Miércoles, 17/10
Hoy tenemos un intenso día de coche. Hace un día espectacular, como todos los que hemos tenido durante el viaje. Y desde la terraza del hotel, se divisa el enjambre de globos aerostáticos que sobrevuelan el cielo de Goreme. Tras el desayuno pertinente de la mañana emprendemos el día. Nuestra primera parada se encuentra a 26 km de Goreme.
Ciudad Subterránea de Kaymakli
En la región de Capadocia existen un alto número de lugares subterráneos, que sirvieron de refugio y escondite en épocas de poblaciones perseguidas. Y seguro que aún habrá más por descubrir. Pero existen dos que son auténticas ciudades subterráneas con distintos niveles sobre el subsuelo, pasadizos, habitáculos, túneles de ventilación y un sinfín de escondites con distintas utilidades: Derinkuyu y Kaymakli. El origen de estas construcciones se remonta al período hitita, hace más de 3.500 años, si bien hasta el siglo XIII fueron utilizadas. Y es que el material del subsuelo de la región es tan blando, que favoreció su creación y expansión. Concretamente la ciudad de Kaymakli tiene una extensión tal que podía haber llegado a recibir más de 3.500 personas. Hasta la fecha tiene nueve niveles, de los cuales solo son visitables por el turismo cuatro de ellos, debido a la seguridad de estos y a la investigación. Decidimos visitar la de Kaymakli, tras ver las distintas opciones entre una y otra. Y es que tanto la de Kaymakli como la de Derinkuyu son las únicas ciudades subterráneas abiertas al turismo, y declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Tras el acceso de entrada a través de numerosas tiendas de souvenirs y puestos (es curioso como los turcos aprovechan las zonas de concentración del turismo), y atravesar una multitud de “guías” que se ofrecen a realizar la visita guiada por un módico precio, compramos el ticket de entrada y accedimos por libre para simplemente “perdernos” por sus pasadizos y sentir el estar bajo tierra durante una hora.
A lo largo del recorrido, solo indicado por unas flechas de color rojo que nos conducen hacia niveles inferiores y flechas azules que nos indican los pisos superiores y la salida, encontramos almacenes de alimentos, establos, cisternas, cavas, cocinas, iglesias e incluso sepulturas. La ciudad cuenta con pozo s de ventilación. Y las entradas eran protegidas por una piedra en forma de disco que se hacía girar para bloquear el paso por completo, y que solo podía hacerse girar desde dentro. Además, existe un tunel que conecta la ciudad de Kaymakli con la de Derinkuyu (a 9 km.). Y además existen túneles que conectaban con algunas casas en la superficie, y que servían de conexión para así refugiarse rápidamente sin necesidad de salir a la superficie.





Valle de Ilhara
Ahora toca hacer un recorrido de unos 67 km pasando por Derinkuyu y cuyo punto de destino es la localidad de Ilhara. Tras llegar a Ilhara aparcamos el coche y descendemos por el profundo valle de Ilhara, que en algunos puntos supera los 100 metros de profundidad. Además, es un lugar perfecto para hacer senderismo, puesto que el cañón discurre entre las localidades de Ilhara y la de Selime a lo largo de 14 kilometros. Y en esos kilómetros nos encontraremos un paisaje completamente diferente a lo que le rodea: un rio caudaloso (Melendiz), zonas verdes, iglesias rupestres, monasterios tallados en roca,… Una maravilla de lugar. Me encantó. Este lugar fue también un perfecto sitio para protegerse de asaltantes al tener esas grandes paredes de roca, y por tanto, en ella se desarrollo una vida agrícola, civil y religiosa. Y aquí de nuevo surgen iglesias rupestres. Actualmente sobreviven unas 12, aunque se cree que en su momento fueron más de 80. Hay cuatro puntos de acceso al valle de Ilhara. El primero, por donde accedimos nosotros en Ilhara. El segundo, a unos 4 km., y donde una vez desciendes hay un centro de visitantes y restaurantes. En este lugar comimos. El tercer punto se encuentra en Belisirma, a 7 km. de Ilhara, donde casi llegamos pero tuvimos que darnos la vuelta para continuar con otras visitas, y por último, Selime, donde en realidad llegaríamos pero ya en coche desde Ilhara. Aquí disfrutamos del valle durante unas cuantas horas, yo diría que entr el paseo y la comida en el restaurante, unas 5 horas.












Mirador de Kayabasi
Retrocedemos para volver al coche, y tras un paseo de unos 5 km hacemos una breve parada en el Mirador de Kayabasi. No porque la teníamos apuntada en el itinerario, sino porque lo que veíamos nos impacto. Era un paisaje espectacular. Entonces te enterás que aquí se filmaron escenas de Star Wars y dices: lógico, el paisaje es de otro planeta. Un contraste de colores y de formas… Una maravilla.





Monasterio de Selime.
A tan solo dos kilómetros llegamos a nuestro próximo destino, de hecho, desde el mirador se observaba imponente, el Monasterio de Selime. Está excavado en la roca de una montaña que se eleva sobre el valle y sus dimensiones son enormes. De hecho, es la iglesia más grande de Capadocia. Y en él, un auténtico laberinto por el que podemos pasear libremente mientras nos imaginamos como debía ser la vida monástica. El habitáculo principal, la Catedral de Selime, tiene dos filas de columnas con arcos que dividen el espacio casi en perfección, en tres naves. Los frescos muy deteriorados por capas de hollín de hogueras que allí se han realizado. Aunque se piensa que debió estar dedicado a la Virgen María. Estuvimos recorriendo las dependencias durante una hora aproximadamente. Al principio había otros turistas. En un momento de la visita, oímos una de las cinco llamadas a la oración. El estar en ese lugar y oir la llamada a la oración es una sensación indescriptible (recordemos que estamos en un lugar creado por cristianos). La visita continuó y ya estábamos solos. Una vez visitado todos los rincones, toca salir del Monasterio. Ya se hacía de noche. ¡¡¡¡Horror!!!! La entrada estaba cerrada. Nos habían encerrado en el monasterio de Selime. Y lo que oímos no fue la llamada a la oración. Era la forma de a través de altavoces, indicar a los turistas que iban a cerrar!!! La llamada entonces la hacíamos nosotros desde los balcones que daban al pueblo, a algunos lugareños que se oían a lo lejos. Pero nada. Ya pensábamos en como dormir, como arroparnos, en fin. Pasar una noche al raso. Hasta que volvimos a la entrada para ver si había alguna manera y…. bingo!!! Era una verja cerrada con candado, pero en la parte superior de la verja, de unos 3 metros de altura, había un hueco para poder salir. Así que tras una media hora de incertidumbre, toca escalar la verja y salir por patas. Ya era de noche, y nos quedaban 84 km hasta llegar a Goreme.











Este mismo día queríamos visitar el lago salado de Tuz, pero claro, imposible. Tras la curiosa visita a Kaymakli, el maravilloso sendero por Ilhara y la fascinante a la par que inquietante visita a la catedral de Selime, toca volver al hotel. Cena en una terraza de Goreme y a dormir, que mañana seguimos esta fascinante aventura por Turquía.