4 de marzo de 2010
A ver como empiezo. Nos hemos levantado a las 5:00 para pillar un taxi hasta el aeropuerto de Pekín. Íbamos temprano por precaución porque no hemos volado dentro de China nunca y quien sabe, aunque llevamos muy buenas referencias en cuanto a rapidez en la facturación y embarque. Y no han decepcionado, hemos facturado rapidamente y el vuelo ha salido puntual (al minuto) después de entrar todos los pasajeros en menos de 5 minutos al avión y sin pegas ninguna. A ver cuando vemos eso en España. Salimos a las 8:10 hacia Taiyuan, el vuelo con duración prevista de una hora aterrizó exactamente a las 9:10, impresionante. Recogimos la maleta y aquí empieza otra China bien distinta...
Salimos del aeropuerto y como el autobus no salia hasta las 10:30 fuimos a los taxis, el taxista ni papa de inglés (como el resto de chinos a partir de ahora) nos quiere cobrar 90 yuanes, un señor que pasa y nos ve nos dice que debe costar 50, el taxista se cabrea y empieza a recriminarle en chino que "pa que coño se mete él". Nosotros nos aferramos a la buena fé del señor enchaquetado y el taxista se niega. Al final, ni pa tí ni pa mí, 70 yuanes.
¡¡Empieza el espectáculo!! Una jornada de tráfico caótico en la que debe ser la zona con más mierda de China. El asfalto está hecho polvo y las bicis, carros, motos y otros vehículos se cruzan sin orden ni preferencias e ignorando cualquier norma de circulación. Lo mismo se tira a la calle una mujer, que se cruza un carro o vienen 2 motos contramano. A los 20 minutos llegamos a la estación de trenes de Taiyuan, en similar estado de limpieza. Miles de chinos se agolpan en la puerta y dentro de la estación, somos la atracción del lugar ya que todos se nos quedan mirando y preguntan cosas en chino como si les fuéramos a entender. El próximo tren sale a las 12:30 así que decidimos buscar el bus que va a Pingyao. Con el diccionario de mandarín, y la guia de China, preguntamos por él y nos dicen que es el nº 611. Pues nos subimos en un bus de 2 plantas un poco extrañados por la pinta que tenía. A los 10 minutos se para y se bajan todos y nos empiezan a llamar para que nos bajemos también. Solo habíamos recorrido 2 calles, y Pingyao está a 70 km. Resulta que este bus es uno urbano que nos ha dejado en la estación de autobuses interurbanos. Encontramos la entrada de la estación depués de que nos echaran para atrás en dos puertas y compramos los billetes para Pingyao por fín. El bus estaba mejor que el anterior pero echaba una peste a goma quemá que nos tuvimos que tapar la cara con las bufandas durante las 2 horas de trayecto del mismo estilo que el anterior: esquivando camiones averiados en medio de la carretera, bicis, motos, etc mientras pasábamos por una zona rural muy pobre.
Llegamos a Pingyao por fin 2 horas después, un señor nos enganchó nada más bajar del bus para llevarnos al hotel, lo seguimos hasta su vehículo y ¡tachán, tachán! nos sube a un motocarro o una moto con 2 filas de asientos al aire libre detrás. Vaya forma de acabar el viajecito, una pechá de reir y un frío en la cara... y por fín nos deja en el Yamen Hostel, que se trata de una residencia típica de este pueblo, donde las habitaciones dan a un patio interior con la misma arquitectura de todos los edificios que hay aquí. Es un hostel bastante viejo en cuando a equipamiento y la calefacción apenas iba. Pero nos cambiaron la habitacion y el personal era muy amable. Hay que decir que éste es el pueblo más antiguo de China y todo está como hace cientos de años.

Comimos unos noodles caseros y arroz en el mismo hostel y alquilamos una bici tandem para pasear por la muralla y el centro. Estuvo chulo pero acabamos quemaíllos después del madrugón y la excursión del día anterior a la muralla.

Despúes nos dimos un paseo por el centro para ver algún templo y dentro del Templo de Confucio nos encontramos un grupo de música china ensayando de casualidad. Nos encantó lo que oímos.




Mañana volvemos al aeropuerto para volar a Xian, donde estaremos los próximos 2 días. No vamos a repetir el viajito de ida y nos vamos en taxi del tirón.
Comentario 2: Pingyao es muy pequeño y se puede visitar en un día aunque recomiendo quedarse dos noches, más que nada porque está un poco alejado y mientras que llegas y no se te va medio día y no te da tiempo a ver todos los templos que tiene y sobre todo disfrutar relajado del ambientillo del pueblo, muy diferente a las grandes capitales.