Y por fin llegamos a uno de nuestros destinos más deseados del viaje: la ciudad de San Francisco. Si soy muy, muy, muy, muy, muy sincero... Diré que, quizás, es posible, a lo mejor... la ciudad nos decepcionó un poco. Las expectativas que llevábamos eran tan altas, y lo que habíamos oído sobre ella era tan bueno, que claro, resultaba difícil estar a la altura. En este sentido, tengo que decir que como gran ciudad de Estados Unidos me sigo quedando con Nueva York. Pero es mi opinión. Lo cual no quita que San Francisco nos gustase, y mucho.
Hay que decir que tampoco ayuda la enorme cantidad de mendigos que ves por las calles, sobre todo a partir de cierta hora de la tarde. Esto también nos pasó en Los Ángeles y en Las Vegas (donde, entre otras cosas, vimos a un joven que por 5 dólares se dejaba recibir un puñetazo en la entrepierna... anécdota real 100%). Por muy bonita y espectacular que sea una ciudad, resulta difícil disfrutar cuando ves a tu alrededor a gente que lo está pasando muy mal. Esto es algo que no habla muy bien de una sociedad que presume de ser la mayor potencia del mundo. Es un país maravilloso, en muchos sentidos. Pero también una sociedad con demasiados contrastes, que en las grandes ciudades parece haberse acostumbra a convivir con la más absoluta pobreza y marginalidad.
Pero bueno, volviendo al viaje, decir que dividimos nuestra estancia en San Francisco en 4 días y medio. Llegamos a la hora de comer, así que lo primero que hicimos fue ir a un restaurante japonés a comer sushi. No recuerdo el nombre, pero estaba realmente rico.
De allí nos fuimos a la zona de Union Square, el epicentro de la ciudad. Nos sentamos en la plaza con un par de chocolatinas y simplemente disfrutamos viendo a todo tipo de gente pasar de un sitio a otro. Oficinistas, turistas, un par de japoneses intentando ligar con unas chicas de su edad, una modelo haciéndose fotos para su book de publicidad. La vida de San Francisco en estado puro.
Después nos fuimos andando hasta el San Francisco Ferry Building. Se trata de un antiguo (y precioso) edificio que sirve de terminal a los ferries que parten de la ciudad a Sausalito, Oakland y otros puntos de alrededor.
Y para rematar el día... Una de las experiencias que más ganas tenía de disfrutar en esta visita: un partido de béisbol. En concreto, teníamos entradas para ver a los San Francisco Giants contra los Mets de Nueva York. A mí me pareció una gran experiencia. Vale que el béisbol no es el deporte más apasionante del mundo (al menos para aquellos que no lo hemos practicado nunca), pero ver un acontecimiento deportivo en EEUU es algo muy divertido.
Vimos a la hija de Bruce Lee cantar el himno nacional, la famosa "Kiss Cam" (que enfoca a parejas para que se besen en mitad del partido), todo tipo de regalos para el público, y sobre todo a la gente comer sin parar perritos calientes, helados, churros, palomitas, gominolas... (de verdad pensamos que lo de menos era el partido, la gente iba a hablar, pasárselo bien y, principalmente, a comer). Eso sí, muy buen ambiente entre las aficiones y ni un solo insulto al equipo contrario.

