Nos levantamos, y desayunamos unos pancakes con plátano y miel y una bandeja de fruta y nos preparamos para el siguiente destino: Kirinda. Nunca llegaríamos ahí, pero todavía no lo sabíamos.

La salida del hotel no fue tan caótica com la entrada, ya que a pesar del mal estado de los caminos almenos teníamos luz del dia. Trazamos una ruta hacia Kirinda, para ver el templo hindú, comer por ahí e ir al siguiente destino: Tissamaharama. Ahí queríamos ver el lago, pasear un poco y cenar. La ruta era más cortita que la del día antes, sólo una hora y media. El viaje transcurría plácidamente y cuando estábamos a unos doce minutos del destino y en medio de la nada, el motor del tuk tuk se paró. Vaya, pues arrancamos de nuevo y al minuto se para de nuevo. Por favor, no. ¿Qué hacemos? Pues llamamos a la agencia y nos pidieron un vídeo del proceso, porque el tuk tuk arrancaba de nuevo pero se paraba enseguida.
Y cuando estábamos ahí en medio de la nada, para un motorista a nuestro lado. (en inglés) "Hola, ¿necesitáis ayuda?". "Vaya, pues sí. Mira, el tuk tuk se para" Ese chico se llamaba Isuru, y vio la pegatina de la agencia. Nos dijo que la conocía y que llamáramos y él hablaría con ellos. Mientras, aparece otro chico en tuk tuk y también se ofrece. Abre el motor, se lo mira y nos dice que el problema está en el tubo que lleva la gasolina desde el tanque hacia el motor: el tubo se ha obstruído con suciedad y/o arenilla. Isuru nos pasa el teléfono y los de la agencia nos dicen que nos dejemos ayudar y que Isuru nos llevará a un taller. El segundo chicho, no sé como, hace un apaño y podemos arrancar el tuk tuk y seguir a Isuru. En el taller nos arreglaran la avería, les tenemos que pagar y guardar la factura; la agencia nos abonará la reparación.
Así que pasamos un par de horas hablando con Isuru, que es un chico que tiene una casa de huéspedes pero en temporada baja se dedica a promocionar sitios web. Queríamos agradecerle infinitamente lo que había hecho pero no sabíamos cómo, quizás si le ofrecemos dinero se ofende. Así que se lo digo claramente: queremos hacer algo por ti, ¿qué podemos hacer? Y el tío dice, "No. Yo quiero a mi país, y que los turistas estén bien es mi deber" Pues vaya.
Se hacía tarde y por ahí no había nada para comer, pensamos en invitarlo. Así que le preguntamos y nos dice que un amigo suyo tiene un restaurante, el Jungle Cabin, que está cerrado pero nos abre para nosotros. Así que pagamos la reparación (800 LKR) y seguimos a Isuru. No comió con nosotros y se quedó con su amigo.

Pues nada, si vamos rápido todavía podemos ir a Kirinda. Ponemos ruta hacia ahí y cuando ya estábamos a cinco minutos el tuk tuk se para de nuevo. ¡Noooooo! Al menos esta vez estábamos en medio de la calle. Así que en dos minutos baja un hombre con un delantal y unas herramientas, y nos pregunta qué pasa. Pues nada, se ha parado de nuevo. Lo mira, y esta vez el diagnóstico es más favorable: estamos sin gasolina. ¿Cómo? Si el indicador marca 3/4. Pues se había estropeado y íbamos vacíos. Qué horror. Nos dice el amable caballero que vayamos al badulaque del al lado y pidamos una botella de gasolina, con ella llenamos el depósito y ya podremos llegar a una gasolinera que está a dos quilómetros. Pues anda, lo hacemos así y evidentemente ya no tenemos tiempo de ir a Kirinda. Ponemos ruta a Tissamaharama y con el último rayo de sol llegamos destrozados física y moralmente al hotel: Moon Light Guest House, que nos costó 28,35 USD.
Nuestro amfitrión, un chico muy amable que se llamaba Sanjeewa, nos explica el safari del día siguiente con el datáfono em mano. El safari costaba unos 150 USD para dos adultos, niños gratis e incluía el desayuno y bebidas y pica pica durante el viaje. Tocaba madrugón, però el safari era una de las cosas que más esperábamos de nuestro viaje.
El chico se ofreció a llevarnos al centro para cenar, ya sólo queríamos eso. Salvo el Madu River sólo habíamos conducido, comido y dormido....una pena.