Son las 6 de la mañana y estamos despiertas. Ayer llegamos de Neuquén, ya estamos en Buenos Aires. Pagamos la cuenta del hotel y buscamos una movilidad que nos llevó a Ezeiza.

Llegamos a un enorme aeropuerto, estaba lleno de gente y había muchos aviones en las pistas, algunos aterrizando y otros emprendiendo vuelo seguramente a lugares lejanos. Hacemos todo lo que hacen los demás, está lleno de empleados de la aerolínea que piden papeles, nos revisan y unas chicas muy lindas hablando un español mezclado con portugués nos reciben en el avión.
Es enorme. Da miedo. ¿Esta cosa gigantesca vuela? Es un milagro. Como viajamos por LATAM haremos escala en Sao Paulo.
De pronto el avión carreteó, despegó y con él voló mi espíritu con sensaciones muy placenteras... así que tengo hoy la certeza de que este es el momento exacto, indicado y preciso para compartir con Melina este viaje.
Estamos llegando a San Pablo, a través de la ventanilla del avión todo es verde, las montañas parecen arrancadas de un cuadro ocre, el cielo azul y brillante. Es un paisaje increíble. Son casi las 5 de la tarde y ya estamos en la sala de espera del aeropuerto. No lo puedo creer, verifico los horarios y recién a medianoche parte nuestro vuelo a Londres.
Estoy pensando qué haremos en esta pecera. No se puede salir, no se puede fumar, no se puede comprar (es todo muy caro). Un desastre total.
La espera es una tortura. Por fin embarcamos en un enorme avión de LATAM. Nos atendieron, nos regalaron, nos alimentaron, vimos películas, series y dormimos. Cruzar el océano Atlántico en ese enorme pájaro metalizado no era muy aconsejable para un ataque de pánico, sólo había que entregarse y esperar que todo saliera bien.
Aterrizamos en el Aeropuerto de Heathrow en la famosa Londres, parece que es el lugar con más tráfico aéreo de Europa. Todos atentos y cordiales.
El policía londinense de inmigración al ver que éramos argentinas preguntó algo en un extraño español:
- ¿Qué significa la palabra maestra?
-Teacher le contesté y no preguntó más.
Nos pidió los pasaportes, las tarjetas y nada más. La entrada al primer mundo no fue dramática ni complicada como cuentan otros.
Nuestro inglés es muy básico. La gente alrededor hablaba un inglés muy UK. No entendíamos nada. London: mezcla de colores, olores y indumentaria diversa. Gorros, minifaldas, tapados, botas, túnicas, chadores.
Nos sentíamos muy bien. Estábamos listas para compartir este viaje que seguramente será inolvidable.

