Cuenta atrás del viaje. Últimos días por Eslovenia.
Hemos desayunado en la habitación. A las 5:30 entra ya una luz tremenda por las ventanas. Belén consigue no desvelarse mucho pero yo para las 6:30 estoy despejadísimo. Yo no sé esta gente cómo no pone persianas amaneciendo tan temprano.
Hoy es el cumpleaños de Cosita. 16 años que cumple la bestia. Tras recoger todo hemos ido para el lago Bled a ver si le echamos una foto a Cosita con la iglesia famosa, pero el contraluz es tremendo, así que hemos continuado para el lago Bohinj. Un lago del estilo al de Bled que se encuentra a 30 minutos. De camino al lago nos hemos topado con la típica iglesia con las montañas detrás que ha venido de lujo para la foto de los 16 de la perrita. No las tenía yo todas conmigo de que llegaría hasta aquí.
El lago Bohinj está enclavado entre montañas, mucho menos urbanizado que el de Bled y con un punto más auténtico y menos turístico. Al final del lago se llega a un aparcamiento para subir a la cascada de Savica. Vigésimo quinta cascada del viaje, ni en Costa Rica. La cascada tiene una subida por bosque con vistas al valle a la derecha. Tras 40 minutos se llega a una cascada alta con su arcoíris y una placa instalada en el siglo XIX por no sé qué rey que la visitó. Es bonita y el paseo merece la pena.
Bajando de la cascada la perrita la llevábamos con ganas de andar. Por las mañanas el transportín le desquicia y quiere andar, pero es caer la tarde y, después de comer, la puedes llevar en el transportín durante horas que hasta la escuchas roncar. Tiene como cuatro horillas de actividad e actividad matutina y el resto modo suspensión.
De la cascada hemos vuelto al lago y hemos parado en una zona como de playa. El paisaje es tan idílico que me he puesto el bañador y me he metido al agua. Silencio, los pajaritos, el lago un espejo, las montañas nevadas de fondo, no podía no meterme. El agua está como un chuzo y tampoco se puede aguantar mucho dentro, pero una vez que te metes ya puedes entrar y salir varias veces sin que te cause mucha impresión. Un baño epiquísimo.
Tras echar el rato en el lago hemos tirado para Kranjska Gora. Un pueblo de montaña en la frontera con Austria en pleno corazón de los Alpes Julianos. Es un pueblo que en invierno vive del esquí y ahora en primavera del senderismo, escalada, kayaks y demás. Las vistas desde el pueblo son chulísimas. Un río con una llanura que da pie a los macizos inmensos. La carretera es para ir parando por miradores poco a poco.
Hemos comido cerca de Kranjska Gora, un gulash y unos medallones de cerdo. Después de comer nos hemos acercado a una lagunita cerca del restaurante y hemos ido a hacer el check-in y descansar un poco, el sol cae a la envidia y aploma.Para la media tarde hemos hecho una rutilla cerca del pueblo muy bonita y sencilla. Se anda por una garganta que le pega mil patadas a la turistada de ayer. Se llega a la cascada Martuljski Slapovi y se baja por bosque hasta unos prados con unas vistas espectaculares de los Alpes. Muy chula la rutilla y gratis. Ya atardeciendo hemos vuelto al pueblo para acercarnos a unas lagunas artificiales con vistas bonitas rodeadas de bares. Lo tienen al detalle.
De noche nos hemos vuelto al pueblo para descubrir que aquí el día 1 es fiesta y hoy, 30 de abril, tienen la tradición de quemar hogueras rollo San Juan. Mientras bajábamos para el supermercado veíamos a lo lejos un montón de gente con música y de repente una explosión que ha hecho que se encienda la hoguera, recibida por aplausos por todos. El ambiente es festivo. La gente alrededor de la hoguera con los niños corriendo y barecillos con música en directo tipo polkas y la gente poniéndose fina con cerveza. La música está a un volumen tal que solo queda ponerse fino con cerveza y bailar cogidos unos a otros. Esta gente tiene noche para rato.
Hemos cotilleado un rato por la zona y para el alojamiento. Mañana penúltimo día del viaje antes de poner rumbo a Murcia.