En una de las famosas tardes de risas e Imperial en la piscina nueva de adultos, oí hablar de las bondades del pescado y langosta recién pescado que se podía degustar en un chiringuito de la playa del Macao. Así que junto con Angel, de la familia catalana, planeamos ir a la playa del Macao a conocerla y sobre todo a probar el pescado y la langosta que tan bien me lo ponían.
Así que ni corto ni perezoso, al otro día llamé a Jenny y contratamos taxi para ir a dicha playa de Macao.
Quedamos a las 11 de la mañana en el Lobby del Royal, íbamos mi mujer y yo, y la familia catalana: Aurora, Angel y Aida. Nos vino a recoger un taxista de confianza de Jenny, salimos sin más dilación hacia el Macao, estaba a escasa media hora de Palladium.
A la entrada a la playa nos topamos con hileras de Buggies que salían de ella (menos mal), nos adentramos hacia el final de la playa al último chiringuito… lejos de la zona donde se concentraban los buggies, lo primero decir que la belleza de la playa nos dejó impresionados, nada que ver con las playas de los complejos… espectacular, de las más bonitas que hemos visto… el agua con una tonalidad amplia de azules, cristalina, sin olas, una playa casi sin gente, la temperatura del agua sobre los 30 grados.
Lo primero que hicimos fue que el taxista que resultó ser amigo de la dueña del chiringuito, nos presentó y decidimos contratar el almuerzo para que lo fueran haciendo.
Nos dieron a elegir entre varias neveras de pescados y langostas recién pescados, elegimos un pescado típico del lugar: el Chillo, un chillo que pesó 4.860 kilos ¡ casi 5 kilos ¡ y dos langostas enormes. Todo ello iba a ir cocinado sobre leña…
Mientras la comida se hacían, la buena señora nos puso en la misma orilla una sombrilla grande y varias sillas.
Un lujo solos nosotros, nadie alrededor nuestra, la playa calma, tranquila y solitaria durante la mañana… ( A la tarde ya empezó a llegar gente nativa, pero no mucha).
Disfrutamos de varias Presidentes bien fresquitas mientras nos bañábamos y disfrutamos durante varias horas de ese paraíso en la tierra.
Exploramos un poco y rápidamente vino la hora de degustar tan apetitosos manjares… Simplemente decir que el almuerzo del pescado, langostas y picadera variada fue espectacular, un sabor inconmensurable, un entorno de postal… Un lujo realmente un verdadero lujo y placer para los sentidos, mejorado en todos los aspectos por la compañía que estábamos disfrutando…
Pasamos la tarde disfrutando del baño y la hermosura de esta playa, hasta que sobre las 5 vino a buscarnos el taxista y de vuelta al hotel.
Un día inolvidable por lugar y por compañía, eso nos hizo ver que no hacía falta contratar excursiones para pasar un día diferente y conocer lugares nuevos y sobre todo que no hay que tener miedo a salir, que hay mucha vida fuera de los resorts, a partir de ahora esa va a ser nuestra norma: salir todo lo posible y disfrutar de un país que tiene muchísimos sitios ocultos al gran turismo y que es mucho más gratificante que las excursiones organizadas.



















