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30 Marzo 2010
Me despierto algo perezoso y tras un batido de chocolate en la recepción me dirijo al Stadtshuset (Ayuntamiento). El día anterior ya le había echado un vistazo pero debido a que había un encuentro político no era posible visitarlo. Y es que recomiendo consultarlo previamente p. ej. en la oficina de turismo para ahorrarse el ir y no poder entrar. Por suerte esta vez sí, hay tours a las horas en punto y consigo el ticket para el de las 11 por 50 SEK. Mientras espero doy una vuelta por el recinto, un enclave perfecto con una especie de embarcadero al canal que ahora está congelado.
No estoy seguro de si va a valer la pena y ya no recuerdo si en los tropecientos posts de Los Viajeros que leí antes de emprender el viaje decía que debía ir... ¡qué estrés!
Tengo muy poquitas fotos de dentro pero muy reveladoras así que prefiero no ponerlas y que lo veáis en directo. La sala azul es donde se entregan los premios Nobel a excepción del de la paz que tiene lugar en el ayuntamiento de Oslo. Tras unas escaleras se sube al piso de arriba y se visitan otros salones hasta llegar al último y para mi más impresionante, el salón dorado que combina ese modernismo con algo que rememora lo egipcio. Un espectáculo. En sí la visita guíada es relativamente corta (diría que sobre 30-40 minutos) y no hay muchas salas que ver pero se hace muy ameno y la verdad que es un edificio bonito por dentro y atrevido y moderno en muchos detalles. Me gustó mucho y he de recomendarlo.
Con el tiempo justo salgo dirección al Museo Nacional. A estas alturas del viaje me he dado cuenta de que esta época del año no es la idónea para las visitas culturales. Bastantes museos están cerrados o parcialmente cerrados hasta el verano y por otra parte cierran muy pronto (16h – 17h), también se junta que estamos en Pascua. Me suelo administrar el tiempo pero en un museo nunca se sabe... puedes quedarte eclipsado y avanzar en plan “tortugo” o bien saturarte y pasar de sala en sala a paso ligero.
De hecho de camino al Museo Nacional topo con la Academia de las bellas Artes (no veo que esté en inglés) y ya que la entrada es gratuita paso rápido. Hay un bar en la planta de arriba y la exposición es bastante pequeña. Básicamente está compuesta de obras de artistas suecos contemporáneos. Una que no deja indiferente es The Kid Below de Anastasia Ax que está dispuesta en una sala aparte. Hay un video con el making off de la obra y he aquí parte del resultado.
Como no acaba de ser mi estilo sigo con mi plan inicial y sigo rumbo al National Museum. La entrada son 100 SEK y tienes acceso a la colección de arte aplicado y diseño que hace un recorrido del diseño sueco desde 1500 a la actualidad además de la principal de pintura y escultura. En cuanto a diseño, el último siglo está muy detallado y es muy interesante ver las tendencias que predominaban en cada década. Hay muchísimos objetos y folletos explicativos en español a la entrada de cada sala.
Una sala exhibe multitud de esculturas dispuestas por en medio de la sala e incita a contemplarlas desde diferentes ángulos para ver como la luz y las sombras influyen en la obra. La mayoría de esculturas preciosas.
Es tan amplio que al final decido apresurarme para aprovechar el segundo piso, las colecciones de corte clásico. Hay obras memorables, entre ellas varios Rembrandt incluyendo su diminuto autorretrato, una sala de la escuela flamenca y la exposición temporal “Rubens & Van Dyck” que dura hasta el 23 de Mayo que es de lo mejorcito.
Por supuesto hay una sala con artistas suecos, en este caso del siglo XIX. No es que esté muy puesto en arte pero si es sueco menos aún así que me sorprendieron gratamente muchos de ellos. Me quedo con la obra “The Poet. Verner von Heidenstam” de de J.A.G. Acke en 1911.
En fin, no sigo, visita obligada.
Es curioso pero ojeando el folleto del mapa me doy cuenta de que la empresa en la que trabajo esponsoriza el museo, ¡qué cosas! Por un momento pienso que ya podría tener algún beneficio por esas horas de más que hago a la semana y que quedan en el olvido. Al acabar la visita, entre un poco de vergüenza y curiosidad le comento a la recepcionista si había algún tipo de descuento por trabajar en esa empresa y de forma casi espontánea me dice que debería tener entrada gratuita. Aún habiendo pagado con tarjeta me lo devuelve en efectivo y salgo por las escaleras adorando la simpleza y generosidad suecas.
Adjunto una foto nocturna del museo a lo lejos ya que no saqué durante el día.
Bueno, después de la sobredosis de espacios interiores que llevo este día voy animado a mi siguiente plan. Como veis siempre hay algo que hacer en esta bonita ciudad. Vuelvo por el paseo marítimo hasta Djurgården de nuevo. La verdad que es una zona tranquilísima y agradable. Mi plan es ir a Skansen pero cierran a las 16h y si fuese otro día ya no tendría tiempo. La cosa es que he leído en una de estas revistas tipo “What’s in Stockholm!” que se celebra la Walpurgis Night, una fiesta para celebrar la llegada de la primavera con una tradición de más de 100 años que atrae tanto a turistas como a residentes, sabrán montarla bien digo yo. Es por la tarde-noche y se celebra con fuegos artificiales, coros, etc. Pero algo huele mal, veo la zona demasiado tranquila y cuando llego a la puerta de Skansen ahí no hay ni un alma... :S No puede ser, estos suecos son demasiado formales para hacerme esto! Con cara de tonto pienso en un plan alternativo y como ya ha cerrado todo saco mi lista de planes B y escojo el Hagaparken.
Me dispongo a usar el transporte por primera vez y eso se paga. Al parecer hay que comprar los billetes antes de subir al bus. La máquina de esa estación no funciona (o no se hacerla funcionar) y acabo dándole pena al conductor que me invita a subir gratis. Tras dos transbordos de autobús (esta vez si que conseguí poder pagar un ticket) llego al Hagaparken, un señor parque o mejor dicho un bosque inmenso situado bastante al norte de mi albergue.
En la entrada un mapa da la bienvenida mostrando los puntos de interés.
Para resumir el parque consta de varias construcciones, unas más grandes que otras, típicas de diversas culturas. Al no tener una guía que leer tengo que echar mano de mi imaginación y no llego a nada en claro. Así que me dedico a relajarme y dar un paseo. Me doy cuenta de que nunca había estado en un lugar con tanta nieve si me olvido de la única pista de esquí que he pisado, pero eso no cuenta. Con mis bambas de casi tela me meto por la nieve poniendo un poco en juego la cámara y mi persona pero disfruto del paisaje, y todo esto a veinte escasos minutos del centro.
Me entretengo con la cámara hasta que empieza a oscurecer a eso de las 20h. El frío empieza a apretar y ahora toca recorrer el camino de vuelta, como he dicho es un señor parque. De hecho frecuentemente me cruzo con gente que va a correr pero hay que ver lo preparados que van para el frío. A mi paso ligero llego hasta la puerta principal y poco a poco voy tirando hacia el centro con mi orientación y tras un largo paseo sin querer llego al hostal.
Llego un poco hambriento y un reclamo del hostal era pasta gratis. Más que nada se agradece por la comodidad de que no tienes que comprarla... no era importada de Italia que digamos... la pretendo arreglar con una salsa que compré por Södermalm la tarde anterior a precio de oro (hay que decir que los precios en el super en general son carillos). En la cocina coincido con una francesa y como somos los más tardones en comer y los dos vamos a hacer pasta sirve de excusa para una agradable charla. La cosa es que ha llegado hace una hora y le cuento un poco mis vivencias estos dos días, comparto la salsa pesto, respondo algunas de sus dudas y la aconsejo para su ruta. Ojeando los papeles ella se da cuenta de que la famosa Walpurgis Night, si, tiene muy buena pinta, pero quizás mejor esperar al 30 de Abril que es cuando la hacen. A veces tanta planificación y otras errores de novato... Risas y se baja el telón!
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