Llevas razón. Vamos allí todos con mucha ilusión, pero una de las garantías de un buen viaje, aparte de creer que es contratar la categoría más cara y un seguro aparte, es la información y la prevención... Me habría gustado tomarme un probiotico desde 2 días antes de salir y hasta la vuelta, saber que iba a necesitar una tarjeta móvil para poder hacer llamadas urgentes a mi grupo, al seguro y a la embajada. Que a cada paso iba a soltar uno o dos euros porque no llevaba cambio, que iba a pagar 40 euros al guía por anticipado al llegar a la motonave y que él me iba a colocar en un camarote junto a los motores (a esto eran las 2 de la mañana) y que iba a pasar sin dormir hasta las 4 y media que me tenía que levantar para ir a la excursión de Abu Simbel. Que el desayuno era leche sin hervir, que el picnic estaba ridículamente vacío, el autobús con los asientos rotos y con el baño fuera de servicio. Todavía en ese momento estos detalles nos hacían gracia, sobre todo cuando los andaluces empezaron a sacar los envases de fiambre y entre bromas se preparaban la única comida que tendríamos ese día. Llegamos a Abu Simbel, con un buen dolor de cabeza y agotadas ya claro, sin dormir y sin comer... Pero no pasa nada, estamos en Egipto... En Abu Simbel...
Poco a poco, empezaron a ponerse enfermos todos, dolores de estómago, caras desencajadas, vomitando por los costados de las barcas, todas las noches en la motonave literalmente sin dormir, agotamiento, excursiones sin sentido (por ejemplo perder 3 tardes en el local de perfumes, en el de papiros y en el de las especies, sitios concertados con el guía, de baja calidad llenos de polvo y telarañas, con precios exageradamente abusivos, para luego pasar sin parar de una punta a otra por mercados con mucho encanto). El guía (el de los 40 euros que gritaba a la gente de malas maneras delante de todos, porque nos habían e**(AutoEdit)**a por ejemplo) nos daba la charla en el autobús y luego nos dejaba solos. La estancia en la motonave fue caótica, sin dormir y apenas se pudo disfrutar de la terraza superior y poco más, pollo, arroz, carne mechada, "ensaladas" y para los niños, siempre pasta con tomate, to-dos-los-di-as y las comidas fuera de allí lo mismo, pollo y arroz. El paseo en calesa fue emocionante, a toda velocidad y pensando que se desencajaba el coche. Fue divertido, hasta que vi el hilo de sangre que tenía el caballo donde le pegaban con la vara y las llagas que tenía por todas las vértebras de la columna debajo del las correas y el arnés, más grandes que una moneda de 2 euros.
El penúltimo día tuve que abandonar la excursión porque después de que fueran cayendo uno tras otro de la excursión yo también me encontraba mal, me enviaron sola con un taxi al hotel. Por no hacerlo muy largo, el personal del hotel fue el que me asistió en todo momento de una forma ejemplar hasta que volví del hospital, porque ni el contacto con la agencia ni el seguro me sirvieron de nada. Al día siguiente perdí las excursiones del último día obviamente y de milagro pude coger el avión.
Sí, había estado en Egipto, pero no me había divertido. Había formado parte de un plan de Dinamic Tours, que abusa de la ilusión de los viajeros convirtiendo sus expectativas en una situación puramente comercial al mínimo coste. No se preocupan en absoluto de dónde nos alojamos, de lo que comemos, de qué será de nosotros si nos pasa algo. He comprobado que anteriormente y también meses después, esa motonave sigue en las mismas... Leer más ...