Otra vez nos depertamos pronto, aunque no tanto como el día anterior. Nos fuimos a la agencia y un coche nos llevo a la primera parte del recorrido. Éste consistía en un paseo en un carro de bueyes hasta la orilla del río, donde seguimos el recorrido en un mini catamarán. El piloto era un chaval muy agradable que además dedicó parte de su tiempo a hacer con hojas y flores unos gorros muy pintorescos:

Llegamos a tierra y fuimos a una casa tradicional donde una encantadora mujer nos hizo una demostración de cocina cingalesa que luego nos comeríamos en el salón. Tambén tuvimos la oportunidad de usar les utensilios tradicionales para cortar la verduda o triturar las especies. La verdad es que todo estaba riquísimo y lo disfrutamos mucho.

Tocaba deshacer el camino, pero en lugar de volver a Habarana ya nos esperaba el jeep para ir a Minneriya. Ahora sí, ahora sí, pudimos ver manadas y manadas de elefantes en su hábitat. Hicimos un o dos millones de fotos y vídeos y dimos por cumplida una de las misiones del viaje.

Cenamos en el hotel y hicimos las maletas, porque al día siguiente nos íbamos a la antigua capital Polonnaruwa, el segundo de los más antiguos reinos de la isla.