Hoy llegabamos a Nueva Orleans por fin y dejabamos el coche. Nos levantamos prontito en nuestra casita colonial donde con amabilidad sureña nos sirvieron un desayuno.
Y nos dirigimos a nuestra cita de la mañana cerca del Lake Martin, donde habiamos reservado un tour por los Swamps. Curiosamente no hay mosquitos en la zona, cosa que ya habiamos leido, pero a pesar de ello hubo gente que se embadurno de citronella. Lamentablemente nuestra guia era alergico a la citronella y nos lo hizo saber escupiendonos un monton de agua sobre las cabezas. Y sin pizca de remordimiento ni disculpa sigui hablando como si nada. Cualquiera le dice algo a estos rednecks, que sacan una escopeta bien rapido. La hora y pico entre los pantanos, genial. Vimos aligators y un monton de pajaros en un entorno brutal.
Tras la experiencia nos acercamos a Lafayette para poder comer algo.
Y cruzando el increible espacio de la Atchafalaya llegamos a nuestro destino donde pudimos dejar el coche sin problema alguno. Teniamos una pequeña caminata hasta nuestro hotel en el french quartier, Le Richelieu, que nos salio a 394 euros las tres noche, con limonada fresca en el vestibulo y su piscina.
Llegamos a lo largo de Canal Street para coger Chartres hasta nuestro hotel. Nos ibamos haciendo una imagen ya de la ciudad. Ya una urbe mas masificada y sobretodo diversa. Entre que ibamos bastante cargados y que la estatua de mi querido Ignatius Reilly estaba colonizada por unos punks de aspecto sospechoso me quede sin poderme hacer una foto con el. Dejamos todo en el hotel y salimos a dar una vuelta por el centro. Royal Street, la horrible Bourbon Street que no volveriamos a pisar apenas y sus calles aledañas hasta que nos entro hambre y fuimos a buscar comida local.
Cenamos en el patio interior del Gumbo Shop un plato combinado de comida local, con gambas criollas, Etoufee y arroz jambalaya.
Tras salir de la temprana cena nos dimos otra pequeña vuelta antes de retirarnos tempranamente a descansar.