Aquí en Naivasha es tanto lo que tengo que contar que voy a hacer dos etapas, una para el alojamiento y otra para los safaris.
Terminé la anterior etapa en el viaje hacia Naivasha y vuelvo a retomar en el mismo punto. Cuando llegamos a Nakuru ya estábamos cansados y hartos del viaje y mi cabreo fue mayúsculo cuando el guía nos comenta que todavía faltan unos 40 km para llegar a nuestro alojamiento en Naivasha. Me acordé de Jose y de toda su familia por buscarnos un alojamiento tan alejado del lago..

Sin embargo, mi cabreo se disipó como por ensalmo en cuanto llegamos a Loldia House. El lugar era paradisiaco, completamente verde, lleno de flores, parecía un rincón inglés trasladado al interior de África.

El primero que salió a recibirnos fue Scoty, un labrador joven que movía el rabo como si nos conociera de toda la vida


Mientras disfrutábamos de la merienda (salmón ahumado, paté, crema fría, pastel de carne, huevos, queso, fruta, vino, pan, te y pastas) contemplamos el Lago Naivasa pues Loldia House se encuentra en sus márgenes, vimos surcar el cielo a los pelícanos, águilas pescadoras, pájaros cantores y dentro del lago distintos patos.
También vimos una manada de cobos de agua. Uno de ellos se introdujo en una zona pantanosa y quedó atrapado


Loldia House fue una casa particular, perteneció a una de esas familias que se aposentaron en África al principio de la colonización y abarca el terreno propio de la casa rodeado de jardines y varias hectáreas que le rodean de terreno salvaje, así como huertas de coles, flores y frutales, pastos para el ganado y, en la actualidad, una escuela privada.
Cuando el dueño de la hacienda falleció, su esposa volvió a Londres y cedió la casa y el jardín a una sociedad para que lo regentaran como hotel. Se conserva la casa tal como la dejaron sus dueños, con los muebles antiguos, los cuadros, etc, sólo se han edificado 2 cabañas nuevas (en total 4 habitaciones más) por lo que la capacidad total del alojamiento es pequeño.
En Loldia House no hay bufett ni tampoco carta. La comida es la que los anfitriones quieran poner pero puedo aseguraros que no he comido tan bien en mi vida. Sólo hay una mesa corrida para todos los huéspedes y Peter ejerce de anfitrión iniciando conversaciones y procurando que todo el mundo participe y nadie se sienta fuera de lugar. Incluso si es tu deseo te ofrecen la cocina para que puedas elaborar tus platos preferidos para el resto de los comensales. Allí todo es distinto a cualquier otro alojamiento. Después de la cena pasamos al salón donde nos ofrecieron una copa y pudimos seguir con la conversación.

Nuestro alojamiento fue en una de las cabañas exteriores, absolutamente acogedora, con chimenea dentro de la cabaña que estaba encendida cuando volvimos de cenar. Toda la habitación estaba llena de velas y, al preguntar si es que por la noche no había electricidad, me contestaron que sí que la había, pero que era por sin nos apetecía una iluminación más romántica.

Es importante contar que en cuanto cae la noche siempre que se sale fuera de los edificios hay que hacerlo acompañado de un guardia armado con fusil con dardos adormecedores, pues al estar junto al lago es habitual encontrar hipopótamos en el jardín con el riesgo que conlleva:
No es el único animal que se puede encontrar en el jardín, también puedes encontrarte con búfalos, leopardos y hasta leones, amén de los consabidos antílopes, pero estos no constituyen ningún riesgo. Nos contaron que sólo hacía unos meses que Scoty había salvado al ganado del ataque de un leopardo que se introdujo en los establos durante la noche, el perro lo olió y se enfrentó al leopardo

Como Loldia House se encuentra rodeado de terrenos salvajes de su propiedad pudimos hacer un safari nocturno donde vimos una cría de gacela recién nacida.
Por último comentaros que en la escuela que regentan ofrecen becas para muchachos y muchachas que de otra forma no podrían estudiar. Nuestro guía Samy nos contó que él estudió allí con una beca y luego también le pagaron los estudios universitarios, siendo licenciado en Ecología. Después le dieron trabajo allí como guía y está muy contento, dice que vuelve a su tribu en las vacaciones pero que, ahora, ya no podría vivir en una choza. Visitamos la escuela y pudimos conversar con los chicos más mayores que nos hicieron muchas preguntas sobre España. La escuela se financia con las ganancias de Loldia House, así como las becas que conceden y procura trabajo a los que terminan sus estudios, todos sus empleados provienen de la escuela.

