Día 11/08/2024
Otro madrugón para empezar a andar lo antes posible. Hoy la excursión matutina es el conocido Circuito de Le Grand Area, es decir, rodear esta montaña de algo menos de 2.900 metros. Para ello me dirijo al valle de Guisane por la D1091 hasta una rotonda con un gran teleférico en el centro. Tomo el desvío hacia St. Chaffrey y continúo en dirección al Col du Granon. La carretera, cada vez más estrecha, va ganando altitud hasta que, ya bastante arriba, se ve una zona de picnic, Bergerie St. Joseph (2.170 metros). Allí, tras algo más de media hora en coche, lo aparco y comienzo a andar sobre las 6:45, más solo que la una.
Bergerie St. Joseph
Me dirijo al suroeste, en dirección al Col de Buffère. El camino, similar a una pista forestal ancha, asciende de forma progresiva y con poco desnivel. Ofrece unas vistas espectaculares al valle de Guisane y al Parque Nacional de los Écrins. Y eso que hoy el cielo no está tan limpio como en días anteriores. A la media hora hay una bifurcación que se resuelve siguiendo por la pista de la derecha. Por esta zona empiezan a aparecer las ruidosas marmotas. Tras 4,5 km llego al Col de Buffère (2.427 metros).



Vistas al Parque Nacional. Marmota chillona. Llegando al Col de Buffère
Desde el collado se ven varios caminos; yo sigo el que indica Refugio de Buffère. El sendero, ya como una vereda, desciende abruptamente por un valle verde impresionante, para luego nivelarse y dirigirse hacia el norte, rumbo al refugio. Lo bueno de madrugar es que, incluso en los Alpes, puedes disfrutar de cierta soledad. De hecho, hasta llegar al refugio solo vi un par de parejas (una de ellas a menos de un kilómetro del mismo), mientras que marmotas debí ver más de diez, correteando de un lado a otro.


Dirección al Refugio
Ya en el Refugio de Buffère (algo más de 8 km desde el inicio), hago una pausa para tomar unas galletas y agua. Luego continúo hasta un desvío señalizado como Névache–Côte Rouge. Cruzo un pequeño puente de madera y comienza oficialmente la zona conocida como Côte Rouge, llamada así porque en otoño la colina adquiere unos tonos rojizos bastante intensos. Este tramo es bastante pedregoso por momentos, inmerso en el bosque, con constantes subidas y bajadas, aunque predominan las subidas. Comienzo a divisar el valle de Clarée.



Refugio de Buffère. Côte Rouge. Valle de Clarée.
Sigo por la loma, ascendiendo por tramos, y cruzo un riachuelo con una señal que ya marca mi próximo destino: el Lac de Cristol. Tras una subida, llego a una zona con menos vegetación hasta alcanzar el lago.


Dirección al Lac de Cristol. El lago
Allí, tras las fotos de rigor, bordeo el lago por su lado izquierdo (oeste) para afrontar la última subida del día, la más exigente. Lo bueno es que este tramo invita a parar a cada rato para disfrutar del paisaje. Primero se contempla el Lac de Cristol desde una perspectiva elevada, y luego se llega a otro pequeño lago más arriba, que en algunos sitios aparece como Lac de Cristol Petit o Lac Rond (sí, otra vez ese nombre). La subida continúa hasta un cruce de caminos, desde donde sigo en dirección a la Porte de Cristol, que con sus 2.483 metros de altitud es el punto más alto de la excursión. En este punto, las vistas tanto al norte como al sur son magníficas, flanqueado al oeste por Le Grand Area y al este por La Gardiole.



El pequeño lago. En la Porte de Cristol mirando al norte. Mirando al sur y hacia donde me dirijo
Desde aquí, un fuerte descenso me lleva de vuelta al punto de inicio. En este tramo ya se veía a más gente, incluso algunos con ATVs, rompiendo la tranquilidad del entorno.
Una estupenda excursión circular, de algo menos de 16 km y unos 800 metros de desnivel.
Ruta
Llego al alojamiento y, tras la ducha de rigor, nos dirigimos los tres hacia el Col du Lautaret, nuevamente por el valle de Guisane. A estas horas más centrales, el tráfico es mucho más denso, así como el número de ciclistas, ya que además del Col du Lautaret, por aquí se accede también al mítico Galibier.
Paramos en el Col y nos quedamos asombrados con los fantásticos glaciares de La Meije. Damos una vuelta por la bulliciosa zona y cogemos el coche para subir al Col du Galibier, situado a casi 2.600 metros de altitud. La carretera es una delicia: en muy buen estado, con muchas curvas, eso sí, pero con vistas impresionantes. Aparcar en lo alto no fue fácil, pero lo conseguimos. Allí, con un viento que casi nos lleva, damos una pequeña vuelta para disfrutar del entorno.


En el Col du Lautaret embobados con los glaciares de La Meije. En el Col du Galibier
De nuevo en el coche, decidimos que es hora de comer. Le comento a mi mujer que la zona de picnic de esta mañana, Bergerie St. Joseph, me pareció ideal. Además, he oído que por la zona hay algunas rutas cortas que podríamos hacer los tres, como la del Grand Lac de l’Oule. Llegamos con un cielo cada vez más encapotado y, al abrir el maletero para coger la nevera con la comida… ¡vemos que no está! Aaaargh, la hemos olvidado en el apartamento. Toca volver a Briançon.
Ya que estamos allí, decidimos quedarnos y comer en el patio. Justo al terminar, se oye un trueno tremendo y empieza a granizar. Entramos rápidamente y me pongo a buscar opciones. Al final decidimos volver al Col du Lautaret para hacer una ruta corta que parte desde allí hacia un mirador de los glaciares de La Meije. Eso sí, al estar dentro del parque nacional, no podemos llevar a la perra, así que la dejamos en el alojamiento.
Dejamos el coche y nos dirigimos al inicio de la ruta, creo que llamada Sentier des Crevasses. Al ser más de las cinco de la tarde, hay mucha menos gente que al mediodía. La ruta no presenta dificultad alguna, pero nos gustó mucho. Sin apenas desnivel, con la única complicación de cruzar alguna que otra zona embarrada, el sendero hasta el mirador del glaciar es una auténtica maravilla: un balcón con vistas constantes a los glaciares. Como decía, solo vimos a dos personas en toda la ruta. Más allá del mirador, el camino continúa hasta los lacs du glacier d’Arsine, una ruta bastante conocida, aunque más adelante se estrecha bastante y puede resultar problemática para personas con algo de vértigo.



Hacia el mirador de los glaciares de La Meije
La vuelta la hacemos por el mismo camino, ahora con vistas al Col du Lautaret, completando un gran paseo de algo más de 6 km y menos de 100 metros de desnivel.


De vuelta al inicio del sendero
Ruta
Ya en el coche, regresamos a casa para disfrutar de nuestro último atardecer en el balcón de esta magnífica zona. Mañana nos espera el Valle de Aosta, ya en Italia.

Me dirijo al suroeste, en dirección al Col de Buffère. El camino, similar a una pista forestal ancha, asciende de forma progresiva y con poco desnivel. Ofrece unas vistas espectaculares al valle de Guisane y al Parque Nacional de los Écrins. Y eso que hoy el cielo no está tan limpio como en días anteriores. A la media hora hay una bifurcación que se resuelve siguiendo por la pista de la derecha. Por esta zona empiezan a aparecer las ruidosas marmotas. Tras 4,5 km llego al Col de Buffère (2.427 metros).



Vistas al Parque Nacional. Marmota chillona. Llegando al Col de Buffère
Desde el collado se ven varios caminos; yo sigo el que indica Refugio de Buffère. El sendero, ya como una vereda, desciende abruptamente por un valle verde impresionante, para luego nivelarse y dirigirse hacia el norte, rumbo al refugio. Lo bueno de madrugar es que, incluso en los Alpes, puedes disfrutar de cierta soledad. De hecho, hasta llegar al refugio solo vi un par de parejas (una de ellas a menos de un kilómetro del mismo), mientras que marmotas debí ver más de diez, correteando de un lado a otro.


Dirección al Refugio
Ya en el Refugio de Buffère (algo más de 8 km desde el inicio), hago una pausa para tomar unas galletas y agua. Luego continúo hasta un desvío señalizado como Névache–Côte Rouge. Cruzo un pequeño puente de madera y comienza oficialmente la zona conocida como Côte Rouge, llamada así porque en otoño la colina adquiere unos tonos rojizos bastante intensos. Este tramo es bastante pedregoso por momentos, inmerso en el bosque, con constantes subidas y bajadas, aunque predominan las subidas. Comienzo a divisar el valle de Clarée.



Refugio de Buffère. Côte Rouge. Valle de Clarée.
Sigo por la loma, ascendiendo por tramos, y cruzo un riachuelo con una señal que ya marca mi próximo destino: el Lac de Cristol. Tras una subida, llego a una zona con menos vegetación hasta alcanzar el lago.


Dirección al Lac de Cristol. El lago
Allí, tras las fotos de rigor, bordeo el lago por su lado izquierdo (oeste) para afrontar la última subida del día, la más exigente. Lo bueno es que este tramo invita a parar a cada rato para disfrutar del paisaje. Primero se contempla el Lac de Cristol desde una perspectiva elevada, y luego se llega a otro pequeño lago más arriba, que en algunos sitios aparece como Lac de Cristol Petit o Lac Rond (sí, otra vez ese nombre). La subida continúa hasta un cruce de caminos, desde donde sigo en dirección a la Porte de Cristol, que con sus 2.483 metros de altitud es el punto más alto de la excursión. En este punto, las vistas tanto al norte como al sur son magníficas, flanqueado al oeste por Le Grand Area y al este por La Gardiole.



El pequeño lago. En la Porte de Cristol mirando al norte. Mirando al sur y hacia donde me dirijo
Desde aquí, un fuerte descenso me lleva de vuelta al punto de inicio. En este tramo ya se veía a más gente, incluso algunos con ATVs, rompiendo la tranquilidad del entorno.
Una estupenda excursión circular, de algo menos de 16 km y unos 800 metros de desnivel.
Ruta
Llego al alojamiento y, tras la ducha de rigor, nos dirigimos los tres hacia el Col du Lautaret, nuevamente por el valle de Guisane. A estas horas más centrales, el tráfico es mucho más denso, así como el número de ciclistas, ya que además del Col du Lautaret, por aquí se accede también al mítico Galibier.
Paramos en el Col y nos quedamos asombrados con los fantásticos glaciares de La Meije. Damos una vuelta por la bulliciosa zona y cogemos el coche para subir al Col du Galibier, situado a casi 2.600 metros de altitud. La carretera es una delicia: en muy buen estado, con muchas curvas, eso sí, pero con vistas impresionantes. Aparcar en lo alto no fue fácil, pero lo conseguimos. Allí, con un viento que casi nos lleva, damos una pequeña vuelta para disfrutar del entorno.


En el Col du Lautaret embobados con los glaciares de La Meije. En el Col du Galibier
De nuevo en el coche, decidimos que es hora de comer. Le comento a mi mujer que la zona de picnic de esta mañana, Bergerie St. Joseph, me pareció ideal. Además, he oído que por la zona hay algunas rutas cortas que podríamos hacer los tres, como la del Grand Lac de l’Oule. Llegamos con un cielo cada vez más encapotado y, al abrir el maletero para coger la nevera con la comida… ¡vemos que no está! Aaaargh, la hemos olvidado en el apartamento. Toca volver a Briançon.
Ya que estamos allí, decidimos quedarnos y comer en el patio. Justo al terminar, se oye un trueno tremendo y empieza a granizar. Entramos rápidamente y me pongo a buscar opciones. Al final decidimos volver al Col du Lautaret para hacer una ruta corta que parte desde allí hacia un mirador de los glaciares de La Meije. Eso sí, al estar dentro del parque nacional, no podemos llevar a la perra, así que la dejamos en el alojamiento.
Dejamos el coche y nos dirigimos al inicio de la ruta, creo que llamada Sentier des Crevasses. Al ser más de las cinco de la tarde, hay mucha menos gente que al mediodía. La ruta no presenta dificultad alguna, pero nos gustó mucho. Sin apenas desnivel, con la única complicación de cruzar alguna que otra zona embarrada, el sendero hasta el mirador del glaciar es una auténtica maravilla: un balcón con vistas constantes a los glaciares. Como decía, solo vimos a dos personas en toda la ruta. Más allá del mirador, el camino continúa hasta los lacs du glacier d’Arsine, una ruta bastante conocida, aunque más adelante se estrecha bastante y puede resultar problemática para personas con algo de vértigo.



Hacia el mirador de los glaciares de La Meije
La vuelta la hacemos por el mismo camino, ahora con vistas al Col du Lautaret, completando un gran paseo de algo más de 6 km y menos de 100 metros de desnivel.


De vuelta al inicio del sendero
Ruta
Ya en el coche, regresamos a casa para disfrutar de nuestro último atardecer en el balcón de esta magnífica zona. Mañana nos espera el Valle de Aosta, ya en Italia.