda encontrar a faltar algunos destinos o lugares “evidentes” que no han aparecido en nuestra ruta. El principal motivo es que queríamos hacer “nuestro viaje”, independientemente de lo que las guías o conocidos recomendasen como imprescindible, y por ello, entre los tres (mi mujer, mi hija de quince años y yo) escogimos lo que más atraía a cada uno dentro de las posibilidades, y esto fue lo que resultó:
18/08 (martes)
El día comenzó pronto, pero no en exceso, ya que al tener el vuelo BCN-MAD a las 10h45’, y los asientos cogidos desde un mes antes (gracias a IBERIA Plus), no teníamos excesivas preocupaciones, así que a las 8h30’ nos fuimos al aeropuerto.
Efectivamente, facturación inmediata, nuestras tarjetas de embarque con todos los asientos asignados, y a dar una vueltecita y esperar el vuelo.
Al embarcar, un pequeño retraso, ya que tuvimos que esperar un vuelo de Tel-Aviv, que operaba en código compartido con el nuestro, y que nos llenó el avión de judíos ultraortodoxos con destino a NYC. Curiosos ellos con sus sombreros y trencitas…
En Barajas, un poco de stress para ir de la T4 a la T4S con el tren sin conductor, ya que el show de escaleras para arriba y para abajo tiene su guasa, pero sin novedad con más de media hora de margen esperábamos para embarcar nuestro vuelo a Boston.
El vuelo salió puntual, y luego, pues lo habitual, lees un poco, te dan de comer, ves una peli, vas al baño, comes mas, ves otra peli, vas al baño, lees otro poco, y cuando ya vas a explotar, siete u ocho horas después, empieza la maniobra de aterrizaje, y a todos nos entran las prisas, y recoges las cosas que tienes esparramadas por tu miniespacio vital.
Bien, la media hora de cola de inmigración se haría llevadera, si no tuvieses urgencia por ir al baño, o no fueses fumador, pero si tienes algunas de estas dos características, entonces se hace insufrible… (léase respectivamente, mi hija y mi mujer)
Una vez superado el trámite con un simpatico abuelete (de donde venís, cuantos días vais a estar, que bonita debe ser Barcelona, etc…), a buscar las maletas, y mal augurio: una maleta tiene una rueda arrancada de cuajo (¡empezamos bien!).
Volvemos atrás, y con sorprendente facilidad encontramos un mostrador de reclamación de Iberia, donde nos hacen la reclamación (puedes poner lo que te apetezca, ya que ni se miran la maleta), y nos dan un folleto con un número de referencia, así como un teléfono para llamar en USA y hacer el seguimiento. Como la maleta estaba un poco cascada, ya teníamos previsto comprar alguna en USA, y si no era necesaria, dejar la vieja por allí, así que no le dimos mucha importancia al tema, y lo aplazamos para la vuelta..
Bueno, pues ya estabamos en la puerta del aeropuerto internacional Logan de Boston, más contentos que unas castañuelas, así que a buscar el bus shuttle que se supone que debía llevarnos al hotel. Tras mucho buscar, y más esperar, entramos de nuevo a la terminal, y preguntamos en información: No problem!, llaman al hotel y nos informan que en quince minutos nos recogen. El Bus no tiene horario fijo, y pasa por las diferentes terminales (seis en total) según necesidad. (una hora esperando, ¡¡inocentes!!).
Por fin aparece, y nos lleva (gratis) al Comfort Inn & Suites Logan International Airport
85 American Legion Hwy, MA 02151 Revere (Massachusetts) (130$ los tres)
En la recepción, un chico hispano nos atiende en castellano, y nos da las primeras explicaciones sobre Boston, y nos hace el checking. Al subir a la habitación, vemos que la habitación tiene una cama King Size, y un sofá, cuando nosotros queríamos dos camas Queen. De vuelta a la recepción, se lo comentamos al muchacho, y No problem! Nos la cambia por otra habitación sin ningún inconveniente.
Ahora si, dejamos todo, y volvemos acoger el shuttle rumbo al aeropuerto, donde montamos en la línea azul del metro y nos dirigimos a dar una vuelta por Boston.
Siguiendo las recomendaciones bajamos en la parada de Aquarium, que nos deja al lado del Quincy Market, ya plenamente dentro de la ruta del Freedom Trail.
Una vez aquí, es donde realmente empieza la sobredosís de barras y estrellas en estado puro con los primeros rascacielos, un grupo de Harleys, el Hard Rock Café, el bar de Cheers (no el original), las tiendas de los Red Sox y los Celtics…
Estuvimos dando una vuelta por la zona hasta que cerraron las tiendas (entre las 19h y las 20h), luego hicimos nuestra primera incursión en McDonals (estabamos demasiado cansados para experimentar o investigar..), y finalmente de vuelta al hotel, donde aparecíamos sobre las 22h (+6h en nuestros cuerpos), y caíamos derrotados en la cama.
19/08 (miercoles)
Por la mañana, tomamos un desayuno rápido en el hotel a las 6h de la mañana (incluido en el precio), a base de café, croissants, zumo y tostadas, y de nuevo el Shuttle Bus nos llevó al aeropuerto para coger el Subway Silver Line, y aquí tuvimos un problemilla:
El autobús del hotel nos dejó en un sitio diferente al del día anterior, ya que le indicamos el trayecto que queríamos hacer hasta la estación de autobuses, y el nos indicó donde coger la línea Silver del Subway, pero siguiendo sus indicaciones, llegamos a la salida de la terminal, así que como evidentemente nos habíamos confundido, entramos de nuevo y preguntamos, pero el resultado fue el mismo, y volvimos a aparecer en la salida de la terminal. (¡!) Ya empezaban a aparecer los primeros nervios, y comenzábamos a valorar el coger un taxi (¡teníamos que coger el autocar a las 7h30’, y ya eran casi la 7h!) cuando delante nuestro para un autobus con el rótulo “Silver Line”: ¡pa’ dentro!. Le preguntamos al conductor, y efectivamente, aquel era el medio de transporte que estabamos buscando..(¿) Unas paradas más adelante, en la parada del Wordl Trade Center se aclaró el misterio: en realidad era un trolebus, y a partir de allí, entró en un tunel exclusivo, se conectó a la catenaria, y circulaba como un metro (¡sorprendente!).
Finalmente, y con alguna medio carrerilla por los pasillos de la South Station (la estación central de autocares y trenes de Boston), conseguimos llegar a la puerta 21 de los autocares, donde ya estaba a punto de salir el autocar de BoltBus que nos llevaría a Nueva York. Por supuesto, entramos prácticamente los últimos, pero a pesar de ello conseguimos sentarnos juntos en la penúltima fila.
Los billetes lo habíamos comprado por internet y nos habían costado dos meses antes 10$, que para un trayecto de 400 y pico kilómetros, yo encontraba baratisimo.. Al lado salían también los de PeterPan, que los habíamos visto en internet por solo ¡2$!, pero precisamente el precio, y el hecho de que paraban en NYC en Chinatown (El nuestro nos llevaba a Penn Station), nos hizo descartarlos. Una vez allí vimos que fue una buena decisión, ya que se veían más cutres, y luego los adelantamos en la autopista..
Nuestro autocar tenia unos asientos bastante cómodos y amplios, reclinables, aire acondicionado, luces de lectura, WC, y lo mejor de todo: ¡wi-fi gratís de banda ancha y enchufes para el portátil en el respaldo de los asientos! Así que la mitad de los pasajeros iba conectada, y la otra mitad durmiendo.
A mitad de camino, hicimos una parada en un área de servicio con McDonalds, cafetería, etc..
El autocar entra en NYC por el Bronx, y pasa por delante del estadio de los Yankees, para posteriormente cruzar todo Harlem, bordear Central Park y llegar a Penn Station por el lado del Madison Square Garden, así que ya te empieza a dar una vuelta turística bastante interesante.
Debíamos llegar a 34 St. & 8 Ave NY, NY 10001 sobre las 11h45’, pero el tráfico infernal de Manhattan (todo patas arriba en obras), nos hizo llegar media hora más tarde, y también nos hizo tomar la decisión de ir andando (¡con las maletas, of course!) hasta nuestro apartamento en la 46 St, entre la 8thAve y la 9thAve, que es un paseito, pero entones todavía teníamos la pilas a tope.
Una vez en el apartamento, y tras unos problemillas con la cobertura de nuestros móviles, y con los prefijos USA, conseguimos que vinieran a atendernos casi a las 14h.
El apartamento lo conseguimos de Ingrite, y fue una recomendación de un compañero de trabajo. También, un par de semanas antes, otro compañero había estado, y la referencia era buena. El nuestro en sí, era una única estancia con dos camas, un pequeño escritorio, una cocina americana bien equipada, y otra habitación con un baño completo. Era antiguo, e incluso un poco cutre, pero estaba limpio, era amplio, con Aire Acondicionado, Internet, ¡y estaba a una manzana de Times Square!. El precio, 200$ por noche, lo encontramos en la línea de los hoteles, pero con el juego que te da un apartamento para cocinar algo, tener cosas en la nevera, etc…
La zona se conoce como Restaurant Row (dentro de Hell’s Kitchen), y todos los bajos son pequeños restaurantes, que realmente tenían mucha actividad todas las noches.
Lo primero que hicimos, tras salir del apartamento, fue irnos a Times Square y hacer fotos a todo y a todos….
¡vaya elemento! Por suerte, mis chicas no se quisieron acercar...
Una vez desfogados de las ansias fotográficas entramos en la estación de metro a comprar 3 Unlimited Ride Metrocard 7 days (una por persona, 27$ aprox. Pax).
Andando, la primera parada fue en la tienda de M&M, que realmente es una pasada, y de donde ya me costó arrancar a mis chicas, ya que se empezaba a hacer tarde para comer.
Por fin, cuarenta fotos después, llegamos al Ellen’s Stardust Dinner. Al ser ya casi las cuatro de la tarde, el sitio estaba ya vaciándose y un poco desangelado, pero así y todo los chicos no pararon de cantar (incluidos un par de aspirantes que estaban seleccionando), y pasamos un rato realmente divertido. La comida, normal, y el precio, unos 85$ los tres, incluida la propina. (los refrescos a rellenar las veces que quieras, la cerveza no).
Al salir, nos encaminamos hacia el TOR, resignados a las colas para acceder, pero al llegar, no es que hubiese poca cola, ¡es que no había ninguna!. En la taquilla te informan de las millas de visibilidad, y las 9 millas que anunciaban, aunque no eran para tirar cohetes, garantizaba poder ver bien Manhattan. Bueno, ya sabeís, 38 segundos para 67 pisos, y para mi, las mejores vistas de Manhattan, ya que ves el Empire y todo Central Park, con el contraste que eso conlleva. La terraza, que tiene varios niveles y una tienda, es amplia, e incluso se veía medio vacía, lo que te permite colocarte bien con la cámara y hacer las fotos sin apretujones.
Al salir, vuelta a Times Square, donde hasta las comisarias de policia tiene rótulos de neón, y a coger el metro para dar una vuelta por la 5th Ave., hasta Tiffany’s, donde hubiese comprado alguna chuchería si no hubiesen cerrado ya (¡en mi próxima vida, que si digo en mi próximo viaje, me cogen la palabra!). También entramos en Abercrombie, pero cuando mi hija se decidió a hacerse una foto con el macizo de la puerta, desmontaron la parada, así que quedó pendiente para otro momento..
Después de esto, volvimos en metro a nuestro barrio, donde nos abastecimos en un Deli de provisiones para llenar la nevera y cenar algo, y finalmente, tras una cena ligera en el apartamento, caímos rendidos.
Una hora después, esos bomberos tan majos que están todo el día dando vueltas por Manhattan con sus sirenas puestas para que le hagas fotos (porque es imposible que haya tantos incendios…), decidieron darnos la bienvenida montando un numerito en la puerta de nuestro apartamento con una llegada espectacular de sirenas y luces. Tres camiones, un par de ambulancias y otro par de vehículos estuvieron media hora en la puerta con sus lucecitas puestas, y los señores firefighters entrando y saliendo en un edificio vecino, para finalmente desaparecer sin que sacaran ni una herramienta de los camiones…
20/08 (jueves)
Para no agobiarnos mucho, habíamos decidido repartir la ruta de los museos entre varios días, y hoy era en el que teníamos previsto ir al MOMA, así que para variar, madrugamos.
A las 7h, estabamos desayunando (bueno, tomando un aguachirri y una magdalena gigante) en el Starbucks que hay en la 9th, y después de que la fumadora (mi mujer) se hiciera un cigarrito, nos fuimos al metro para marchar rumbo adonde nos habíamos quedado el día anterior, en la 5th, justo al lado de la esquina de Central Park, aunque también fuimos a hacer un café por la Sony Plaza, y estuvimos tonteando con unos cachivaches de energías renovables. (el marketing alrededor del concepto “verde” en USA es tremendo, pero su despilfarro energético y de recursos tampoco tiene comparación)
Para mi sorpresa, la tienda de Apple ya estaba abierta (¡antes de las 9h!), así que entramos a pegar un vistazo, y como casi todas las maquinas estaban desocupadas, pues hicimos un poco de tiempo tonteando con los Mac y los Iphone.
Como seguía siendo un poco pronto, bajamos hasta St.Patrick, ya que queríamos hacer una visita un poco más detenida. Nos informaron que no puedes llevar velas y cirios que no sean de allí (llevábamos uno desde España), pero también nos dejaron caer que hacían bastante la vista gorda, así que en el momento adecuado, colocamos el nuestro. Tras un paréntesis de recogimiento, volvimos a la 5th.
Quinta Avenida y tiendas, asociación indisoluble. Así que ¡a por ellas!. Es curioso porque es totalmente libre la entrada a las tiendas tipo extralujo como Gucci, Vuitton, Prada, Cartier, Bulgari, Versace, etc.. y te siguen atendiendo con sonrisa de oreja a oreja aunque lleves la pinta de turista pobre que tenemos todos. El único sitio donde había un armario ropero en medio de la puerta que no te dejaba pasar era Van Clef.
Nosotros nos dedicamos fundamentalmente a las terrenales, aunque después de un cuarto de hora tuve que entrar en Tyffany’s a buscar a las chicas ante la duda de que intentasen hacer alguna locura…
Nada más abrir, entramos en la FAO, y gracias a ello nos dejaron jugar un rato con el Big Piano, ya que enseguida empezó a llegar gente y ya lo acotaron solo a los niños.
Ahora sí, entramos en Abercrombie, donde desde luego, lo mejor es el olor y l@s dependient@s (¡tanto ellos como ellas están para comerselos!), porque la ropa en sí, pues bien, lo que se dice bien, nos es que se vea mucho… Ahora eso sí, la foto de mi hija con el macizo tableta de chocolate de la puerta, le ha dado tema de conversación un mes…
En Bendel había una chica en el escaparate todo el día chateando con un Mac que te invitaba a entrar.
Dentro, si quieres, te maquillan y te dejan como nueva (creo que solo a ellas..).
Seguimos al Disney Store (grande, pero solo tiene de especial las Minies vestidas de Miss Liberty), y parada para mi en el NBA Store. Aquí me acabé de convencer que los españoles habíamos desembarcado este verano en NYC, ya en el aparador principal con las diez camisetas mas vendidas, estaban las de Gasol, Rudy y Calderon, junto a las de Lebron, Kobe y los locales Knicks.
Ahora sí, al MOMA.
Compramos el NewYork Pass para los tres, y empezamos por abajo para ir subiendo.
Mi opinión: si te gusta mucho el Arte Moderno Contemporáneo, adelante, ya que tiene una gran colección y la tienda es tremenda, pero si no es así, escoge el MET que es más variado y ameno, y donde también hay grandes obras de Warhol, Matisse, Picasso, Miró, Pollock…
En nuestro trío hubo división de opiniones, pero así y todo le dimos el aprobado global, como todos los museos que vimos en USA. Las famosas vistas desde la terraza fueron imposibles, ya que se nos hizo la hora de comer, y había cola para coger mesa (no se podía salir sin mas..)
Para contrarestar la mañana en el MOMA, tras una parada en el apartamento a comer algo y descalzarnos un rato, nos fuimos al WTC.
Le dimos una vuelta, hicimos unas fotos, y nos quedamos un poco a medias, ya que ahora que ya están con el proyecto nuevo, aparentemente ya han llenado el agujero con estructuras y cimentación, así que lo único que se ve ya es una gran plaza en obras, patas arriba, llena de maquinaria, grúas y hormigoneras, y ruidosa, muy ruidosa. Muy lejos del agujero-mausoleo-homenaje que había meses atrás según relata todo el que ha estado.
De todas formas, por todas partes quedan recuerdos y testimonios, aunque ahora hay que buscarlos. Por supuesto, en el momento que despliegas un mapa, siempre se te acerca alguien para ofrecerte su ayuda e indicarte donde está lo que buscas.
A continuación, tocaba uno de los puntos más temidos por mí: Century 21. ¡Tremendo! Toda Italia y toda Asia estaba allí dentro, lo que unido a la caótica organización, hizo que nos perdiéramos los tres un rato, y sudase un poco más de la cuenta hasta reagruparnos. Una vez pasado el susto, mi mujer e hija se repusieron llenando un par de cestos de ropa, bolsos y no sé bien todavía que más, pero unos cuantos dólares allí se quedaron. Me di cuenta que mi plan de no hacer compras hasta el día antes de irnos solo había existido brevemente en mi imaginación.
Como casi no habíamos hecho nada y no estabamos cansados (je,je) no se nos ocurrió nada mejor que irnos hasta el puente de Brooklyn andando, (con nuestras compras del Century 21, of course!). Si…, fue una tontería…, y además hace subida…, y tuvimos que rodear el City Hall…y nos habíamos propuesto cruzar el puente andando al atardecer…¡y lo hicimos!.
Nos tuvimos que parar un par de veces, ya que recuerdo brevemente que llevábamos encima, desde las 7h, las tiendas de la 5th, el MOMA, el WTC y el Century, y eso no hay cuerpo que lo aguante, pero tuvo su recompensa, aunque las fotos no hacen justicia a las imágenes que se te quedan en la retina. Simplemente espectacular.
Al llegar al final, en el famoso parque de la izquierda, en la zona DUMBO, hacían cine al aire libre, y desde arriba se veía completamente a petar, así que bajamos hacia la derecha hacia el River Café, donde había todavía más gente, y donde otra vez, al llegar al embarcadero, hubo unos momentos de duda al medio perder a mi mujer entre la gente y la semioscuridad.
Después de hacer las fotos de rigor, y disfrutar un rato de la vista (eso sí, sentados), nos medio arrastramos hasta el metro (vaya tela para encontrarlo, por cierto) y volvimos al apartamento, donde picamos algo y a dormir, ¡por fín!