18.10.10 Lunes
Con puntualidad inglesa hemos bajado al patio del riad Jaouhara a disfrutar de uno de los placeres más grandes en esta escapada: el desayuno. De momento este desayuno está situado en el "Top Ten", sólo superado por el Hotel Conrad Internacional de Cairo. Y no se trata de una cuestión de cantidad, sino de la mezcla de múltiples factores magnificados por una noche de sueño reparador: la luz del sol entre los árboles frutales, el silencio ahogado por el rumor del agua de la fuente y los pequeños tajines con ingredientes deliciosos. Eso sí, qué decepción después de todo este regalo de sensaciones, probar el zumo de naranja y ver que es de bote ... eso no es legal, seguro, en un país donde los zumos de naranja son tan fantásticos, qué necesidad tienen de estropear mi éxtasis con un zumo prefabricado? Al menos mis sentidos estan alerta. Y en plena forma.
Desayuno en el patio del Riad Jaouhara
Pagamos lo acordado, nos preguntan qué tal todo y nos sugieren que dejemos alguna crítica en TripAdvisor, consejo innecesario considerando que es lo primero que hago cuando vuelvo de viaje. Salimos. Y hoy todo es diferente porque yo soy diferente. Los miedos, las aprensiones y los prejuicios salen de nuestro interior. Y hoy no tienen lugar en mí.
Place de la Gare: la estación al fondo y el hotel Ibis a la derecha
Vamos hasta Ibis Moussafir en petit taxi (10 DH), el hotel junto a la estación donde pasaremos la siguiente noche; les pedimos si tienen consigna para dejar las mochilas y salimos hacia la estación. Sorpresa. La estación es nueva y bien organizada y en un momento hemos comprado los billetes de ida y vuelta en segunda categoría para un tren directo que sale mucho antes de lo que pensábamos (40 DH por persona).
Matamos el tiempo en la cafetería de la estación, que peca de querer ser occidental, con productos demasiado occidentales, con precios demasiado occidentales y con servicio totalmente occidental. No la recomiendo en absoluto. No hace gala de todas las cosas buenas que tiene Marruecos: gente encantadora y buen comer y beber. Y enseguida llega nuestro tren, un tren muy antiguo pero cuando subimos nos sorprende mucho su interior pulcro, novísimo, muy moderno, asientos cómodos, mesita y reposapiés. Así que nuestro trayecto de 40 minutos hasta Meknès es una delicia sólamente "interrumpido" en dos momentos por dos personajes entrañables. El primero es un señor que vende comida y bebidas en un carrito como los de los aviones, y el segundo es un amable revisor como "los de antes" que nos "pica" el billete que aún conservo con el agujero triangular ... Nos informó que teníamos que bajar en la primera estación, Meknes Ville, porque este tren es directo y no para en Al-Amir.
Estación de Fez - Estación de Meknes
Resulta sencillo moverse por Meknes. Justo al salir de la estación hay bastantes petit taxi (de color azul) y algunos Grand Taxi que se ofrecen por si queremos ir a Volubilis y Moulay Idriss. Pactamos con un petit taxi el trayecto hasta la Place El-Hedim por 10 DH y arrancamos sin poner el taxímetro (como es habitual), el trayecto son unos 10 minutos y una vez en el objetivo nos dice que son 6DH (¿). Le damos 10 DH igualmente, aunque sea por la sorpresa que nos ha provocado.
Place El-Hedim (Meknes)
Place El-Hedim es un espacio pavimentado de forma sensiblemente rectangular justo en frente de Bab el-Mansour, que tiene la fama de ser la más impresionante de las puertas imperiales marroquíes (yo me quedaría con la pureza de Bab Agnaou en Marrakech, sin embargo) . Si nos situamos con esta puerta espalda, a nuestra derecha se situan las antiguas murallas de la ciudad, donde se puede tomar un bocado desde arriba en un restaurante auténtico guiri llamado "Pavillon desde Idrissides" y las vistas son muy interesantes. A nuestra izquierda quedan un montón de tiendas destinadas a turistas con souvenirs sin gracia o, al menos, no son nada que no pueda encontrarse en cualquier otro lugar de Marruecos. Frontalmente tenemos el acceso a la medina, con el Museo Dar Jamaï. Esta plaza está apuntando alto para convertirse en el equivalente local de Jemaa el-Fna en Marrakech, con todo tipo de "fauna" circulante: turistas, niños jugando a pelota, vendedores ambulantes y familias paseando.
La primera impresión de Meknès es muy agradable y representa un cambio de escala enorme respeto de Fez, todo parece más sencillo y controlado, con un ambiente artesanal y rural. Es de las ciudades más "fotogénicas" en las que he estado últimamente.
Nuestro acceso a la medina se produce a través de un mercado cubierto donde, justo en la puerta de entrada, están desollando dos animales. Nos sorprende su interior por la variedad de alimentos que hay: las aceitunas de muchos colores colocadas una encima de la otra formando pirámides y conos con un efecto visual increíble.
Matadero improvisado
Mercado de alimentos cubierto
Y salimos del mercado para "empezar a perdernos voluntariamente". La idea inicial es hacer el recorrido que recomienda la Lonely, que entra y sale de la medina por su muralla más occidental en el primer tramo. Iniciamos este recorrido pero no lo logramos completar porque nos perdemos aproximadamente en la mitad.
Los talleres de los artesanos en la Medina de Meknes
Cada medina que visitamos es diferente de la anterior. En Meknès, en la zona cercana a Place El-Hedim se pueden encontrar multitud de puestos de ropa de imitación, zapatos, foulards, alfombras, babuchas, etc. en una gran densidad, muchas de ellas situadas en Qissariat (mercados cubiertos), pero una vez superas esta primera zona que podría ser similar a algunas zonas del Souk Semmarine de Marrakech, cambia radicalmente.
El mercado de las joyas
Yendo por la Rue Sekkakine, a la izquierda aparece Qissariat ad-Dahab (el mercado de las joyas), que es una pequeña plaza con pequeños naranjos que está rodeada de joyerías. Nos llaman la atención dos cajas de caudales que están en el centro de la plaza con aspecto de abandono ... o de símbolo, no lo sabría decir.
Bab Berrima
Salimos de la medina por Bab Berrima y seguimos la muralla por su cara exterior, donde hay una sucesión de coloridas paradas de especias y de ropa. Sorprende que seamos los únicos turistas, pero realmente nadie parece fijarse en nosotros.
Mercado "fuera murallas"
Después de ver algunos cafés atestados de locales y unos curiosos cardadores de lana que llenaban colchones y almohadas, volvemos a entrar en la medina por Bab el-Jedid. A partir de aquí nos perdemos durante un buen rato.
Bab El-Jedid
Es impresionante pasearse por calles desiertas, rodeados de las fachadas ocres y las puertas de madera. Silencio y soledad, no nos recuerda Fez. Cada esquina es una excusa para una buena fotografía. Y talleres y más talleres de costura. Me impresiona ver la destreza con la que los artesanos hacen los bordados en unos caftanes preciosos de los que no me atrevo a preguntar ni el precio. Sería romper la magia. Somos transparentes observadores del proceso artesanal, no nos ven, no nos miran. Cada uno de ellos fabrica una obra de arte y quién soy yo para preguntar cuánto vale?
Y mientras vamos paseando vemos niños, y algún adulto, que deshacen bobinas de hilos de seda a lo largo de las calles, sujetándolos a las paredes con algunos clavos. Varias veces y en varias calles distintas. ¿Qué hacen? Después de mucho rato hemos visto que es el sistema que emplean para hacer hilos de seda multicolor, o trenzados de varios colores con los que decorarán los bordes de las túnicas. Enamorada como estoy de las chilabas, me maravilla todo el arte y la tradición que supone su fabricación. No la de las mías, claro está, que me costaron 10 € Egipto y deben ser hechas a máquina en China!
Y nos pasamos cerca de dos horas entrando y saliendo de la medina. Finalmente vamos a tomar un zumo de naranja en el bar de los guiris, desde donde nos fijamos que se puede entrar en Bab el-Mansour. En el interior de la puerta hay una sala de inmensas proporciones que se utiliza para hacer exposiciones temporales, pero que en el momento de nuestra visita no hay nada de nada, sólo el eco de nuestras voces.
Bab Al-Mansour
Paramos un petit taxi y le pedimos cuanto nos cobrará por ir hasta la estación principal. Nos mira con cara de póker y nos señala el taxímetro! No me lo puedo creer! Un taxista que voluntariamente pone el taxímetro! Igual de sorprendente es como ha "forrado" el taxi por su interior: con una especie de hule de leopardos que lo envuelve todo. A medio camino recogemos otro pasajero que parece que se acoplará a nuestro trayecto porque va más allá de la estación. Pero, ay madre! Si nos ha llevado a la estación de Al-Amir ... Claro, no le hemos especificado en cual de las dos queríamos ir. Le decimos que preferimos la nueva porque hay muchos más trenes hacia Fez y nos mira sin saber qué le decimos. Dice que no hay otra, de estación. No puede ser, antes hemos estado. El tercer pasajero asiente con que no hay otra. Finalmente coge nuestro plano y le pregunta a un policía que hay frente a la estación. Nos ponemos en marcha, de camino dejamos el tercer pasajero y llegamos a la estación. De ello hemos deducido que hace poco tiempo que está abierta ... o que el taxista hace poco que lo es.
No tengo palabras ...
El tren de vuelta no es tan nuevo como el de la ida, pero resulta confortable, tanto, que me paso casi todo el trayecto durmiendo. Hacemos el check-in en el hotel Ibis, que tiene todo el confort esperado y aún más, vamos a comer a una pizzería de la Ville Nouvelle y nos obsequiamos con una siesta reparadora. Es nuestra última noche en la ciudad y la queremos aprovechar.
Viñas verdes ... entre Fez y Meknes
Empieza a oscurecer cuando salimos del hotel en dirección a la medina. Queremos repetir el trayecto a pie que hicimos el primer día, hoy sublimado por la luz anaranjada y la iluminación de las fuentes a lo largo del camino hasta las puertas del palacio real, Bab Dekaken, donde nos hacemos la foto guiri de rigor .
El palacio real en Fez
Justo en el momento antes de partir queremos volver a empezar con esta ciudad, empezar de nuevo con mejor pie. Y deshacemos el camino através de la mellah hasta Bab Boujeloud ... compramos una deliciosa merienda ... bajamos por Talaa Kebira hasta Karaouine ... subimos por Talaa Seghira mientras nos despedimos de esta inmensa bestia que es la fantástica medina de Fez-el- Bali.
Nuestro "fin de fiesta" lo hacemos en una especie de "Lounge" llamado Mezzanine situado justo delante de la puerta de acceso a los jardines de Jnane Sbil. Un sitio únicamente habitado por guiris (y con pasta!). No sabemos qué hacemos aquí, pero vamos hasta la terraza y nos acomodamos en las grandes almohadas de piel blanca. Las vistas sobre los jardines con la medina al fondo nos hacen olvidar los precios de la carta. Pedimos unas cervezas y un vergonzoso surtido de tapas y disfrutamos de las pocas horas que nos quedan en Fez, envueltos con la luz de las antorchas y las velas. Volvemos en taxi al hotel.
Vuelvela a tocar, Sam ...
El desayuno en el Ibis es más que mediocre y decidimos caminar un poco por la Ville Nouvelle para encontrar algún lugar donde desayunar. Paramos en una "boulangerie" y le pedimos un "petit dejeuner". Nos trae un fantástico zumo de naranja a cada uno, los cafés y un par de cruasanes impresionantes, todo ello por 35 DH. Nos damos cuenta de que los croissants los traen de la pastelería que hay justo al lado y, considerando que a la hora de comer estaremos en tránsito, decidimos acercarnos a comprar algo para comer más tarde. Se trata de una pastelería industrial, donde tienen montañas de bollería que venden al peso. A mi compañero se le van los ojos de las cuencas .... Nos miran con curiosidad y nos atienden muy amablemente y les compramos 5 croissants, varias magdalenas y otras pequeñas pastas. No nos entendemos mucho con el dependiente, entre otras razones porque bromea con el precio, diciéndonos que son 800 DH ... Le alargamos un billete de 50 DH pensando que protestará y entonces ya le añadiremos lo que sea necesario. Empieza a darnos el cambio, billetes y más billetes. Nos miramos extrañados sin saber qué está pasando ... Finalmente no eran 800 DH sino 8,5 DH.
Mi último te a la menta en Fez
Recogemos las mochilas en el hotel y finalmente decidimos ir al aeropuerto en el bus, si somos capaces de encontrar la parada, considerando que este vale 20DH por persona y que el taxi vale 120DH. Le preguntamos dónde está el inicio de la línea a un conductor y nos dice que "es por aquí cerca pero que exactamente no lo sabe". Decidimos pedirnos un te a la menta en la cafetería justo delante de donde bajamos del bus en el trayecto de ida y esperar a que llegue. Pagamos el te y nos preparamos para salir corriendo en el momento en que el bus aparezca por la esquina. Y dicho y hecho. Arrancamos a correr, subimos al bus, y acaba parando justo al inicio del paseo de la estación, en la esquina opuesta al Ibis ... Después de un buen rato dentro del bus (después descubrimos que es el inicio de línea ) aparece el que vende los billetes y nos cobra 3,40 DH a cada uno. Seguimos con cara de papanatas sin entender nada de nada. Cómo puede ser que el trayecto ida cueste 20DH ya la vuelta 3,4 DH?
La parada del bus, con la estación y el Ibis al fondo
Nuestro camino de regreso es tranquilo, lotería Ryanair, cigarrillos sin humo, desayuno irlandés ... Llegamos a Girona, cogemos el bus ... y en poco más de 1,5 horas ya estamos en casa para empezar a maquinar cuál será la próxima ... Que seguro que será el Marruecos de nuevo y también seguro que será con los niños.
Haciendo camino ... hacia la próxima.