Desde Guadix al pueblo de La Calahorra hay 24 km aproximadamente, unos 15 minutos en coche.
La Calahorra fue la capital del señorío de don Rodrigo de Mendoza, marqués del Zenete, de quien deriva el nombre de la zona. Desde aquí no sólo controlaba la totalidad de su territorio, sino también el paso hacia la Alpujarra y la costa mediterránea a través del Puerto de La Ragua. Para ello mandó construir un auténtico palacio a semejanza de los italianos que él tanto admiraba, fortificándolo en su exterior bajo la forma de un típico castillo tardomedieval que es hoy el edificio de mayor interés histórico y artístico de la comarca.
Visitamos éste precioso pueblo para ver el famoso y cinematográfico Castillo de La Calahorra, castillo del s. XVI que se construyó en lo alto de una colina de 1250 metros de altura.
Os preguntaréis el porque del adjetivo “cinematográfico”... según me explico Toñi una noche enseñándome éste vídeo, ni la Junta de Andalucía, ni el marajá de Kapurthala consiguieron comprar y vivir en el Castillo de la Calahorra, solamente se ha conseguido en la película británica llamada “El Ídolo” fue rodada en el año 1974, siendo protagonista una estrella del pop de aquellos años David Essex.
Si vais en coche lo mejor es dejarlo en la plaza del pueblo, justo al lado de la Iglesia de Ntra. Señora de la Anunciación.
La subida hacia el castillo está señalizada y de fácil acceso, además hay carteles informativos sobre datos históricos del castillo.
A mitad de camino me paré a descansar puesto que los madrileños no estamos acostumbrados a las cuestas granadinas (ya que no nos bajamos del coche ni para pedir una hamburguesa :P) y tomé ésta imagen del pueblo mientras que Toñi ya estaba en la puerta del castillo... ofu! Que piernas tienen las granadinas xD
Menos mal que la subida mereció la pena... Aquí las vistas desde lo alto del castillo.
Wooooooow!!! Con razón el tal Rodrigo de Mendoza puso aquí el castillo, ¡menudas vistas tenía el colega!
Al fondo a la derecha se ven unas formaciones de arena creadas por el hombre, son las minas de Alquife, que más tarde veremos.
Mi guía personal me contó un poco la historia de éste castillo:
La Calahorra fue tomada por los Reyes Católicos entregándosela después al Cardenal Mendoza por los servicios prestados durante la conquista del reino nazarí.
A su muerte lo hereda su hijo, Rodrigo de Vivar y Mendoza, quien más tarde enviuda de su esposa Leonor de la Cerda, primogénita del Conde de Medinaceli, y viaja a Italia, donde se enamora locamente de María de Fonseca, una bella adolescente de quince años con quien pretende casarse. El padre de ella no ve con buenos ojos este enlace y prepara un matrimonio de conveniencia con otra persona.
Rodrigo se casa en secreto con María con el consentimiento de la madre de ésta. Isabel la Católica monta en cólera al enterarse y, tras declarar nulo el matrimonio, lo encarcela.
Tras la muerte de la reina es liberado e inmediatamente rapta a María del convento donde estaba enclaustrada.
Se casa nuevamente con ella y se instalan en La Calahorra.
Tras unos años de remodelaciones hicieron de la fortaleza de La Calahorra el castillo que conocemos hoy. En él vivieron su historia de amor y tuvieron dos hijas.
Oooooohhh!!! Que romántico...
Horario:
- Mañanas de 10:00 a 13:30h, y tardes de 16:00 a 18:00h.
Precio:
- Los Miércoles la entrada es gratuita. Resto de días consultar precio.
Visita guiada de duración de 2 horas.
Cita previa Tel. 958 67 70 98. Móvil 620 947 343.
Si queréis hospedaros y comer de maravilla en La Calahorra, os aconsejamos La Hospedería del Zenete.
Destaca a primera vista porque su estructura imita a la del Castillo.
El hotel cuenta con habitaciones especialmente pensadas para crear un ambiente íntimo y acogedor con miradores al castillo para disfrutar de los atardeceres.
Tiene gimnasio, sauna y un maravilloso jacuzzi acristalado con magníficas vistas.
En el restaurante tienen una gran selección de comida mediterránea, especialidad en carne a la plancha.
Nosotros comimos una ensalada “El Castillo” para compartir por 7’20 €, unos Canelones Rossini por 8’60 € y un filete de Aguja a la plancha por 9’50 €, más la bebida fue un total de 29 €... Barato! Barato! Me lo quitan de las manos!
Os dejamos su página web - http://www.hospederiadelzenete.com
Después de comer nos fuimos en dirección a Alquife, donde me dijo Toñi que había un pueblo minero abandonado casi fantasmal... lo que ya de por si no me hacía mucha gracia, pero menos gracia me hizo cuando, sin decirme nada, descubro que hay que saltar un muro para entrar en el, lo que me faltaba a mi después de subir la cuesta del Castillo y tener la barriga llena...
Os tenemos que contar que éste pueblo está rodeado por una valla y cerrado al público porque lleva mucho tiempo abandonado y sus casas y edificios están bastante precarios, y así evitar posibles accidentes.
A pesar de estar recién comido, cansado de subir las cuestas del Castillo, con algo de miedito en el cuerpo por lo del pueblo fantasmal... cuando me quise dar cuenta Toñi ya estaba encima de la valla con falda y to’... Oleeeeee! Que arte tiene esa aventurera morenazaaaa! Así que no tuve más remedio que seguirla
Fotografía de las minas cuando estaban en pleno funcionamiento.
En Alquife se producía el 40% del hierro que se extraía en España. Sus minas, unas de las más grandes de Europa a cielo abierto, siguen siendo en la actualidad una enorme montaña artificial que marca y distingue con su color rojizo el paisaje del Marquesado del Zenete.
Se cerraron en 1996 con la crisis de la industria siderúrgica de España.
Al lado de las minas se construyó un poblado, ya abandonado.
Nada más entrar en la calle principal un sudor frio recorrió toda mi espalda... Da la sensación de estar dentro de una película de terror donde eres el único superviviente en un poblado lleno de zombies (con razón me dice Toñi que no juegue tanto al Resident Evil).
El poblado minero contaba con una plantilla de unas 350 personas, proporcionando empleo a más de 1000 personas (¡eso son muchos zombies! ¡¡No tengo tanta munición!!).
Se construyó una iglesia y un colegio para los niños de las familias trabajadoras.
Ésta es la iglesia.
Pero con el miedo que tenía así la veía yo...
Nos alejamos del poblado y nos adentramos un poco más a la zona industrial.
En las minas abandonadas se ha formado un lago de trescientos metros de profundidad a causa de las aguas subterráneas.