El deseo de visitar Sicilia venía de muy lejos en el tiempo. La idea inicial siempre fue movernos con coche de alquiler, pero por imprevistos familiares tuvimos que anular el viaje dos veces con todo preparado y reservado. El año pasado parecía el momento idóneo, pero nuevamente se torcieron las cosas y por diversas circunstancias el coche dejó de ser una opción. Estaba un tanto harta de aplazarlo, así que decidí ir sí o sí. Como me resulta cansado moverme de un lado a otro en transporte público cargando con la maleta, pues hay que planificarlo muy bien y se pierde bastante tiempo, me apunté a un tour cultural para mayores que recorría muchos de los lugares que me interesaba conocer en un principio. Aunque no es su fórmula favorita, mi marido decidió acompañarme a última hora. También tenía interés en dar una vuelta por Sicilia.


Antes de partir procuré documentarme para optimizar al máximo posible el tiempo limitado de que disponíamos, porque ocho días son muy pocos para Sicilia: estábamos casi seguros de que nos quedaríamos con ganas de más.



Así fue y a nuestro regreso estuvimos de acuerdo en que la isla nos encantó y volveremos a no mucho tardar para ver con tranquilidad muchos sitios que nos quedaron pendientes, sobre todo en zonas rurales, de costa y las Islas Eolias. Esperemos que haya suerte en el futuro y no surjan más problemas. De momento, me quedo con lo positivo: por fin hemos visitado varios de los destinos imprescindibles; quizás, los más complicados para llevar coche.


Huyendo de las fechas más calurosas, nos decidimos por el catorce de septiembre, si bien yo hubiese preferido abril o mayo, cuando las temperaturas aún no son demasiado altas y hay más horas de luz. Pero tuvo que ser así. Luego no resultó mal, pues no pasamos excesivo calor, aunque unas cuantas tormentas nos chafaron varios planes; claro que con eso es necesario contar en el Mediterráneo a finales del verano.



Al tratarse de Italia, no voy a explayarme contando detalles que conoce todo el mundo (entrada con DNI o pasaporte, euro como moneda oficial, roaming con la misma tarifa que en casa…), así que paso directamente al relato. Como de costumbre, mi intención con el diario es compartir una experiencia personal, comentando lo que me parecieron los lugares que visité, pero sin ánimo de aconsejar, pues, aparte de que se me da mal, cada persona es un mundo y no hay mejor viaje que el que prepara cada cual según sus gustos y circunstancias.

Hicimos unos 1.100 kilómetros por carretera durante ocho días (siete noches), en un itinerario básico que incluía Catania, Monte Etna, Taormina, Cefalú, Palermo, Monreale, Segesta, Selinunte, Agrigento, Villa Romana del Casale, Ragusa, Noto y Siracusa. En fin, casi todos destinos tan típicos y tópicos como ineludibles en una primera visita a Sicilia.
Recorrido aproximado del viaje según Google Maps.



Distribución del itinerario por días.
1. Llegada a Catania. Recorrido y noche en Catania.
2. Volcán Etna y Taormina. Noche en Catania. (143 Km).
3. Cefalú y Palermo. Noche en Palermo. (250 km)
4. Palermo. Noche en Palermo.
5. Monreale, Segesta y Selinunte. Noche en Agrigento. (218 Km).
6. Valle de los Templos de Agrigento y Villa Romana del Casale. Noche en Ragusa. (186 Km).
7. Noto, Ortigia y Siracusa. Noche en Catania. (164 Km).
8. Catania y vuelo a Madrid por la tarde.
Unos pocos datos sobre Sicilia.
Con casi seis millones de habitantes, Sicilia es la cuarta región más poblada de Italia tras Lombardía, Lazio y Campania, y la más extensa pese a ser una isla, eso sí, la más grande del Mediterráneo, con 25.583 km2. De forma triangular, los romanos la llamaban por esa causa Trinacria, si bien su nombre actual deriva de Sikelia, la denominación anterior que le dieron los griegos debido a que sus primitivos habitantes eran los siculos, asentados en la isla desde el II milenio a.C.


Ocupada por los fenicios en el siglo IX a.C., fue colonizada por los griegos, que fundaron ciudades importantes como Siracusa y Catania. En el siglo V a.C., llegaron los cartagineses, y los romanos consiguieron hacerse con toda la isla en el año 212 a.C.




Tras la caída del Imperio Romano, aparecieron sucesivamente los vándalos, los hérulos y los ostrogodos, hasta que en el año 535 el General Belisario incorporó la isla al Imperio Bizantino, al que pertenecería durante cuatro siglos. A partir de 1061, fue conquistada por los normandos, capitaneados por los hermanos Roberto y Roger Guiscardo, siendo este último el primer Conde de Sicilia. Su hijo Rogelio II fue coronado en 1130, dando origen así al Reino de Sicilia. En 1282, la matanza de franceses conocida como "Vísperas Sicilianas" acabó con el reinado del angevino Carlos de Anjou, y dio pasó a la influencia de la Corona de Aragón. Tras numerosas vicisitudes, disputas y tratados, en 1738, Sicilia y Nápoles fueron entregadas a Carlos de Borbón (futuro Carlos III de España), que inauguró la dinastía de los Borbones hasta que fueron derrotados en 1860 por Giusepe Garibaldi, lo que convirtió a Sicilia en parte del Reino de Italia en 1861.


