Hoy era nuestro último día en Kyoto, y sería uno de los días más tranquilos en cuanto a visitas. Despues del desayuno y compra del bono de bus de 24 hrs (600 ¥ por persona), tomamos el autobus que que nos dejaría en el Palacio Imperial. Cual fue nuestra sorpresa que cuando llegamos, nos indican que estaba cerrado. Con el calor que hacía.... Como ya estábamos allí decidimos dar una pequeña vuelta por el parque que había en los alrededores.
Retrocedimos en nuestros pasos para volver a tomar el bus que nos llevaría al Castillo de Nijo, una de las construcciones más espectaculares que habíamos visto. Rodeado por el jardín Ninomaru, con gran cantidad de especies de árboles diferentes, lo que lo hace bello en cualquier época del año. Precio 1000 ¥ por persona.





Desde allí, nos dirigimos en bus hacia el Templo Sanjusangendo, cuya mayor atracción es su sala con más de 1000 budas con una altura de 1.50 m, todos distintos. Precio 1300 ¥ por persona.





Se acercaba la hora de la comida, por lo que pensamos que lo mejor sería ir hasta el Mercado de Teramachi y comer de los puestos que nos encontrásemos. Con gran variedad de tiendas y restaurantes, estuvimos dando una vuelta para ojear y ver que comida nos apetecía más. Paramos en un puesto y probamos unas bolas de pescado con arroz y otras de champiñón con arroz. Luego nos acercamos a un restaurante de Gyozas y nos pedimos una bandeja variada de gyozas de verdura y carne, pollo y ensalada de patata, agua del grifo y una cerveza todo por 2000 ¥.




Aprovechamos para hacer alguna compra que otra, vimos un edificio de seis plantas lleno de máquinas recreativas al cual subimos para ver como era el ambiente. Una vez más nos sorprendió ver tal despliegue de artilugios y juegos. Los había de todas las temáticas posibles, de pesca, de baile, de tiros, coches...


También vimos unos fotomatones muy curiosos en los que la chicas se divierten bastante. Se sacan una foto en grupo o individual y luego digitalmente se modifican los ojos, labios, se decoran el pelo, etc... Allí que nos metimos para usmear...




Estábamos cerca de Miyagawacho por lo que decidimos volver e intentar fotografiar alguna que otra maiko, es tan especial la sensación cuando las ves pasar que te quedas parado como una estatua sin poder hacer nada. Tuvimos suerte y pudimos sacar alguna que otra foto, siempre respetando su espacio y pidiendo permiso.


Estábamos muy cansados por lo que nos fuimos al hotel, compramos comida en una tienda cercana y la cenamos en la habitación.