Hoy a Juanjo y Maria ya no les importa madrugar. Se perdieron la tarde de las tortugas de ayer, y hoy querían verlas antes de partir hacia el largo recorrido hasta Colombo y posterior Negombo (faltaba Mondongo jaja), más de 5 horas de carretera.


Y para despedirse como debía, al tuk tuk de Juanjo, se le rompe la llanta. Yo creo que no me contó, en cuantos baches se había metido durante el viaje...
En poco más de media hora, solucionado en el taller que hay en todos sitios, comemos y continuamos.

Ahí recordé haber leído sobre el mercado de Pettah, así que aparcamos los tuks en el abarrotado mercado callejero, le decimos al chaval de un puesto que le eche un ojo, y nos vamos a recorrerlo, con el miedo de que cuando volvamos, no estarán ninguna de nuestras mochilas (habíamos aparcado en todo el petate del mercado).

Ya empezando a llover, completamente de noche, volvemos a los tuks y allí no había tocado nadie.

Para mis Inri, al restaurante que íbamos para la cena de despedida, completo. Y ahí ya empezó el diluvio universal. El agua tapaba las ruedas del tuk, yo no se como ese cacharro podía navegar en ese mar de agua que se formó en Negombo.
Cenamos en un pizza Hut (vaya forma de despedirnos de la comida local) y nos recogió el del alquiler, para llevarnos en el tuk tuk, ya conducidos por ellos.
A las dos y media de la mañana, salía nuestro vuelo para Londres. Joder, como añoro ese tuk tuk!!!
