La primera parada del día la hicimos en Autorie, un pueblo encantador rodeado por un gran acantilado calcáreo. El pueblo es famoso sobre todo por su cascada, de 33m de altura, que fue lo primero que visitamos. Hay un parking bastante grande a las afueras del pueblo, y desde allí se llega fácilmente a la cascada por un camino, en unos 20 o 30 minutos, aunque el camino no es apto para personas con problemas de movilidad. Al ser verano no la vimos con demasiada agua, aunque al menos no estaba seca del todo como nos ha pasado alguna vez en algún parque.



Al lado de la cascada había una charca que apenas cubría y donde nuestro perro aprovechó para darse otro baño en aguas francesas, le estaba cogiendo el gusto. Estuvimos un rato por allí, como hay bastantes árboles hay sombra y se está fresco, y como el día era caluroso apetecía.


Después de la cascada volvimos al pueblo y dimos un paseo. Es pequeño pero muy bonito y bien conservado. No tiene grandes monumentos, pero las casas, la iglesia etc, resulta todo muy armónico. Sobre las 12:30 vimos que los pocos restaurantes que había ya empezaban a llenarse así que elegimos una crepería y nos comimos unas gallettes en una terraza, a la sombra, junto a la iglesia.



Después de comer queríamos buscar un sitio para bañarnos. Buscando el Google Maps vimos uno que no pillaba lejos de nuestro siguiente destino, y allí fuimos, al "Lac de Tauriac", o Lago de Tauriac. El lago se encuentra en un ramal del río Dordoña y en su orilla y está acondicionado para el baño, con instalaciones, una zona de parking, etc. Echamos un buen rato bañándonos los tres y tomando el sol, y por supuesto, tomando un café con hielo en el bar.

Para terminar el día nos fuimos a Carennac, otro de los pueblos más bonitos de Francia. Entre los atractivos de este precioso pueblo medieval figuran las típicas casas antiguas de piedra, el castillo del siglo XVI, la iglesia románica de Saint-Pierre, con su extraordinario
tímpano esculpido o el claustro del priorato cluniacense, mitad románico mitad gótico flamígero. Aquí vivió Fenelón, el escritor francés que escribió "Las aventuras de Telémaco" como crítica a la monarquía francesa. De hecho, la isla que hay en el Dordoña justo delante del pueblo, lleva el nombre de Calypso. El pueblo no es demasiado grande, pero para variar, es difícil aparcar así que tuvimos que dejar el coche en uno de los parkings de pago. Dimos un paseo tranquilamente por el pueblo y merendamos en una cafetería, esta vez dentro y con el perro, ya que hacía mucho calor fuera y el dueño, amablemente, nos dejó pasar con él.


Con esta visita pusimos punto y final a nuestras aventuras por esta zona de Francia, ya que esa noche tocaba hacer las maletas porque al día siguiente nos íbamos a conocer otros departamentos del sur de Francia