Nuestro tercer día va a ser más tranquilo, no tenemos que madrugar y lo pasaremos en Tbilisi. En principio nos tenía que llover, pero como diluvió anoche, no ha llovido en todo el día.
Empezamos por la Catedral, al otro lado del río, y lo que nos quedaba más alejado. En el mapa parece que está muy lejos, pero en 20’ aprox llegamos a todas partes, de lo bien ubicado que está el alojamiento.
Primero nos topamos con el Puente de la Paz, muy curioso, un puente peatonal moderno que conecta la Ciudad Vieja con el Parque Rike. Su diseño futurista contrasta con la decoración de la zona. Fue inaugurado en 2010.
Seguimos por el Parque Rike, donde hay un globo al que puedes subir para tener vistas de la ciudad. No creo que sean mejores que desde la Fortaleza.
Nos cruzamos con algunos lugares curiosos: un paso peatonal subterráneo con unos murales increíbles; un árbol hecho de metal, y que incluye todo tipo de detalles; las cajas de los contadores de electricidad, pintados y decorados de diferentes formas…
Catedral de la Santísima Trinidad (Sameba)
Es la iglesia más grande de Georgia y su cúpula dorada se puede ver desde casi cualquier lugar de Tbilisi, especialmente de noche. Tardó casi una década en construirse y no se terminó hasta 2004, con la ayuda de generosas donaciones de los habitantes de Tbilisi.
El interior es de mármol y oro y el exterior es igualmente espectacular, especialmente la vista de la imponente fachada al acercarse.
Estuvimos una horita con la visita, el reciento es grande. Estaban haciendo misa, aunque había poca gente.
A la salida paramos a desayunar en el Café Natra, en la misma esquina, un pastel de miel delicioso. El lugar es encantador, también hacen comidas y parece un museo. Es retro hasta el mínimo detalle, incluida la música. Sin duda muy recomendable.
Fortaleza de Narikala y Madre de Georgia
El siguiente destino era la fortaleza de Narikala. Para ello tomaríamos el funicular. Los billetes se pagan en efectivo en la taquilla. Valen 2,5h laris por trayecto y persona. Sólo compramos ida por si bajábamos andando. También te cobran 2 laris por la tarjeta de plástico que sirve para cargar el billete y nos sirvió para los 2.
No había nadie cuando subimos, hacia las 10.30h, pero sí una buena cola cuando bajamos, que sería mediodía.
Enseguida se llega arriba y sin duda merece la pena subir en funicular. Se tiene unas magníficas vistas del río y de toda la zona, baños de azufre, etc.
Una vez arriba, fuimos a ver la Estatua de Kartlis Deda o Madre de Georgia. Es el monumento que simboliza a Tiflis y el carácter de los georgianos: una espada en una mano para los enemigos y una copa de vino en la otra para los amigos. Fue erigida en 1958 y representa la hospitalidad y la defensa de la región.
A continuación, fuimos a ver la fortaleza, justo al lado de la parada del funicular, pero estaba cerrada porque está en restauración, no lo sabíamos. Pensamos en bajar andando hasta los baños porque MapsMe indicaba un camino por lo que sería el Jardín Botánico de unos pocos cientos de metros, pero el acceso también estaba cortado, así que bajamos de nuevo en teleférico, también sin nada de cola.
Aquí arriba también hay muchas zonas de souvenirs y paradas con bebidas, etc.
De bajada fuimos a visitar la Iglesia de Metekhi, que habíamos visto desde el funicular, con una impresionante estatua ecuestre, todo al borde de un acantilado que se encarama sobre el río. El interior es muy austero, pero merece la pena acercarse y pasear por la zona, bajando hasta el río.
Baños de Azufre
Desde aquí localizamos visualmente los Baños de Azufre y se veían muy cerca.
Teníamos pensado probar uno de los baños de azufre privados, pero al final lo descartamos. Recopilé toda la información, los diferentes baños, en qué consistía, vimos las fotos… pero al final se limitaba a una habitación pequeña, con una piscina privada tamaño bañera que valía mínimo 200 GEL para 1 hora y no nos convenció.
Pero nos acercamos a ver la zona y vimos la espectacular fachada de Orbeliani y los otros que hay alrededor. Muy bonita esta zona con el río, los puentes con candados, un chorro de agua caliente que produce una fumarola y unas escaleras metálicas que nos llevaron hacia la mezquita, con un interior muy vistoso.
Seguimos callejeando y fuimos a parar al Mercado de Meidan, un mercado subterráneo que parece un museo. Es como un pasadizo, bajando unas escaleras, donde se venden souvenirs y productos típicos. No nos pareció barato, pero sólo por ver la decoración, con las paredes y los techos llenos de utensilios antiguos como cunas, lámparas, etc. merece la pena verlo.
Y seguimos hacia la Plaza de la Libertad, allí cerca, y paramos a comer en el Restaurante Prestige, un guiso de carne y un lobio, muy bueno todo y a buen precio. Tras llegar a la Plaza de la Libertad, con su estatua de San Jorge en el centro, seguimos por la Avenida Rustaveli que es donde están los edificios principales, hasta el Parlamento, donde coincidimos con una manifestación. Desde las elecciones, llevan semanas protestando a diario aquí.
Y callejeamos un rato más, por los mercados navideños.
Nos ha gustado mucho la visita a Tiflis y es muy cómoda de hacer. En un día se ve perfectamente andando a todas partes.