Bueno, pues aquí estoy, en el Costa Favolosa, en mi cómodo camarote y escribiendo este diario.
He decidido escribirlo directamente desde el barco porque así estoy segura de que no se me olvidarán los detalles y, además, luego me dará menos pereza, que últimamente estoy muy vaga.


Voy a estructurar este diario por etapas, una para cada día del crucero y una más para los detalles previos y los consejos.
Salimos de casa el sábado 27 de mayo a una hora prudencial, las 9,30 de la mañana porque nuestro vuelo salía de Madrid a las 11,25, así que no había prisas de ningún tipo. Íbamos cargados porque en el mes de mayo el tiempo puede jugarnos cualquier mala pasada, así que hubo que cargar con anoraks, cortavientos, jerseys y ropa de entretiempo, aparte de calzado para diferentes climatologías, total 2 maletas a facturar y 2 en cabina.
Llegamos al aeropuerto sin problemas y con tiempo y aquí tuve mi primera sorpresa de lo que es “viajar a lo grande”. Os lo explico: reservé los vuelos a Copenhagen en una de esos black fridays aprovechando las ofertas y conseguí billetes bussines para la ida (sólo la ida) a precio normal: tampoco tenía muchas más opciones, eran los únicos billetes que quedaban. Bueno, pues a lo que voy, que me desvío. Cuando llegamos al control de equipajes había unas colas enormes y al presentar los billetes nos derivaron hacia otro punto por donde entran los VIPS, así que nada de colas y acceso prioritario. ¡Qué bien!. Nos fuimos a la Sala VIP a hacer tiempo hasta la hora de embarque y allí nos leímos los periódicos y nos aprovisionamos de agua. Cuando pusieron las puertas de embarque tuvimos la suerte de que estaban al lado de nuestra sala y, luego, también disfrutamos de embarque prioritario.

Cuando tienes la suerte de conseguir billetes de clase superior pues lo disfrutas porque no es habitual viajar así y ¡menuda diferencia!: un asiento libre entre cada viajero, mayor espacio entre filas, baño exclusivo, comida incluida y todo. Y fue una suerte porque llegamos a Copenhagen sobre las 15 horas y hubiéramos llegado muertos de hambre.


El aeropuerto de Copenhagen es muy cómodo, está muy bien señalizado y no te pierdes, aunque seas nuevo en esto de viajar, solo hay que tirar “palante”, recoger las maletas y seguir “palante”.
Como íbamos justos de tiempo decidimos coger un taxi para llegar a tiempo y sin sobresaltos pero no se si dimos con el tonto del lugar o los tontos éramos nosotros


En la terminal te recogen las maletas (hay que llevar bien visibles las etiquetas de identificación) y luego se pasa a la sala de embarque que encontramos vacía, absolutamente nadie, así que hicimos los trámites sin esperas y cómodamente.
Nos tomaron la foto de rigor para la seguridad del barco, escanearon nuestras escasas pertenencias y nos indicaron como llegar a nuestro camarote.
¡Por fin! ¡Ahora si que ya no me quedo en tierra!. Entramos en el camarote con ánimo curioso y lo exploramos detenidamente, abriendo todos los cajones y fisgoneándolo todo. Tenemos una suite, así que es un camarote amplio y, la gran sorpresa, una bañera de hidromasaje en el camarote.



Realmente no hay mucha diferencia entre un camarote con balcón y una suite, la bañera, algo más de espacio y un balcón más largo, poco más. La diferencia está en las otras cosas: el paquete “interditore” de bebidas, el minibar gratis, unos canapés de bienvenida y una botella de champán, fruta en la habitación y el restaurante Club Favolosa, pequeño y acogedor, con una comida exquisita y en donde puedes comer sin ruidos y alboroto y donde no hay turnos sino que uno llega cuando le apetece y ya está; con mucho lo mejor del paquete.

Yo cogí la suite porque en octubre, cuando reservé el crucero, ya no quedaban libres (en la oferta) más que las suites y algún camarote interior. Como soy del Club Costa me enviaron una oferta especial para socios y he pagado lo mismo por la suite que si hubiera contratado un camarote con balcón sin la oferta. ¿merece la pena pagar más por una suite?. Depende, si piensas contratar el paquete de bebidas y alguna tontería más que esté incluida en la suite, pues bueno, por el mismo precio tienes todo el lote, pero en caso contrario no, el camarote no es mucho mejor que el exterior con balcón pero no hay que olvidar el restaurante que es mucho mejor que los otros.
Bueno, pues os sigo contando. Nos dio el tiempo justo de deshacer las maletas antes del simulacro de salvamento y, esta vez, se lo tomaron en serio: nada de fotitos y tonterias y pasaron revista y comprobaron que todo el que había embarcado ese día estuviera presente. Después de lo ocurrido con el Costa Concordia parece que han aprendido.
Nada más terminar el simulacro partimos rumbo a Noruega. Hoy hace un día espléndido y las cubiertas están llenas de gente asomadas a las bordas, las piscinas tienen su público y los jacuzzi a rebosar, incluso en la piscina cubierta hay gente. Se ven magníficas vistas del enorme puente que une Dinamarka y Suecia, elegante y sutil, parece una fina línea en el horizonte.

Y un poco más adelante hay una línea de molinos de viento. Es muy curioso verlos anclados en el agua, yo siempre los había visto sobre las crestas de las montañas pero aquí están en el mismo mar.

Decidimos acercarnos donde las excursiones y preguntar alguna cosa y luego dar de alta la tarjeta para las compras en el barco pero había unas colas enormes


A las 8,30 estábamos en el Club Favolosa cenando. Lugar tranquilo, poca gente, llegas cuando quieres, eliges mesa, muy agradable el lugar. La carta un poco exagerada para una cena, entrantes, sopa, primero, segundo y postre. Yo me conformo con dos primeros y no me los puedo acabar. Todo riquísimo, en especial unos ravioli de pollo con salsa de setas, para chuparse los dedos.

Y luego, ya en la habitación, me asomo al balcón y me deleito viendo el vuelo de las gaviotas que nos acompañan siempre que estamos cerca de los puertos. Incluso en el camarote de abajo les tiran migas y ellas se acercan al barco pues saben muy bien de donde sale su comida.

Y con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho.