Lo de Ifaty-Morondava (en el sentido que sea) de una tirada ya lo vengo diciendo desde que volví. Me parece una auténtica locura. Y veo que lo confirmas. Por muy horrible que sea el hotel de Manja, hay que parar. Además es una experiencia el estar en los bares con los lugareños.
Nosotros el paso del río lo hicimos muy rápido al ir con el viaje cerrado con coche y guía. Además solo estábamos nosotros, así que subimos y bajamos rápidamente y por el precio "oficial".
En total, de Ifaty a Manja con el "ferry" incluido, tardamos 4 horas.
La carretera de Toliara a Manja...maravillosa. La autopista del país. Se nos saltaron las lágrimas
Lo del acoso en la playa de Ifaty, es cierto. Pero también es cierto que creo que agobia y afecta más dependidendo de como sea cada uno. A nosotros por el contrario nos dio pena dejar Ifaty, nos encantó el hotel y nos relajamos de verdad.
La primera vez que salimos a la playa fue un estrés brutal, y llegué a pegarle un grito a una mujer empeñada en masajes y trenzas (tengo mucho pelo y muy largo; vio el negocio de su vida). La cara de susto que puso me dio pena y le pedí perdón. Desde entonces nos hicimos amigas, me dijo que se llamaba Virginia y que si quería masaje preguntase por ella. No volvió a molestarme, cada vez que nos veíamos nos saludábamos, ella obviamente con la cantinela de "trenzas, madame" pero ya casi a modo de guasa.
Mi marido se hizo amigo de un niño llamado Franco que se venía a bañar con nosotros en el mar; el chaval se aprendió su nombre y cada vez que nos veía le llamaba. Un crío guapísimo y espabilado que debería estar en la escuela y después en la universidad para aprovechar ese talento, y no vendiendo cosas en la playa con 12 años...
Estaban siempre delante de nuestro hotel, La Bella Donna, porque es donde más turistas suele haber. Cuando íbamos a las tumbonas nos saludábamos, ellos empezaban con su lista de ventas y nosotros no, merci. Como le compramos un collar a Franco y les dijimos que era lo únco que nos iban a sacar, la verdad es que nos dejaron bastante en paz. Se entretenían más en mirarnos y nosotros en vacilar con los críos que en intentar hacer negocio.
A los ganchos de los restaurantes que nos encontrábamos paseando, escuchábamos sus propuestas (en una mezcla de italiano, francés e inglés

) y siempre les decíamos "oh, gracias, igual mañana". Realmente miramos por si nos interesaba algo, pero finalmente nos quedamos en el hotel porque la comida era tan buena e íbamos a estar tan poco tiempo que queríamos probar lo máximo posible; y personalmente también me temía eso, que luego a la hora de la verdad, a saber cómo era la comida y el precio final. Piensa mal y acertarás...
Respecto a las excursiones, no nos insitieron en absoluto. El día que llegamos nos las propuso el chico del hotel y le dijimos que no, gracias, que no queríamos montar en ningún medio de transporte y que sólo queríamos descansar sin hacer absolutamente nada. Ahí acabó la cosa.
Debo decir que nosotros llamamos bastate la atención y en Madagascar nos miraban como si fuésemos de otro planeta; creo que estaban más pendientes de eso que de dar la brasa habitual.
Mi marido tiene el pelo algo largo que lleva en coleta y una perilla muy larga en trenza, con la que flipaban. Cuando yo les decía que no quería trenzas, las mujeres decían que se las hacían a él y se partían de risa.
Yo tengo el pelo largo y rojo fucsia, aunque allí estaba medio rosa-rubio del sol y el agua, y les chocaba muchísimo. Rara ha sido la mujer que no me dijo que le encantaba mi pelo (y eso que lo tenía bastante descuidado, pero ellas no lo sabían

).
Por casi todo el país en cuanto te ven, vienen a pedir, vender lo que sea, etc. Lo peor era en las ciudades, y sí, la que menos me gustó en eso (aparte de Tana) fue Antsirabé.
En las demás, y en los pueblos más "ricos" pasaron bastante de nosotros, quitando la típica curiosidad, a veces con cierta distancia por lo "raro" de nuestro aspecto.
