A las 5:30h hora mauriciana sonaba el despertador, algo rápido de desayuno y nos vamos a Le Morne.
Allí hemos quedado con Ramesh. Le conocimos el año pasado en una de las excursiones que hicimos, y en esta ocasión contactamos directamente con él para que nos lleve a nadar con delfines. Ya lo hice el año pasado, pero lo repetiría en cada viaje a Mauricio. Me emociona recordar cómo pasaban nadando a toda velocidad a escasos centímetros de mi; había crías, ejemplares enormes...y pude apreciar cada detalle de su piel...es una experiencia indescriptible.
Además Ramesh y su compañero Kris practican un turismo responsable con los animales, y solo salen a primerísima hora.
Os dejo su contacto: Ramesh Dolphins Tour +23057766322
A las 7 de la mañana ya estaba sumergida con Kris contemplando esta maravilla de la naturaleza:





Hicimos como 4 o 5 inmersiones, es agotador: sube y baja de la barca, quítate aletas y gafas cada vez que subes, lo que se mueve la barca...así que cuando me consideré saciada, le dije a Ramesh que podíamos irnos.
Intentamos el avistamiento de ballenas, pero ya había pasado demasiado tiempo y normalmente, solo se acercan a la barrera de coral para alimentarse a primera hora de la mañana.
En su lugar, Ramesh nos llevó a la zona de Le Morne nuevamente, nos tomamos unas cervezas y unos dulces que siempre sientan fenomenal después de las inmersiones, y la sorpresa de la mañana la dieron ellas...tortugas (tortugas Verde concretamente)...otra de mis pasiones...


Nos despedimos de Ramesh y Kris en la orilla y nos vamos paseando hacia el hotel Lux Le Morne, esta playa para mi es de las mejores de Mauricio. Paseamos, nos bañamos, nos hicimos fotos...
Nos cambiamos de ropa, cogemos el coche, paramos en un supermercado que encontramos por el camino a coger algo para comer y unas cervezas y nos vamos a conocer la PLAYA DE GRIS GRIS, que además está muy cerquita de nuestro hotel.
Es una playa potencialmente peligrosa, en la que está prohibido el baño. Está situada en el cabo del mismo nombre y las olas rompen sobre el arrecife de manera espectacular. Es una playa de arena blanca y un manto de hierba, en la que siempre sopla el viento, pero nosotros encontramos un pequeño refugio entre las rocas, donde extendimos un pareo gigante, sacamos las provisiones, y comimos mientras tomábamos el sol.


Nos acercamos también a la conocida ROCHE QUI PLEURE, en Souillac, pero la marea estaba baja y no pudimos ver el efecto óptico. Se trata de un acantilado por el que se filtran las olas y produce un efecto como si llorasen las rocas. Es una zona desprovista de barrera de coral y sus olas son impresionantes.
No pudimos ver el efecto óptico pero el paseo hasta allí por senderos bien mereció la pena.
Terminamos la jornada de regreso al hotel para ver de nuevo atardecer...




Hoy cenamos en el restaurante Zafarani del hotel. Este año nos alojamos en media pensión, nos entra el desayuno y las cenas, que entre Melvin, nuestro mayordomo y mi amigo desde Madrid, nos organizan cada día.
El hotel es sinónimo de lujo, y su cocina no lo es menos. Hemos disfrutado de todos los sabores que ofrece la isla, cocinados con mimo y esmero, todo un lujo para el paladar. Ojo los postres de hoy:
Pasear de noche por Le Telfair también es siempre una verdadera delicia para terminar el día: