Cape Reinga se considera la zona más al Norte de Nueva Zelanda (aunque leyendo un poco sobre el tema, ésta es una idea errónea, ya que la zona situada más al Norte son los acantilados Surville , situados al Este de Cape Reinga). Hay dos aspectos que hacen de este cabo un sitio digno de visitarse. Por un lado, el cabo marca la zona donde el Mar de Tasmania y el Océano Pacífico se encuentran. Es como un inmenso ring de

Esta mañana nos dirigíamos al Cape Reinga. Aprovechamos la marea baja para acortar el trayecto. Cape Reinga se encuentra en la península de Aupouri. Una delgada lengua de tierra que se extiende cien kilómetros al Norte de Ahipara. La marea baja te da la oportunidad de recorrer ochenta de los cien kilómetros por playas desiertas y ahí estábamos, con la superfurgo a cien kilómetros por hora lanzada a través de playas desiertas interminables. Tan sólo había que tener cuidado con los numerosos ríos que cruzan las playas para desembocar en el mar. Aunque no son nada profundos, pueden esconder algún socavón y si te despistas puedes tener un accidente serio.
De repente, un tronco inmenso apareció en medio de la playa. Estaba recubierto de algo que desde la distancia no se podía apreciar con claridad. Rangi frenó y dio media vuelta para aproximarse. Al acercarnos vimos que estaba completamente cubierto de….percebes!!!. Lástima que ya estaban chunguillos porque sino la cena hubiera sido de auténtico akelarre.
Hacia Cape Reinga. Percebes. *** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras ochenta kilómetros de playa, debíamos desviarnos por una pista de tierra para continuar hacia Cape Reinga. A partir de este punto el Mar de Tasmania desaparecía tras kilométricas dunas de arena. Por un instante, mi cabecita se fue volando hacia las costas del norte de Brasil, el paisaje era muy parecido. Mientras tanto, la superfurgo continuaba avanzando hacia el norte.
Hacia Cape Reinga. Dunas. *** Imagen borrada de Tinypic ***
El último tramo del viaje se hizo bastante pesado. Treinta kilómetros de carretera virada y con constantes tramos en obras de asfaltado, pero valió la pena. La llegada al Cape Reinga es espectacular. La carretera finaliza en una zona elevada desde la que se pueden contemplar varias playas a ambos lados. La diferencia entre el Mar de Tasmania y el Océano Pacífico era evidente. El primero estaba rabioso y el segundo, como su nombre indica, con la calma. En la distancia se veía el “pohutukawa tree”, aguantándose entre las rocas como por arte de magia.
Cape Reinga. Costa Oeste. Mar de Tasmania. *** Imagen borrada de Tinypic ***
Cape Reinga. Costa Este. Oceáno Pacífico. *** Imagen borrada de Tinypic ***
El viento soplaba con fuerza y hacía difícil llegar hasta el faro del cabo. Una vez allí, la visión de las dos masas de agua enfrentadas era espectacular. El Mar de Tasmania no paraba de soltar espumarajos mientras el Océano Pacífico parecía decirle tranquilamente, “Tú de aquí no pasas”.
Cape Reinga. Encuentro Mar de Tasmania y Oceáno Pacífico *** Imagen borrada de Tinypic ***
Cape Reinga. Faro. *** Imagen borrada de Tinypic ***
La vuelta se hizo larga. Al haber subido la marea tuvimos que coger la carretera durante todo el trayecto. Tres horas en la superfurgo pasan una buena factura a las posaderas aunque los paisajes sean bonitos. Hicimos una parada en el Waipoua Kauri Forest (bosque de Kauris). Los Kauris son unos árboles centenarios imponentes que recuerdan a algunas escenas del libro de Tolkien “El Hobbit”. Hace cien mil años se extendían por toda Nueva Zelanda. Hoy en día quedan unas pocas zonas protegidas ya que durante la colonización inglesa los “God Save the Queen” se los pelaron a base de bien atraídos por su gran tamaño y la calidad de su madera y su resina. Son sencillamente majestuosos.
Llegamos a las siete de la tarde y tuvimos tiempo para pelearnos con las olas durante un par de horas. La noche anterior habíamos improvisado una clase de castellano. Las expresiones más aplaudidas fueron “Coun dous cougones=Con dos cojones” y “Di Piura madrrre=De puta madre”. La clase empezaba a cundir. Mientras me ponía el neopreno, Finn me contemplaba con cara sonriente y soltó un “coun dous cougones!”.
Clases de Castellano. *** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras la cena, Rangi preguntó que planes teníamos. Al día siguiente acababa el curso y había que volver a Auckland. Mi vuelo de vuelta a Barcelona salía el 1 de diciembre, quedaban tres días. Solté un “Yo me quedo una semana más”....Chema se me queda mirando, “Yo también, tronco”. Finn y Michelle se unieron al grupo. Vickie tenía planes en Perth y Annie en Raglan, por lo que no podían alargar su estancia en Ahipara. Ahora tenía que meterme en la fantástica aventura de intentar cambiar un billete compuesto por 3 vuelos (Auckland-Hong Kong-Londres-Barcelona). Resultado, cinco llamadas a Cathay Pacific y que me meta el billete polc…..que o vuelo el 1 de diciembre o lo pierdo. “Pues lo pierdo”. Txema soltó un sonoro “Ahí estamos!, con dos cojones!”. La historia terminó comprando un nuevo vuelo Auckland-Barcelona (esta vez pasando por Sydney, Singapur y Londres) y sin aparecer por el aeropuerto el día 1 de diciembre. Bien, ya estaba todo arreglado. Había enviado a los chinos (Cathay Pacific) a tomar vientos y ahora volvía a Barcelona con los australianos (Qantas) el día 10 de diciembre. Diez días más en Nueva Zelanda.
El viernes por la mañana aprovechamos para hacer otra sesión de surf. El curso terminaba al mediodía y Rangi debía volver a Auckland con Annie y Vickie, el resto nos quedábamos el fin de semana con toda la casa y las olas para nosotros. Nos habían llenado la nevera de comida y teníamos las tablas y los neoprenos a nuestra disposición y el sol brillaba sin una nube. Simplemente cojonudo. “Cómo me gustaría quedarme con vosotros..” suspiraba Rangi mientras miraba las olas. Sus obligaciones laborales (debía llevar a Annie y Vickie a Auckland) y personales (la novia lo reclamaba en Auckland) eran demasiado para poder saltárselas a la torera. Nos despedimos con un fuerte abrazo y un “Di lujouuuu, coun dous coujounes”. Rangi me miró fijamente y me alargó su gorra. “Me haría ilusión que te la quedaras”. La acepté con un nudillo en la garganta. Había muy buena sintonía entre los dos y tengo la sensación de que nos volveremos a ver. La superfurgo desapareció a lo lejos. Txeema, Finn, Michelle y yo nos miramos……”Let’s surf!!!”. Solecito, neoprenos, tablas y corriendo hacia las olas…..Di Lujou!.