Para hoy teníamos prevista la visita al Palacio de Catalina o Pushkin Palace, una excursión por la que las agencias privadas te pueden cobrar tranquilamente 120€. Lo bueno es que entraréis con hora concertada y os olvidaréis de la interminable cola, pero el caso es que la mayoría de los turistas optan por hacerlo por su cuenta ya que no requiere mucha dificultad.
Primero fuimos al 24 Horas de al lado para comprar el desayuno, que esta vez fueron frutos secos y fruta por 310R. También compramos 20 fichas para el metro. Calculamos todos los trayectos que queríamos hacer en San Petersburgo hasta que nos marcháramos y más o menos nos salían esos. Pagamos 700R por los 20 (el viaje sale 10R más barato si los compras de 10 en 10) y pusimos rumbo de nuevo a las estación de Moskovskaya, al sur de la Linea 2.
Una vez allí, hay que salir al exterior y buscar las furgonetas blancas que van a Pushkin Palace. Cuando salgáis del metro buscad La Casa de los Soviets, un enorme edificio gubernamental al más puro estilo soviético con una plaza delante en la que resalta una enorme estatua de Lenin en el Centro.
Las furgonetas (K545 o K299) se toman justo delante del edificio, a la espalda de Lenin. El billete cuesta 35R por persona y el trayecto dura unos 30 minutos. Una vez en Pushkin, lo único que tenéis que hacer es seguir a todo el mundo o preguntar por señas al conductor, no tiene ninguna pérdida ¿La primera impresión del palacio? Precioso, y eso que sólo veíamos una pequeña parte.
En el Palacio de Catalina experimentaréis eso que tanto habéis oído sobre las interminables colas en Rusia, al menos si vais en meses de calor. Los jardines abren a las 10 pero el Palacio no lo hace hasta las 12, por lo que os podéis poner directamente a hacer cola y esperar hasta su apertura, o te das una vuelta, te pones a las 12 en la cola y esperas 2-3 horas de pie hasta que te llegue el turno. Es decir, que hagas lo que hagas, de la cola no te libras. Una barbaridad.
Nosotros llegamos poco antes de las 11:30 y sacamos las entradas para los jardines por 120R cada uno. No hay posibilidad de comprar en taquilla las del interior del palacio, debes pagar la del jardín para poder entrar, esperar la cola y comprar la otra dentro cuanto llegue tu turno. Esto no te lo explican en ningún momento, todos los carteles informativos están en ruso, pero la mujer de nuestra taquilla tenía una nota escrita a mano en inglés con estos detalles que te enseñaba nada más intentabas iniciar cualquier tipo de conversación con ella.
Así las cosas, nos pusimos a la cola y a esperar. Una vez dieron las 12, entró el primer grupo y avanzamos unos pasos… con lo que nos ilusionamos pensando que estaríamos como mucho una hora esperando. Nada más lejos de la realidad. Cuando veíamos que no era así, nos pusimos a contar que entraban 100 personas aproximadamente cada 15 minutos y la cola además de larga era ancha. Por si no era poco, entremedias entraban los grupos que venían con agencia de viajes y hora concertada, la única forma en la que se puede entrar sin colas… Alguna ventaja tenía que tener el gran desembolso. Cuando pasó una hora y media ya estábamos desesperados… No paraban de llegar grandes grupos de turistas chinos y la cola estaba estancada… llegamos a pensar que se iba a acabar la hora de visitas y nos quedaríamos sin verlo, un horror. Por suerte el tiempo era ideal e incluso se agradecían las nubes que poco a poco iban cubriendo el cielo… hubiera sido un inferno aguantar todo ese tiempo de pie bajo un sol de justicia. Esperando se nos hizo la hora de comer; fuimos a comprar un par de bocadillos, bebidas y dos deliciosos bollos a un pequeño puesto de los jardines, la única opción para comer por allí. Todo costó 980R… y dando gracias. Un rato después era tanta la demanda que el puesto cerró porque se quedó sin comida. Muy importante ir preparados con bocadillos en la mochila para esta excursión.
Si hubiésemos sido un grupo más grande, nos hubiéramos turnado en la cola para ver mientras los jardines, pero irse cada uno sólo para verlo por su cuenta hubiera deslucido mucho la visita así que aguantamos estoicamente.
A las 15:15 de la tarde, por fin, llegó nuestro turno. El calvario acababa… o eso parecía, porque una vez dentro había que hacer cola de nuevo en otras taquillas para comprar la entrada que costaba nada menos que ¡1000R! Afortunadamente la cola de dentro iba ligera y fuimos a los tornos de acceso. ¡Al fin entrábamos! Pero no. Las señoras que controlaban el acceso nos quisieron echar para atrás por la mochila y nos mandaban a dejarla a las taquillas, lo que significaba hacer cola de nuevo en ese mostrador y volver a pasar por caja ¡Otra vez no! Insistí en inglés diciendo que la gente entraba con bolsos mucho más grandes que mi mochila, que además estaba prácticamente vacía (la abrí para que vieran que sólo llevaba las dos cámaras y unos cuantos planos porque no creía que me entendieran)…. Al final me puse tan pesada e insistí tanto que me dejaron pasar con la condición de que la lleváramos en la mano y no en la espalda.
Bueno… ya dentro, es un poco frustrante porque no se puede avanzar a tu ritmo. Tienes que esperar a que un cupo de personas salga de una estancia para que abran el cordón y que puedan acceder otros tantos… pero mereció la pena.
Lo que más nos gustó fue el Gran Salón. Sus espejos y ornamentos dorados me dejaron con la boca abierta y me teletransportaron a la película de Anastasia mientras en mis oídos sonaba “Una vez en diciembre”.
Poco a poco fuimos pasando por el resto de estancias, admirando las preciosas vajillas y los ornamentos de estilo rococó hasta que llegamos al famoso “Salón de Ambar”. Allí no se pueden sacar fotos. Lo cierto es que es muy bonito, pero mucho más pequeño de lo esperado por mí… por lo que si tuviera que elegir, me quedaría con el Gran Salón.
Recorridas todas las estancias, nos disponíamos a salir al exterior justo cuando comenzó a llover, así que esperamos dentro. Definitivamente no era nuestro día. El palacio nos pareció espectacular por fuera y por dentro pero la espera y la multitud habían sido excesivas y ahora, por si no fuera poco, se ponía a llover. Afortunadamente, la lluvia intensa no duró mucho y cuando amainó dimos el paseo por los jardines que nos hubiera gustado dar por la mañana con mejor tiempo.
Cogimos el autobús de vuelta casi en mismo punto de la ida, esta vez por 40R cada uno (decían que por la lluvia) y bajamos en Moskovskaya de nuevo para visitar Chesme Church. Con el mapa que llevábamos no tardamos mucho en ubicarla.
Es una iglesia pequeña pero muy peculiar y acogedora. A esa hora estaban oficiando una ceremonia así que no quisimos interrumpir y lo vimos desde atrás. Las mujeres rusas se cubren la cabeza con un pañuelo dentro de las iglesias, así pues yo, para no desentonar, me puse la capucha.
Regresamos a Moskovskaya con una lluvia que se había vuelto más intensa. Compramos en un puesto callejero unos snacks que fueron básicos en nuestra estancia: tres salchichas envueltas en masa frita. Qué ricas y qué grasientas… dos cosas que van de la mano en muchos casos. También compramos dos porciones de tarta (o ladrillos) y una bebida ¿Total? 240R (menos de 4€). Y dicen que Rusia es cara.
Esperamos un rato más a que la lluvia parara dentro del metro comiendo la merienda y fuimos al centro donde visitamos el Café Singer mientras amainaba la lluvia. Es una librería enorme con una cafetería en la última planta.
Después buscamos un banco cercano que estaba abierto para cambiar más dinero y dimos un paseo por la Avenida Nevsky.
Luuego pusimos rumbo a otra parte de la ciudad en busca del restaurante DUO Gastrobar en la calle Kirochnaya, 8. Mi chico se había marcado unos cuantos restaurantes recomendados en TripAdvisor y éste era uno de ellos. No esperéis comida típica rusa, pero sí un festival para los amantes de la buena mesa. El personal era joven y muy amable, y además hablaban inglés. Nos ubicaron en la barra hasta que se quedó libre una mesa y nos dieron las cartas mientras nos recomendaban lo que estaba fuera de ellas.
Pedimos una deliciosa limonada de romero y de entrantes, un fantástico steak tartar con espuma de parmesano y un ceviche de atún que era una absoluta locura.
De segundo, yo me decidí por un risotto de salmón y mi novio por una ternera con champiñones tierna y sabrosa.
El postre fue apoteósico. Por un lado, helado con ciruelas, nueces de pecán y salsa de caramelo salado, y por otro, helado de chocolate blanco y fruta de la pasión, tierra de galleta y gorzonzola. Sí, gorgonzola en un postre. Os juro que se me saltaron las lágrimas con los dos.
Y todo esto 2.700R, es decir, unos 38€ al cambio, el equivalente a una cena muy normalita en Madrid. Puro lujo. Lugar recomendadísimo.
La deliciosa cena nos debió nublar la mente porque a la salida tardamos mucho en encontrar la parada de metro, así que cuando conseguimos regresar al hotel lo hicimos bien mojaditos y agotados. Había sido un día intenso, pero había merecido la pena a pesar de todo y compensamos las largas esperas y las multitudes con una cena de categoría.
Fue probablemente el día que más gastamos pero aún así sólo rondamos los 50€ por persona teniendo en cuenta todo lo que pagamos y el homenaje que nos dimos.
Primero fuimos al 24 Horas de al lado para comprar el desayuno, que esta vez fueron frutos secos y fruta por 310R. También compramos 20 fichas para el metro. Calculamos todos los trayectos que queríamos hacer en San Petersburgo hasta que nos marcháramos y más o menos nos salían esos. Pagamos 700R por los 20 (el viaje sale 10R más barato si los compras de 10 en 10) y pusimos rumbo de nuevo a las estación de Moskovskaya, al sur de la Linea 2.
Una vez allí, hay que salir al exterior y buscar las furgonetas blancas que van a Pushkin Palace. Cuando salgáis del metro buscad La Casa de los Soviets, un enorme edificio gubernamental al más puro estilo soviético con una plaza delante en la que resalta una enorme estatua de Lenin en el Centro.
Las furgonetas (K545 o K299) se toman justo delante del edificio, a la espalda de Lenin. El billete cuesta 35R por persona y el trayecto dura unos 30 minutos. Una vez en Pushkin, lo único que tenéis que hacer es seguir a todo el mundo o preguntar por señas al conductor, no tiene ninguna pérdida ¿La primera impresión del palacio? Precioso, y eso que sólo veíamos una pequeña parte.
En el Palacio de Catalina experimentaréis eso que tanto habéis oído sobre las interminables colas en Rusia, al menos si vais en meses de calor. Los jardines abren a las 10 pero el Palacio no lo hace hasta las 12, por lo que os podéis poner directamente a hacer cola y esperar hasta su apertura, o te das una vuelta, te pones a las 12 en la cola y esperas 2-3 horas de pie hasta que te llegue el turno. Es decir, que hagas lo que hagas, de la cola no te libras. Una barbaridad.
Nosotros llegamos poco antes de las 11:30 y sacamos las entradas para los jardines por 120R cada uno. No hay posibilidad de comprar en taquilla las del interior del palacio, debes pagar la del jardín para poder entrar, esperar la cola y comprar la otra dentro cuanto llegue tu turno. Esto no te lo explican en ningún momento, todos los carteles informativos están en ruso, pero la mujer de nuestra taquilla tenía una nota escrita a mano en inglés con estos detalles que te enseñaba nada más intentabas iniciar cualquier tipo de conversación con ella.
Así las cosas, nos pusimos a la cola y a esperar. Una vez dieron las 12, entró el primer grupo y avanzamos unos pasos… con lo que nos ilusionamos pensando que estaríamos como mucho una hora esperando. Nada más lejos de la realidad. Cuando veíamos que no era así, nos pusimos a contar que entraban 100 personas aproximadamente cada 15 minutos y la cola además de larga era ancha. Por si no era poco, entremedias entraban los grupos que venían con agencia de viajes y hora concertada, la única forma en la que se puede entrar sin colas… Alguna ventaja tenía que tener el gran desembolso. Cuando pasó una hora y media ya estábamos desesperados… No paraban de llegar grandes grupos de turistas chinos y la cola estaba estancada… llegamos a pensar que se iba a acabar la hora de visitas y nos quedaríamos sin verlo, un horror. Por suerte el tiempo era ideal e incluso se agradecían las nubes que poco a poco iban cubriendo el cielo… hubiera sido un inferno aguantar todo ese tiempo de pie bajo un sol de justicia. Esperando se nos hizo la hora de comer; fuimos a comprar un par de bocadillos, bebidas y dos deliciosos bollos a un pequeño puesto de los jardines, la única opción para comer por allí. Todo costó 980R… y dando gracias. Un rato después era tanta la demanda que el puesto cerró porque se quedó sin comida. Muy importante ir preparados con bocadillos en la mochila para esta excursión.
Si hubiésemos sido un grupo más grande, nos hubiéramos turnado en la cola para ver mientras los jardines, pero irse cada uno sólo para verlo por su cuenta hubiera deslucido mucho la visita así que aguantamos estoicamente.
A las 15:15 de la tarde, por fin, llegó nuestro turno. El calvario acababa… o eso parecía, porque una vez dentro había que hacer cola de nuevo en otras taquillas para comprar la entrada que costaba nada menos que ¡1000R! Afortunadamente la cola de dentro iba ligera y fuimos a los tornos de acceso. ¡Al fin entrábamos! Pero no. Las señoras que controlaban el acceso nos quisieron echar para atrás por la mochila y nos mandaban a dejarla a las taquillas, lo que significaba hacer cola de nuevo en ese mostrador y volver a pasar por caja ¡Otra vez no! Insistí en inglés diciendo que la gente entraba con bolsos mucho más grandes que mi mochila, que además estaba prácticamente vacía (la abrí para que vieran que sólo llevaba las dos cámaras y unos cuantos planos porque no creía que me entendieran)…. Al final me puse tan pesada e insistí tanto que me dejaron pasar con la condición de que la lleváramos en la mano y no en la espalda.
Bueno… ya dentro, es un poco frustrante porque no se puede avanzar a tu ritmo. Tienes que esperar a que un cupo de personas salga de una estancia para que abran el cordón y que puedan acceder otros tantos… pero mereció la pena.
Lo que más nos gustó fue el Gran Salón. Sus espejos y ornamentos dorados me dejaron con la boca abierta y me teletransportaron a la película de Anastasia mientras en mis oídos sonaba “Una vez en diciembre”.
Poco a poco fuimos pasando por el resto de estancias, admirando las preciosas vajillas y los ornamentos de estilo rococó hasta que llegamos al famoso “Salón de Ambar”. Allí no se pueden sacar fotos. Lo cierto es que es muy bonito, pero mucho más pequeño de lo esperado por mí… por lo que si tuviera que elegir, me quedaría con el Gran Salón.
Recorridas todas las estancias, nos disponíamos a salir al exterior justo cuando comenzó a llover, así que esperamos dentro. Definitivamente no era nuestro día. El palacio nos pareció espectacular por fuera y por dentro pero la espera y la multitud habían sido excesivas y ahora, por si no fuera poco, se ponía a llover. Afortunadamente, la lluvia intensa no duró mucho y cuando amainó dimos el paseo por los jardines que nos hubiera gustado dar por la mañana con mejor tiempo.
Cogimos el autobús de vuelta casi en mismo punto de la ida, esta vez por 40R cada uno (decían que por la lluvia) y bajamos en Moskovskaya de nuevo para visitar Chesme Church. Con el mapa que llevábamos no tardamos mucho en ubicarla.
Es una iglesia pequeña pero muy peculiar y acogedora. A esa hora estaban oficiando una ceremonia así que no quisimos interrumpir y lo vimos desde atrás. Las mujeres rusas se cubren la cabeza con un pañuelo dentro de las iglesias, así pues yo, para no desentonar, me puse la capucha.
Regresamos a Moskovskaya con una lluvia que se había vuelto más intensa. Compramos en un puesto callejero unos snacks que fueron básicos en nuestra estancia: tres salchichas envueltas en masa frita. Qué ricas y qué grasientas… dos cosas que van de la mano en muchos casos. También compramos dos porciones de tarta (o ladrillos) y una bebida ¿Total? 240R (menos de 4€). Y dicen que Rusia es cara.
Esperamos un rato más a que la lluvia parara dentro del metro comiendo la merienda y fuimos al centro donde visitamos el Café Singer mientras amainaba la lluvia. Es una librería enorme con una cafetería en la última planta.
Después buscamos un banco cercano que estaba abierto para cambiar más dinero y dimos un paseo por la Avenida Nevsky.
Luuego pusimos rumbo a otra parte de la ciudad en busca del restaurante DUO Gastrobar en la calle Kirochnaya, 8. Mi chico se había marcado unos cuantos restaurantes recomendados en TripAdvisor y éste era uno de ellos. No esperéis comida típica rusa, pero sí un festival para los amantes de la buena mesa. El personal era joven y muy amable, y además hablaban inglés. Nos ubicaron en la barra hasta que se quedó libre una mesa y nos dieron las cartas mientras nos recomendaban lo que estaba fuera de ellas.
Pedimos una deliciosa limonada de romero y de entrantes, un fantástico steak tartar con espuma de parmesano y un ceviche de atún que era una absoluta locura.
De segundo, yo me decidí por un risotto de salmón y mi novio por una ternera con champiñones tierna y sabrosa.
El postre fue apoteósico. Por un lado, helado con ciruelas, nueces de pecán y salsa de caramelo salado, y por otro, helado de chocolate blanco y fruta de la pasión, tierra de galleta y gorzonzola. Sí, gorgonzola en un postre. Os juro que se me saltaron las lágrimas con los dos.
Y todo esto 2.700R, es decir, unos 38€ al cambio, el equivalente a una cena muy normalita en Madrid. Puro lujo. Lugar recomendadísimo.
La deliciosa cena nos debió nublar la mente porque a la salida tardamos mucho en encontrar la parada de metro, así que cuando conseguimos regresar al hotel lo hicimos bien mojaditos y agotados. Había sido un día intenso, pero había merecido la pena a pesar de todo y compensamos las largas esperas y las multitudes con una cena de categoría.
Fue probablemente el día que más gastamos pero aún así sólo rondamos los 50€ por persona teniendo en cuenta todo lo que pagamos y el homenaje que nos dimos.
GATOS DEL DÍA PARA 2 PERSONAS
- Desayuno: 310R
- 20 viajes de metro: 700R
- Minibús i/v al Palacio de Catalina: 150R
- Entradas a Jardines de Palacio de Catalina: 240R
- Entradas al Palacio de Catalina: 2000R
- Comida: 980R
- Merienda: 240R
- Cena: 2700R
Total Gastos: 7.320R