Esta iglesia, de nombre tan evocador, se encuentra situada en el número 21 de la calle Silva, junto a la Gran Vía madrileña.
Para visitarla hay que estar pendiente del horario de misas, todas las mañanas a las 12,30-13,30 y por las tardes entre las 18,30-20,30.
Se trata de una de las iglesias más antiguas de Madrid pues su fundación data de 1564 cuando el abad franciscano del vecino monasterio de San Martín decide fundar una hermandad de misericordia para atender a los más pobres de los vecinos de Madrid, y dedica esta fundación a Nuestra Señora de la Concepción o de la Buena Dicha y con este último nombre se quedó y siempre se la conoció como la Hermandad de la Buena Dicha.

La Hermandad de la Buena Dicha mantuvo en funcionamiento un hospital para pobres y, en la parte posterior, un cementerio. Y se mantuvo en funcionamiento ininterrumpidamente hasta finales del siglo XIX en que fue derribada la antigua iglesia y se levantó la actual.
Entre medias esta Hermandad atendió a muchos de los héroes madrileños que resultaron heridos en el levantamiento del 2 de mayo y algunos de ellos fueron enterrados en su pequeño cementerio, siendo los más conocidos dos mujeres: Manuela Malasaña y Clara del Rey.
La actual iglesia es obra del arquitecto Francisco García Nava y se financió a expensas de los marqueses de Hinojares.
Nos encontramos ante una de las joyas ocultas de nuestra ciudad, poco conocida tanto por madrileños como por visitantes.
El exterior aúna elementos neomudéjares con neogóticos y hasta nazaries. Realmente es muy bonita, con dos torres de ladrillo rojo que enmarcan un gran arco apuntado en piedra blanca.

El interior muestra una sola nave con pequeñas capillas laterales, coro y una bóveda central de una gran belleza.

El retablo principal es un ejemplo típico del modernismo, con sus estilizados ángeles que enmarcan la mandorla donde se asienta la Virgen.

Si volvemos la vista, justo enfrentado con el Altar Mayor, vemos el coro y, encima, una bella vidriera de la época.


En los laterales de la nave se encuentran diversas capillas, todas ellas con retablos en madera, unos de estilo neogótico, otros modernistas y todos ellos de gran belleza.


Y, justo delante del Altar Mayor, se encuentra la bóveda estrellada con cimborrio que proporciona luz al conjunto. Preciosa con su decoración en azul.

Lo dicho, una joyita escondida en pleno centro de la capital.